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La Escalinata de la capital turolense cumple cien años abierta al tránsito La Escalinata de la capital turolense cumple cien años abierta al tránsito
Vista general más tardía de la Escalinata ya con el relieve

La Escalinata de la capital turolense cumple cien años abierta al tránsito

Fue un símbolo de modernidad y de la presencia del arte neo mudéjar en Teruel
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Serafín Aldecoa

El día 5 de junio se cumplió el centenario de la apertura al tránsito de la Escalinata, una estructura urbana que fue un símbolo de modernidad y de la presencia del arte neo mudéjar en Teruel, así que hoy merece la pena que retomemos un artículo que publicamos hace ya algún tiempo y, una vez modificado y actualizado, lo presentemos para conmemorar los 100 años de su construcción.

Ya lo hemos dicho alguna vez: los años veinte del siglo pasado corresponden a una década fructífera en cuanto a obras públicas para la provincia de Teruel, especialmente para la capital. Se inician dos empresas de envergadura como el demandado y luego malogrado ferrocarril Teruel-Alcañiz cuyos trabajos se iniciaron en 1928, y casi a la vez empezaron las obras de otra línea férrea modélica que sí se concluyó y que fue conocida como El Caminreal (Caminreal-Zaragoza) que permitió la comunicación directa con la capital aragonesa desde Teruel sin tener que dar el rodeo por Calatayud.

Una tercera obra pública en la capital que se culminó en 1929, pese al tradicional escepticismo de los turolenses, fue el Viaducto antiguo cuyos trabajos,  dilatados excesivamente en el tiempo, se habían iniciado a principios de la década  de tal manera que la nueva obra permitió comunicar directamente el casco antiguo con lo que iba ser el área de expansión urbana más importante de la ciudad: el Ensanche.

Relieve de los Amantes. Mora Insa


Y la cuarta sería la Escalinata, una obra de referencia de la capital que contó, desde el primer momento, con el beneplácito de los turolenses pero es que además fue la infraestructura urbana cuya construcción rompió con el tópico turolense: la primera piedra fue colocada el 13 de marzo de 1920 por el ilustrísimo Carlos Castel, en ese momento director general de Obras Públicas, mientras que el 5 de junio de 1921 se abrió al tránsito, esto es, no habían pasado más que 15 meses y la Escalinata era una realidad. Nos imaginamos a los turolenses de la época sorprendidos y maravillados ante la brevedad de las obras y que algo “raro” habría ocurrido para que esta infraestructura se elevara tan pronto.

Por la contribución de Castel a la construcción se planteó elevarle un monumento al estilo del dedicado a Francés de Aranda y situarlo en la última rotonda de la Escalinata ya próxima a la estación del ferrocarril. Iba a ser una obra escultórica del aragonés Carlos Palao que ya había realizado el busto del botánico Pardo Sastrón, pero finalmente, al contrario que ocurriría unos años más tarde con Torán de la Rad, Castel se quedó sin el monumento previsto  pero como decía una de las jotas de su tiempo: Tenéis una obra de arte/que es gloria de Teruel/y es la hermosa Escalinata/recuerdo de Castel

Marinas, autor del relieve de los Amantes

No obstante, la idea de construcción de la Escalinata ya venía de antaño pues en la campaña para las elecciones municipales de Teruel de 1915 ya se hablaba entre los candidatos  a la alcaldía de la “olvidada escalinata a la estación” por lo que deducimos que se trataba un proyecto muy anterior y que se había dejado de lado en esos momentos.

También, a principios de enero de 1920, la minoría republicana había presentado en el Ayuntamiento una moción en la que los concejales proponían que, entre las reformas urbanas que debía realizar la ciudad de Teruel, se construyese una escalinata que comunicase la Estación de ferrocarril con el Óvalo (entonces llamado Paseo de la Infanta Isabel) y además presentaban un presupuesto “todo lo modesto (17.120 pesetas)  posible, para su realización dada la precariedad económica del Consistorio”. Parece ser que el equipo de Gobierno aceptó el reto de sacar adelante la elevación del monumento y en unas semanas se inició la obra.

Día de inauguración, 5 de junio de 1921, sin el relieve de Marinas


El presupuesto municipal, seguramente, se quedó corto y la obra se llevó a cabo con la aportación económica del ministerio de Obras Públicas, entonces vinculado a José Torán de la Rad que desvío una partida económica prevista para una carretera de la provincia y la dedicó a la construcción de la Escalinata. Este hecho le creó problemas como empleado a Torán pero permitió que la construcción se realizase en muy poco tiempo.   

Recordemos que cuando llegaban los viajeros a la Estación del Central de Aragón, el acceso al centro de la ciudad constituía una tarea ímproba, pues tenían que superar una empinada cuesta, pero además el panorama que aparecía ante sus ojos no era un pórtico digno para la ciudad. Estos hechos principales motivaron la construcción de una escalera que favoreciera la comunicación y el acceso entre dos espacios: la Estación y el Paseo de la Infanta Isabel. Podía haberse resuelto la cuestión mediante una simple escalera funcional, pero José Torán de la Rad, cuando proyectó esta obra en 1920, se propuso darle un empaque monumental.

Cartel cerámico anunciando la efeméride del 5 de junio


Y así fue, una escalera de piedra y ladrillo se convirtió en el elegante y principal monumento neo mudéjar de la ciudad que enlazaba con la tradición turolense y a la que se añadieron ciertos toques modernistas e historicistas de acuerdo con la época en que se construyó. Se completó la obra con unas elegantes farolas de fundición y con una decoración de abundantes piezas de cerámica de inequívoco sabor mudéjar.

Mención aparte merece el artístico altorrelieve que se sitúa en la parte superior de la Escalinata, obra del escultor segoviano Aniceto Marinas (Segovia,1886-Madrid, 1953), un autor de prestigio nacional, por entonces ya consagrado, que se inspiró en la leyenda para representar a “Los Amantes de Teruel” en los últimos momentos de su vida

Como se ha dicho, la obra se inauguró en de junio de 1921, siendo alcalde Arsenio Sabino,  pero no se había colocado todavía el citado altorrelieve, seguramente por encontrarse inacabado dada la rapidez de los trabajos. Fue el 24 de diciembre de ese año cuando se completó la obra al colocar el grupo escultórico que se había realizado en Zaragoza.

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