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Daniel Moset desoreja a un gran cuarto novillo de La Lucica al que se pidió el indulto Daniel Moset desoreja a un gran cuarto novillo de La Lucica al que se pidió el indulto
Daniel Moset pegando un derechazo a Fantasmita, novillo al que han pedido el indulto. Sevi

Daniel Moset desoreja a un gran cuarto novillo de La Lucica al que se pidió el indulto

Una oreja por coleta para el valenciano Marco Polope y el guadalajareño Pedro de la Hermosa
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En una tarde calurosa, pero sin el agobio del domingo, incluso llegando, por momentos, a molestar el viento, que soplaba racheado y con cierta fuerza. Hicieron aparición en el patio de cuadrillas las fuerzas vivas de la ciudad, y del Gobierno de Aragón, con Jorge Azcón presidente autonómico, y Emma Buj, alcaldesa, a la cabeza, posando ante los fotógrafos con los novilleros antes de romper el paseíllo, Un tercio de plaza esperaba el arranque del Pan y Toros que precede la salida de los alguacil los antes del comienzo del espectáculo.

David Sejas, de la Escuela Taurina de Huesca, abría la tarde con el primero de La Lucica, de nombre Pesadora II. Voluntarioso en la lidia del novillo, al que le faltó un punto de fuerza, no tuvo acoplamiento en el saludo capotero, que comenzó con una larga cambiada en el tercio y un amago de voltereta que acusó el eral. Ha tratado de cuidar el novillo Sejas, llevándolo a media altura para conservar sus condiciones, mejorando el pitón derecho que por el izquierdo, por el que ha intentado arrancar algún muletazos sin resultado positivo. Remató la faena el de Huesca con unas bernardinas de rodillas ya con los aceros en la mano. Pinchó hasta en cuatro ocasiones el novillero antes de meter una estocada que hizo guardia en el costado derecho del animal. Descabelló el oscense tras recibir el segundo aviso. Se fue arrastrado con sonido de palmas el de La Lucica y silenciado Daniel Sejas.

 

Pedro de la Hermosa preparado para banderillear. Bykofoto/Antonio García


Buen saludo del valenciano Marco Polope con el capote, que, por cierto, era del matador Alejandro Talavante. Pedro de la Hermosa quitó al novillo, citándolo desde los medios para pegarle tres gaoneras y una revolera de la que el novillo salió volteado, dejando un quite con mucha quietud y sabor. Otra voltereta pegó el novillo en el capote del banderilleo antes de que Polope pidiera permiso a presidencia para iniciar la faena con la pañosa, faena que brindó al publico turolense. Anduvo firme Polope ente el novillo de La Lucica, que tuvo clase y más fuerza que su hermano de camada lidiado anteriormente. Dejó buen poso el valenciano toreando al natural, ligando las embestidas, sin tirones, sabiendo administrar las fuerzas del eral. Toreó una tanda en redondo con la mano derecha sin que el de la Lucica se cansarse de embestir demostrando las condiciones positivas del animal, y lo a gusto que el novillero se encontraba en la cara del animal. Le dio tiempo al valenciano de pegarle una serie de luquesinas en las que acabó de someter al novillo antes de rematar la faena con unos ayudados por alto de rodillas en el mismo burladero de matadores. Pincho, en todo el alto, antes de dejar la estocada con la que pasaportó al segundo de la tarde. Palmas en el arrastre a un novillo de calidad al que Polope cortó una oreja con petición alta de la segunda.

 

Marco Polope colocándose la montera. Sevi


A la puerta del miedo se fue Pedro de la Hermosa, de la escuela taurina de Guadalajara, a recibir al tercero de la tarde. Con más voluntad que acierto recibió el guadalajareño a su contrincante, pegándole un farol de rodillas, para, finalmente, centrarse con el eral y sacarlo hasta los medios. Daniel Moset aprovechó su turno para hacer un quite por gaoneras. De la Hermosa puso banderillas, perdiendo pie en la reunión de la primera entrada, dejando un buen par a continuación. Desde la barrera hacia el tercio salió el de Guadalajara a reunirse con el de la Lucica, que, bravo, apretó tras el novillero hasta completar el diámetro de la plaza. En el tercer par cambió el viaje el aspirante a torero, poniéndolo hacia los adentros, y apretándole el novillo hasta darle un varetazo en las costillas. Brindó al tendido turolense De las Heras antes de coger la muleta para comenzar la faena por alto y continuar en redondo, pero siempre de hinojos, al son del España Cañí. No terminó de asentarse y poner orden con el novillo De las Heras, que tuvo una gran materia prima entre manos, un novillo con muchas teclas, pero que dejó entrever una calidad que no llegamos a contemplar. Dejó destellos de buen toreo, puntuales, en una faena bullidora y atropellada, mostrando más disposición que orden. Dejó una estocada en el alto, tendida, que fue suficiente para acabar con el eral. Una oreja, quizá excesiva, le concedió el público turolense.

