

Miles de moteros toman las calles de Alcañiz y celebran la nueva fecha de las carreras
Profesionales de la hostelería y aficionados al motociclismo prenden la fiesta en la ciudad del motor“No me parecen raras estas fechas para celebrar el Gran Premio. Son mucho mejores”, decía Vicente, motero de toda la vida, mientras se pedía la primera cerveza del viernes en plena avenida Aragón. Lo soltó con una sonrisa, a media tarde, en una de las zonas ya copadas por aficionados venidos de toda España y más allá. Su frase, aparentemente casual, realmente hizo referencia al sentir de buena parte del sector hostelero de la ciudad: celebrar MotoGP en junio “ha sido un acierto rotundo”. Lo mismo opinaron el grupo de moteros del Puerto de Sagunto, Cristal Riders MC, quienes reconocieron su pasión por este circuito y echaron la vista atrás, hasta el año 2015; la primera vez que vinieron a Alcañiz. “Llevamos ya diez años, somos veteranos en Alcañiz”, dijo uno de ellos.
A esa hora, con la música de fondo y el sol de justicia sobre las cabezas, la ciudad ya estaba completamente entregada al Gran Premio. A kilómetros del circuito, donde los motores rugían en las primeras competiciones, Alcañiz ya vivía su propio espectáculo urbano con los altavoces a todo volumen y los hosteleros sin parar.
Las cuatro zonas festivas habilitadas —tres en la avenida Aragón y una en la plaza Mendizábal— ya presentaban una imagen inequívoca: miles de personas, una cerveza, móviles grabando, cascos de moto en la mano y ganas, muchas ganas de disfrutar. Y lo mejor es que todavía queda mucho por vibrar.
Sin pausa, pero sin prisa
Montar una barra en la vía pública cuesta en torno a 13.000 euros, y sin embargo, fueron muchos los hosteleros que apostaron por ello con convicción, ya que hay un total de 20 barras repartidas entre la avenida Aragón y la plaza Mendizábal. Este año, además, con una meteorología favorable y sin coincidir con otras festividades locales, la operación resultó más fluida. “Muchísimo mejor que en septiembre”, aseguraron varios gerentes, entre ellos Pedro Soler, dueño del bar Lalola y una de las barras en la avenida Aragón.
En zonas como esta gran arteria de Alcañiz, las barras comenzaron a operar con previsiones de entre 40 y 50 barriles de cerveza por local —más de 2.000 litros de cerveza—, sin contar refrescos, combinados y botellas. “Dependemos de la climatología, pero con este calor, se dispara el consumo”, explicaron. Solo el hielo suponía un reto en sí mismo: más de 200 kilos diarios por barra, esenciales para mantener el servicio sin interrupciones.
Rubén Boltaña, de Rokelin Puro Cerdo y gerente de una de las barras detalló que, para sacar adelante una barra, hay que “tener todo paletizado, desde los refrescos a las botellas grandes, y un buen historial para anticiparse a lo que va a pasar”. Para la barra del viernes movilizó a seis camareros, además de congeladores y generadores eléctricos. “El servicio local funciona muy bien. Si necesitas reponer, a las 9 de la mañana lo tienes. Y entre quienes montamos en la misma zona, hay compañerismo. Si uno va justo de hielo, otro responde”.
Además de la bebida, está la parte humana. En el caso de Soler, la barra contó con seis camareros, a los que se sumaban otros apoyos logísticos.
Todo completo
En el apartado de restauración, los establecimientos también trabajaron al máximo rendimiento desde días antes del evento. Manuel Barrau, gerente del restaurante Micelios, explicó que desde hacía varios días ya tenían el 100% de su capacidad reservada, aunque a última hora siempre intentaban sacar alguna mesa extra si el ritmo del servicio lo permitía. “Nosotros solo trabajamos con reserva”, dijo. Aunque el volumen global de clientes aumentó un 20% respecto a un fin de semana normal, Barrau apuntó que no todo el público encaja con su tipo de oferta. “Nosotros trabajamos con carta. Por la noche cerramos y nos sumamos a la fiesta, porque el perfil cambia”.
En cuanto al perfil del cliente, Barrau lo definía como eminentemente nacional, aunque también notaba presencia extranjera. “Hay público para todos los modelos de negocio: el que busca bocadillo, pizza, menú cerrado, o carta. MotoGP llena todos los segmentos”.
En el caso de la brasería Los Álamos, su gerente María Ángeles Conesa destacó además que el impacto del Gran Premio no se limita al evento en sí. “Gracias a MotoGP, el circuito está activo todo el año. Vienen equipos a hacer pruebas, pilotos a rodar antes de la temporada… y todo eso genera movimiento en la ciudad”.
En su caso, la facturación aumenta, pero también se percibe el efecto indirecto en comercios, supermercados, talleres y alojamientos. “Es un empujón económico transversal. Mucho más que un fin de semana cualquiera”.

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