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Complejos físicos. ¿Hay algo de malo en mí? Complejos físicos. ¿Hay algo de malo en mí?

Complejos físicos. ¿Hay algo de malo en mí?

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Por Miriam Pitarch Rambla


Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta semana hablaremos sobre los complejos físicos.

Bruno hoy ha quedado con sus amigos para ir a la playa, aunque le encanta pasar tiempo con ellos y jugar a volley, ha preferido quedarse en casa ya que le da vergüenza quitarse la camiseta.

Leire se ha ido de compras, ha acabado sintiéndose frustrada y enfadada porque “con estas caderas no me sienta nada bien” dejando de comprar aquellas prendas que le habían gustado por cómo sentía que le quedaban.

Quizás alguno de vosotros y vosotras alguna vez habéis sentido algo parecido a lo que están pudiendo sentir Bruno y Leire. Esto se debe a que los complejos físicos son más comunes de lo que a veces creemos y pueden afectar independientemente de la edad y del género que tenga la persona.

Cuando hablamos de complejos físicos hacemos referencia a esa crítica interna que aparece en nuestra mente y que juzga algunas partes del cuerpo al pensar que “hay algo de malo en ellas”. Esta crítica puede llevarnos a sentir vergüenza, inseguridad, asco y/o tristeza influyendo en las decisiones que podemos tomar en nuestro día a día como por ejemplo evitar ciertas prendas de ropa, como es el caso de Leire, o evitar ir a la playa y quitarse la camiseta, como le ocurre a Bruno.

Aunque todos podemos tener alguna parte de nuestro cuerpo que quizás no nos gusta tanto, el complejo empieza a convertirse en un problema en el momento en el que empieza a limitar nuestra vida, es decir, cuando influye en nuestras decisiones, en nuestra autoestima, en la parte social y/o en nuestro estilo de vida. Es en este momento cuando nuestra imagen corporal empieza a convertirse en una fuente de ansiedad y juicio.

Llegados a este punto, quizás te estés preguntando ¿por qué en algunas ocasiones aquellas partes de nuestro cuerpo que no nos gustan pueden acabar interfiriendo en nuestra vida y en otras ocasiones no ocurre? Esto se puede deber a diversas causas:

1. Presión social y cultural: vivimos en una sociedad en la que se nos marca desde bien pequeños un ideal de belleza que, en muchas ocasiones resulta inalcanzable ¿Cómo eran los protagonistas de esa película que te gustaba tanto de pequeño/a? ¿Cómo son los protagonistas de las películas que ves en la actualidad? ¿y los maniquíes de las tiendas?

Esto, sumando al impacto que tienen hoy en días las redes sociales y el tiempo que le dedicamos a ellas, pueden llevarnos a generalizar un ideal de belleza que estipulamos como “el correcto o el que debemos alcanzar” comparando constantemente cómo está mí cuerpo vs cómo es el que me dicen que tengo que tener.

2. Comentarios o experiencias negativas: haber recibido juicios negativos sobre nuestro cuerpo a lo largo de nuestra vida, o en alguna etapa de esta, puede acabar dejándonos una huella, al interiorizar que dicha parte de nuestro cuerpo no es válida tal y como es.

3. Situaciones traumáticas o inseguridades emocionales: las experiencias traumáticas, sobre todo aquellas que tienen una relación directa con el cuerpo como puede ser el abuso físico o sexual, accidentes, enfermedades, bullying, etc., pueden influir en la distorsión de la percepción que puede tener una persona sobre su propio cuerpo.

4. Autoexigencia y perfeccionismo: tener una tendencia autoexigente o perfeccionista retroalimenta los complejos al intentar “compensar/cambiar ese error que hay en su físico” estableciendo unos estándares inalcanzables e intentando acercarse a ellos.

5. Cambios físicos: etapas como la adolescencia, el embarazo, el envejecimiento o alguna enfermedad, puede generar un nuevo complejo al no ser procesado emocionalmente y debido al cambio repentino que se genera en nuestro cuerpo.

Es importante tomar conciencia de que la diversidad corporal existe y que en gran medida viene influida por la genética. Es por ello por lo que el objetivo para trabajar los complejos y dejar de sentirnos así no reside en “tener un cuerpo perfecto y que me guste todo de él” sino más bien consiste en aprender a aceptar que la variabilidad y la diferencia corporal existe, que todos podemos sentir que hay partes de nuestro cuerpo que nos gustan más o nos gustan menos, pero eso no significa que haya algo de mal en él. Con apoyo, autoconocimiento y paciencia, es posible construir una relación más amorosa con nuestro cuerpo.

Los complejos físicos no son una señal de debilidad, sino una muestra de que vivimos en una sociedad que valora más la apariencia que la autenticidad. Aprender a aceptarse, con nuestros defectos y virtudes, es un acto de superación. 

Tu cuerpo es mucho más que una apariencia, es tu historia, tu refugio y tu vehículo para vivir. Deja de juzgarlo y esconderlo por ser como es, y empieza a disfrutar de aquellas cosas que te permite hacer.

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