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¡La Virgen…! ¡La Virgen…!

¡La Virgen…!

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Javier Silvestre

Ya es día 15. ¿Hay alguien ahí? Es la Virgen de agosto, el día menos productivo del año en nuestro país. Todo el mundo en la playa, en el pueblo, subido a barcos de amigos o brindando con los suyos bajo una morera en la huerta familiar. Pero aquí está usted, con este periódico en las manos, intentando no sucumbir a cocerse vivo en alguna de las pocas terrazas que han abierto esta mañana en la que parece haberse extinguido la vida en su ciudad. ¿Dónde está la gente? Saborea resignado un café con hielo o una caña mientras repasa las noticias. “La luz bate su récord por sexto día consecutivo”, “Los talibanes ganan terreno en Afganistán”, “Teruel notifica un nuevo descenso de contagios”... La misma cantinela día tras día. La vida en bucle.

Pasando las páginas de atrás hacia adelante, como le gusta hacerlo desde que tiene memoria, se topa con esta columna. Le llama la atención la fotografía y el título. Se dispone a echar una ojeada para ver si esta semana arrea a los de siempre, o si, por el contrario, el tema a tratar no le interesa absolutamente nada. Le gusta más el chico que escribe en la contraportada: pinceladas de opinión cortas, ligeras, variadas y mordaces. Esta columna que está leyendo ahora tiene días bastante densos... Otras veces es más divertida, aunque sólo suele tratar temas que le traen al pairo.

A lo tonto, que lo sepa, ya lleva usted un rato leyendo y aún no le he contado nada. Pero no se preocupe que ya sabe que los zambombazos gordos se suelen reservar para el final de la columna. O no. Porque parece que hoy el chico éste no está muy inspirado y escribe por escribir. Quién sabe, quizás está de vacaciones y dejó esto escrito hace semanas. A usted, en el fondo le da igual que sea festivo o día de labranza, porque para algo ha pagado por leer este periódico. Y espera que le informe de algo. En el caso de los columnistas, como mínimo, de que le aporten alguna cosa.

Pero va a ser que hoy no hay nada que contar, ni que opinar. Porque el cerebro del que escribe estas líneas parece apagado o fuera de cobertura. ¿Será que se ha quedado sin temas? A lo mejor, simplemente pasa ya de todo. Demasiadas semanas teniendo que escribir de cosas diferentes, ocurrentes, intentando ser objetivo pero posicionándose. Tratando de reflejar sin ofender lo que opina sobre temas que le afectan a usted también.

Así que tomarse un respiro tampoco es tan descabellado después de casi dos años. Es como cuando uno se pone una película de sobremesa de esas facilonas: que no te aportan nada, simplemente distraen y poco más. Una hora y media de ficción que se esfuma de la memoria casi tan rápido como aparecen los títulos de crédito. Muchas de ellas están hechas precisamente para eso... Así que no se torture. Y siga leyendo en modo automático.

Déjese llevar por las palabras, por las letras que se juntan y no dicen nada. Deje que su cerebro se meza en la nada que le aporta leerme hoy. No reflexione, ni se enfade, ni me dé la razón, ni nada. Deje que sus ojos resbalen por cada frase hasta encontrarse con la siguiente. Poco más.

Ya queda menos para acabar, así que paladee esta sensación de vacío en su cerebro. En cuanto pase página tendrá un sesudo artículo de Fernando Jaúregui, de la siempre combativa Carmen Tomás o del vibrante Manuel Campo Vidal. Y esta paz, este festivo mental que le estoy regalando, llegará a su fin.

Así que disfrute un poco más. Saboree ese café o esa caña. Si está en casa, y se lo puede permitir, ponga el ventilador enfocandolo a los pies para sentir el aire frío haciéndole cosquillas. No se preocupe por nada porque hoy todo da un poco igual. Es 15 de agosto. Mañana, Dios dirá. ¡La Virgen!

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