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Abdulaye Biop, contratado como peón ganadero en una explotación de ovino: “Me quiero quedar  en el pueblo, toda la gente  nos ha recibido muy bien” Abdulaye Biop, contratado como peón ganadero en una explotación de ovino: “Me quiero quedar  en el pueblo, toda la gente  nos ha recibido muy bien”
Abdulaye Biop, a la izquierda, junto al ganadero de Mora Elías Alfanjarín

Abdulaye Biop, contratado como peón ganadero en una explotación de ovino: “Me quiero quedar en el pueblo, toda la gente nos ha recibido muy bien”

La integración de inmigrantes en Mora de Rubielos
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Cruz Aguilar

Abdulaye Biop es de Senegal, tiene 33 años y muchas ganas de trabajar. En su país era agricultor y costurero, un oficio que le enseñó su padre antes de morir, y ahora ayuda a Elías Alfanjarín con su rebaño de Mora de Rubielos como peón ganadero. Nunca había trabajado con animales, pero asegura que le gusta, como también estar en el pueblo: “Estoy muy bien, la gente y los niños nos han recibido bien”, asegura, y añade que le gustaría quedarse allí. Desde luego su jefe le va a poner las cosas fáciles porque está encantado con la labor que desempeña y con lo bien integrado que está en la localidad. “Tengo un trabajador que se jubila en dos años y la idea es que aprenda y se quede en su puesto”, apunta el ganadero.

Elías lleva ya casi medio año trabajando en la explotación ovina, pero llegó a España mucho antes. Un día Alfanjarín cogió a varios de los inmigrantes para que le echaran una mano con la limpieza de unas acequias y ahí se conocieron con Biop, que pronto le pidió trabajo con los animales: “A él le gustó lo que se hacía y a mi me gustó cómo trabajaba”, explica, para añadir que se trata de un joven muy integrado que juega al balonmano y tiene mucho interés por aprender, preguntando todas las palabras que no entiende y “usando aplicaciones en el móvil cuando está parado” para seguir mejorando su español. “Es el más integrado del pueblo, saluda y habla a todo el mundo”, argumenta Elías Alfanjarín.

Balonmano y piscina

El senegalés está muy contento con la vida que lleva en Mora de Rubielos, donde participa en el equipo de balonmano y aprovecha sus días de fiesta para disfrutar de la piscina del pueblo con los propios vecinos. Está tan bien que no quiso volver a su país cuando su hermano le ofreció trabajo en su negocio: “Aquí estoy mejor, y tengo trabajo, allí sólo tenía una habitación en el campo, rodeado de serpientes y escorpiones”, dice.