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Alcañiz escenifica el final del Interregno y realza el origen del espíritu pactista de la tradición aragonesa en La Concordia Alcañiz escenifica el final del Interregno y realza el origen del espíritu pactista de la tradición aragonesa en La Concordia
Escena central con los parlamentarios aragoneses reunidos en cónclave

Alcañiz escenifica el final del Interregno y realza el origen del espíritu pactista de la tradición aragonesa en La Concordia

Escenificación, en la iglesia de Santa María, del cónclave que el templo gótico acogió 612 años antes
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La Nueva Compilación de Fueros y Observancias publicada en 1552 señalaba que “en Aragón antes fueron leyes que reyes”, y así quedó plasmado este sábado en la iglesia de Santa María La Mayor de Alcañiz, convertida en escenario de la representación central de La Concordia (1412), un acontecimiento histórico “único en Europa”, según el historiador y coordinador del evento, el profesor de la Universidad de Zaragoza, Darío Español. Un hito que protagonizaron “los vasallos” de un rey (no los señores), “unos parlamentarios” reunidos en distintos territorios de la Corona de Aragón, que determinaron cómo debía elegirse al sucesor del fallecido Martín I El Humano, sin hijos legítimos vivos a su fallecimiento en 1410.

El acuerdo alcanzado en Alcañiz, en la iglesia de Santa María, pero en la gótica que descansa bajo los cimientos de la actual, se trasladaría meses después a Caspe, donde tendría lugar el famoso Compromiso en el que los parlamentos de la Corona elegían como sucesor a Fernando de Trastámara, candidato de la dinastía castellana.

Y como símbolo de esa continuidad en el pacto que trasladó Alcañiz a Caspe hace 612 años, el alcalde de la ciudad, Miguel Ángel Estevan, pasó a la alcaldesa de Caspe, Ana Jarque, el testigo para que en el mes de junio, cuando se conmemore en la localidad zaragozana el Compromiso, se tenga presente que todo arrancó, “primero en Calatayud, donde se reunieron los primeros parlamentarios, y después en Alcañiz, donde se consiguió llegar a un acuerdo sobre la hoja de ruta a seguir”, enfatizó el profesor e historiador Darío Español.

La representación del sábado por la tarde se localizó en la zona del altar de la iglesia, con un escenario engalanado con grandes telas, escudos, velas y candelabros. Con esta escenografía se representó el punto y final del Interregno, el periodo de dos años que duró desde que el último rey de la dinastía aragonesa murió y el momento en que los parlamentarios decidieron poner fin a una situación que bien podría haber derivado en un derramamiento de sangre, que era lo más habitual en aquellos tiempos.

Los candidatos que realmente se disputaron el trono aragonés fueron cinco, todos ellos emparentados con Martín I en segundo y tercer grado, y alguno de ellos relacionado con la poderosa corona francesa. Cada uno de ellos desfiló y fue presentado al público: Fadrique de Luna, nieto ilegítimo de Martín I, cuya bastardía  no pudo ser revocada en vida del monarca; Fernando de Trastámara, hijo del rey castellano y regente de Castilla, sobrino de Martín, hijo de su hermana, Leonor de Aragón; Carlos de Anjou, tan solo un niño, nieto de Juan I, quien había reinado en Aragón antes que Martín; Jaime de Urgel, biznieto de Alfonso IV y sobrino y a la vez cuñado del rey Martín; y Alfonso de Gandía, nieto de Jaime II, que moriría durante el proceso y cuyo hijo Alfonso encabezaría la candidatura, alejado ya en consanguinidad del rey difunto.

Junto a los candidatos, también se presentó a las figuras más preeminentes de la sociedad aragonesa, que intervinieron e influyeron en aquel proceso pactista y a los parlamentarios aragoneses, que tomaron la iniciativa en 1412 para escoger un nuevo rey tras dos años de incertidumbre. Ellos fueron los que, en Alcañiz, recibiendo a una delegación de parlamentarios catalanes que habían estado reunidos cerca, en Tortosa, con quienes finalmente se deliberó y acordó un documento con 30 cláusulas que los asistentes a la recreación pudieron escuchar.


El papel del Papa Luna


En esta edición, la organización ha querido dar un mayor protagonismo al Papa Luna, a raiz de las últimas investigaciones que aportan información sobre el papel que tuvo Benedicto XIII en la consecución del pacto de Alcañiz y en la posterior elección del candidato de la dinastía castellana. Según explicó Darío Español, “la reunión del parlamento y el cónclave de Caspe tuvieron muchas similitudes con los cónclaves papales que se estaban desarrollando en ese momento en Europa”. En este sentido, comentó el profesor, “creemos que el cónclave estuvo directamente desarrollado por el Papa Luna, con un formato de cónclave papal con el encierro de nueve compromisarios a partir de un parlamento y a puerta cerrada, es decir, en cónclave, votando y quemando los votos, igual que hacían los cardenales para la elección del Papa”. Por tanto, según el historiador, el Papa Luna, al que se creía aislado en su castillo de Peñíscola, se le cree ya “tutelando el proceso que marcaría el devenir de la Corona aragonesa”.

Y este poder e influencia papal se puso de manifiesto durante la representación del acto central de La Concordia, titulado El final del Interregno, porque aquí en Alcañiz se escribiría el documento que sentaría las bases para la elección de un nuevo monarca unos meses después en Caspe. “Estamos convencidos de que el Papa Luna fue la pieza fundamental del proceso y que tuvo una importancia mayor de la que hasta ahora se le había atribuido”. Junto a él, otros personajes como fray Vicente Ferrer, Berenguer de Bardají, Domingo Ram, el arzobispo de Tarragona...”, enfatizó Español.


Pabellones de caballeros en las riberas


En la Glorieta Telmo Lacasa,  bien cerca de la ribera del río, varios grupos recreacionistas con más de 60 miembros en total se instalaron este sábado por la mañana con sus correspondientes pabellones, tiendas y demás mobiliario de madera para pasar dos jornadas consecutivas al albur de la humedad del río y del frío que aportaba la umbría. Eso sí, víveres no faltaban, tampoco un caliente cocido y mucho menos unas buenas capas para protegerse del viento y del fresco.

El río es la zona dedicada al campamento y a la guerra, que también la había en el siglo XV, a pesar de que en La Concordia de lo que se habla principalmente es de parlamentarismo y de acuerdo.

La ribera del río Guadalope es uno de los espacios dedicados a revivir la Historia viva, aunque hoy domingo adquirirán mayor protagonismo, pues será junto al río donde se celebrarán, si el tiempo lo permite,  varios torneos y justas entre caballeros.

Cómo eran las armas, las armaduras, la tecnología militar del siglo XV y cómo se entrenaban los caballeros medievales para estar en forma y dispuestos permanentemente para hacer la guerra. Sobre estas cuestiones se habló por la mañana junto al campamento base a todos aquellos que se acercaron a escuchar la charla con recreación incluida titulada Hueste y exercitum, que corrió a cargo de Proyecto Clave, Militia regis y los grupos recreacionistas.

Tal y como explicó el coordinador del evento, Darío Español, los grupos “han venido de distintas partes de España y ofrecen talleres sobre tácticas de guerra medieval, artillería, y ofrecen distintas explicaciones acerca de cómo se usaban los cañones y las armas de aquella época”.
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