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¿Qué pasa? ¿Qué pasa?

¿Qué pasa?

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Raquel Fuertes

Tengo una amiga que, cuando le llamo, descuelga con un “¿qué pasa?”. A veces suena casual, cumpliendo una pura función fáctica con la que me invita a seguir con una conversación intrascendente, un chisme sin malicia o una consulta sobre la idoneidad de un atuendo. Vamos, lo que viene siendo una charla de amigas con finalidad de contacto, liberación de estrés y endorfinas. Tocar tierra con nimiedades que, paradójica y efectivamente, nos aterrizan.

Otras veces, sin embargo, ese “¿qué pasa?” suena con una ansiosa y genuina preocupación. Esos momentos en los que las cosas van peor que bien en los que uno llama buscando un hombro, un abrazo, un apoyo. Consuelo. O soluciones.

Esta es la llamada que debió hacer Pedro a Pepa la semana pasada. No tengo pruebas, pero tampoco dudas (qué ganas tenía de escribir esto). Lo de gobernar a base de decretos ya es una característica de los gobiernos sanchistas (uy, esto me ha quedado muy de Feijóo) que en los equilibrios de matemáticas inestables a los que obligan las nuevas mayorías parlamentarias se convierten en ejercicios de alto riesgo.

No quiero ni pensar cómo serán las negociaciones (bueno, Patxi López lo describía: “de aquella manera”) para poder conseguir los votos necesarios para que baje el aceite o suban las prestaciones. Y ahí aprovechamos para hacer eso que nos gusta tanto: mezclar churras con merinas. Porque mezclar aceite con amnistía o inmigración tiene una digestión difícil. Por muy virgen extra que sea.

Y es que la Constitución tiene cintura, pero no la suficiente como para ceder competencias exclusivas del Gobierno central a administraciones autonómicas que además exigen la “gestión integral” de temas tan delicados (ojo, hablamos de seres humanos) que no pueden quedar al libre albedrío de sensibilidades que rozan la xenofobia en muchas de sus actuaciones y declaraciones.

Así, el Gobierno “progresista” (no sé en qué parte del espectro progresista quedan exactamente Junts y PNV, de Bildu ni me pronuncio) tuvo que buscar el apoyo, el consuelo o las soluciones en una entrevista con pretendido trasfondo cuasi metafísico (“la realidad es la verdad”) en la que el progresismo no dudó en titular para tranquilizar a los ciudadanos “Expulsar a migrantes compete a la Administración central”. ¿Expulsar? Lo de gestionar la migración humana y seriamente lo veremos ya si eso.

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