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Carlos Casas ofreció una interesante charla sobre puentes en el Casino de Teruel

El ingeniero Carlos Casas anima a "cazar" 57 puentes antiguos en toda la provincia de Teruel

El experto ofrece una ponencia para poner en valor estas infraestructuras
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Cruz Aguilar

Los puentes son algo mágico, su arco nunca duerme, como dice un proverbio árabe, porque siempre está trabajando y, pese a ello y a los bellos enclaves en los que se localizan, pasan desapercibidos para mucha gente. Por eso, el ingeniero de Caminos, Canales y Puentes Carlos Casas ofreció ayer una charla en el Casino de Teruel que constituyó todo un homenaje a la ingeniería popular, a los “puentes sin ingeniero”, una forma de definirlos con la que no pretende quitarles valor, sino todo lo contrario. Durante la ponencia, titulada El arco nunca duerme. La magia de los puentes de piedra, entregó a las decenas de asistentes una ficha con la geolocalización de 57 de estas infraestructuras para que los propios turolenses se dediquen a buscarlos y a disfrutar del entorno en el que se encuentran.

Casas se ciñó a los puentes de tipología medieval, que no significa que sean sólo de esta época puesto que se mantuvo más adelante, y concluyó su historia cuando empiezan las carreteras en el siglo XIX. Explicó cómo se llega al arco como solución y cuál es su funcionamiento y sus problemas, “porque es como un puzzle”, aclaró.

Olvido

El experto en puentes lamentó el olvido al que siempre han estado sometidos y puso como ejemplo el inventario De Santiago Sebastián en los años 70 y sólo incluyó tres puentes en todo un catálogo monumental con más de 700 construcciones. "Como se usan todos los días durante generaciones, son como de la familia y al final es lo que menos se valora”, aseveró. Reconoció que le dan cierta pena los carteles que informan sobre el patrimonio de los pueblos y en los que aparecen “iglesias del siglo XVIII pero no puentes preciosos del XVI”, matizó.

Por eso, el especialista en puentes animó a cazar puentes, no sólo por admirar su tipología y peculiaridades, sino porque se localizan en lugares alejados muchas veces de los núcleos de población, en los denominados “malos pasos, como acantilados o ríos con importantes crecidas”, dijo el ingeniero.

Otro de los temas que salió a relucir en la ponencia fueron los puentes romanos, de los que no hay ninguno en la provincia de Teruel, aclaró Casas, y citó al puente de Luco, que se comenzó a construir en 1434 y “es un puente del que se puede presumir, pero como medieval”, aclaró el experto.

Fotografías

A lo largo de la charla y ayudado por múltiples fotografías, ofreció algunas pautas para diferenciar, de un simple vistazo, los puentes medievales de los romanos, de los que sólo quedan 35 en toda España y sólo los estribos de uno en Aragón, concretamente en Pertusa, sobre el río Alcanadre.

El ponente detalló que los romanos en Hispania tienen más de 4,5 metros de anchura y estaban integrados en una calzada por lo que su rasante era horizontal o muy poco alomada, la sillería era almohadillada, no lisa y da un juego de luces y sombras muy llamativo.

Los medievales son estrechos, raros son los que superan los 4 metros y además tienen un lomo de asno muy grande, además sus piedras llevan marcas de cantero, están peor hechos ya que la ingeniería romana sólo se llegó a igualar en el siglo XIX. “Tenemos que sentirnos orgullosos de nuestros antepasados que sin formación específica hicieron puentes atrevidísimos, de piedra suelta”, concluyó Carlos Casas.

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