 

Humilla el novillo en el derechazo de David Dejas. Bykofoto/Antonio García


El cuarto novillo era el mas cuajado de la tarde. Y con dos tijerillas lo recibió Daniel Moset, de la escuela taurina de Guadalajara, antes de torear, muy despacio, a la verónica. Dos faroles de rodillas, una media y una larga fue el quite que dispuso David Sejas. Banderilleó también Moset. Puso un primer par ortodoxo y de calidad en conquense. En el segundo, que también pretendía seguir los cánones, se llenó de toro y solo puso un palo. En el tercer par, quiso lucirse pasando al novillo antes de embroque, pero falló al poner los garapullos y el novillo le hizo hilo de punta a punta de la plaza. El violín que intentó tampoco acabó de salir, dejando solo un palillo. Anduvo firme en el arranque de la faena Moset, toreando con gusto y poder por el pitón derecho. Bajó la mano con la izquierda, y lo aceptó el novillo, a pesar de dar una voltereta. Haciendo las cosas bien, respetando los tiempos del eral, consiguió sacarle las mejores tandas de la tarde. Y cuando el eral acortó el viaje, toreó dos series de redondos metido en los terrenos del animal.Se gustó el de Cuenca con la izquierda ante un novillo que metía la cabeza y embestía con un buen son, alargó aprovechando la petición del público de indultar al eral, recibiendo un aviso, todo lo que pudo la faena, rematando por luquesinas una faena que caló en los tendidos. Cuando se preparó para matar, el tendido silbó pidiendo la vida del de La Lucica, sin ser conscientes que el reglamento no contempla esa posibilidad. Estocada entera, trasera y desprendida, de la que el novillo se echó, tras agarrarse a la vida y dejar una muerte de toro bravo, que es, como diría Bufalo, “Sublime”, y que el público supo apreciar con una ovación. Premio la bravura del animal el presidente, Carlos Merenciano, con una vuelta al ruedo más que merecida al novillo de la Lucica, vuelta al ruedo que no se repetía, en una novillada, desde el 1996, a un animal de Román Sorando. Al paso la mulilla, Teruel ovacionó a un animal de extraordinarias condiciones, al que Moset le cortó las dos orejas. El novillero dio la vuelta al ruedo con el pequeño Rodrigo Ríos, hijo de ganadero Juanjo Ríos, tras una gran novillada que, a falta de un punto de fuerza, demostró clase y bravura.

Desde el tendido. Por Fabre Lafuente

De la incertidumbre, de la emoción y de la culminación de la obra surge el triunfo, la ovación, el desencuentro, el silencio, la indiferencia… una voz es capaz de definirlo sin ambages: sentimiento. Hontanar del toreo, de la tauromaquia, de lo que envuelve la lidia y expresión máxima de la personalidad del ser humano al enfrentarse al burel y al sentarse sobre el árido ladrillo del tendido y a quien se ofrece la gallaría y sufrimiento del matador; dos posiciones encontradas de un mismo ser. Tan espiritual como intangible; tan sincero como improvisado, vehemente y pasional y del que emerge el sonido de una tarde de toros que, acompañado del trinar del pardal, y al compás de la lidia, mece la creación artística que nace de las muñecas de quien se enfrenta a una fiera indómita, única en el reino animal. Y así, con cadencia, surge la rivalidad en el ruedo, competición afable de quien aspira a alcanzar la gloria y el trono máximo del toreo, aquel que alcanzaron los más grandes desde Costillares, Pepe Hillo o Paquiro, tornándose música cuando despiertan las palmas de a quien ha embaucado en lo más profundo de sus emociones.

Y con el fulgor de la batalla y el éxtasis que depara la pasión, el diestro dibuja la silueta de toro, proyectada en el mismo epicentro de la tauromaquia, el ruedo, plasmando la imagen de la verdad, en soledad, sobre el brillo del albero, como lo fue el lienzo de la Verónica. Allí quedó retratada la imagen del dolor, del sufrimiento y de la sinceridad, como retratado queda el sentimiento del toreo, en una captura irrepetible. Foto fija archivada en la retina de quien es capaz de presenciar y degustar el toreo a la verónica, el más puro lance con el capote, y de quien ha saboreado la quietud y suavidad del natural. La mano izquierda, la de la verdad, la que muestra el cuerpo y lo ofrece a quien puede darlo todo o quitarlo, el toro bravo, sin más aderezo que la pañosa, conducida por el sentimiento capaz de moldear la inteligencia. El sentimiento del toreo…