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Desangelao Desangelao
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Víctor Guiu

A mí, de siempre, me ha gustado mucho la palabra desangelao. No sé por qué, la debía decir mucho mi madre o mi abuela. Dicen que desangelao es alguien falto de gracia; un soso. O que se ha quedado más solo que la una.

“Mira qué zagal más desangelao, paice un alma en pena”.

Desangelaos nos quedamos muchas veces todos cuando, rodeados de esas almas en pena, nos venimos abajo sin remisión. Esas ocasiones en las que nos decimos aquellas cosas que pesan en la mochila de los años. Desangelada es la visión independiente y feroz de nuestros tiempos, de los números que hacemos bulto en un mundo estúpido y a veces esperpéntico. La sociedad desangelada camina unas veces y corre, como cliente del Decatlon, otras; pero no sabe dónde va, ni de dónde viene, porque a nadie nos importa.

Desangelaos nos quedamos tras la muerte, y desvencijamos las antiguas religiones inventando otras que nos llevan al mismo lugar. Muertos y cien veces muertos. Caminantes, espectros, vecinos de los que no quedará ni un nombre en el buzón de Caronte.

Espero recibir un día una carta, con su sobre y su sello pegado a lametones. Un texto escrito a mano, con la quebrada impaciencia del que no corrije. Espero sentarme entonces a un lado y leer aquello que no sabía, y no devolverla nunca en una llamada, sino esperar despierto para saber bien lo que escribo. Entonces velaré el folio una noche entera y acudiré a la oficina de correos con algo de impaciencia y de rubor. La cartera pesará la carta y observará de reojo el destinatario, como lo hacían antes, cuando aún éramos personas de carne y hueso y no ajustes de teléfono.

Del monedero saco una moneda y me doy cuenta al pagar que soy un enfermo que no tiene bizum. Desangelados de cajas y bancos que apuran nuestros cuartos en dinero de plástico. Reclamadas las viejas guardas de la conversación, entramos en esa vibración sonriente de la inopia. Porque el camino se acaba y el tonto sigue. Pero tanto el camino como el tonto siempre aprovechan más si van en compañía. Que como dice E.Jartillo... “Y aquí nos quedamos, y de aquellas lágrimas hicimos sueños de barro”.

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