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Albarracín recupera una campana del XVII que no se sabe sobre qué torre repicaba Albarracín recupera una campana del XVII que no se sabe sobre qué torre repicaba
Vista panorámica de algunas de las alumnas de restauración, con la campaña que han restaurado en primer plano

Albarracín recupera una campana del XVII que no se sabe sobre qué torre repicaba

Los alumnos de Restauración de Metales trabajan sobre bronce, hierro, cobre y plata
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Cruz Aguilar

No hay ningún hueco que ofrezca pistas sobre dónde podía estar la campana que, con la inscripción de Santa María y la fecha 1658, apareció en uno de los cuartos que hay debajo del coro de la Catedral de Albarracín. Ahora su bronce brilla como cuando se fundió y, aunque no ha dado pistas sobre su ubicación original, trabajar en ella ha resultado muy didáctico para los diez alumnos del Curso Superior de Restauración de Metales que se está llevando a cabo en la Fundación Santa María de Albarracín.

Se trata de una pieza de pequeño tamaño, con 39 centímetros de alto, 34 de ancho y 26,5 kilos de peso. Está fundida en una aleación de bronce campanile, que lleva 78% de cobre y 22% de estaño, algo habitual en la fabricación de las campanas.

La profesora del curso, la restauradora experta en metales María Méndez Villafañe especifica que las asas originales fueron sustituidas por otras de hierro que actualmente están rotas y han sido pegadas ahora durante el proceso de restauración. “Por dentro el badajo interno es de hierro y está atado con una cinta de cuero o piel, es el tipo de reparación que hacía el campanero”, detalla. La piel estaba totalmente seca y ha sido rehidratada.

Los alumnos han trabajado en la retirada de las múltiples capas que tenía y que son fruto de diferentes intervenciones realizadas a lo largo del tiempo. Esa limpieza ha llevado mucho tiempo ya que, como indica Méndez, se han hecho pruebas internas y externas con diferentes disolventes y productos hasta obtener el resultado adecuado para después aplicarlo al resto de la superficie. “una vez que se consigue la limpieza que queremos mantener, se unifica”, detalla la docente. A toda la campana se le ha aplicado un barniz para protegerla de futuras corrosiones.

 

Una de las piezas recuperadas por los alumnos del curso

Relicario de hojalata

La campana es la pieza más relevante de todas las intervenidas, pero el alumnado ha trabajado en todo tipo de materiales. Así, han intervenido en un relicario de hojalata dedicado a San Fausto, que estaba en la misma habitación que la campana y que, aunque de factura popular y materiales de baja calidad, “es muy curioso y a nivel didáctico es relevante porque permite probar muchos materiales de limpieza”, explica la responsable.

Entre las piezas trabajadas durante estas semanas en los talleres de Albarracín hay de diversos materiales porque, como apunta la docente, “el abanico entre los metales y sus aleaciones es enorme y dentro de un mismo tipo de metal hay muchas tipologías”. Así, las alteraciones a las que se enfrentaron en los clavos y remaches de hierro, bronce y cobre obtenidos en un yacimiento arqueológico poco tenían que ver con el bronce de la campana, o la hojalata, las platas y platas sobredoradas de otras de las piezas. En este sentido, Méndez matizó que las piezas litúrgicas presentan daños derivados del uso, como manchas de cera o de golpes.

Otro de los trabajos fue la limpieza de sulfuraciones de una pieza decorativa con forma de luna menguante en plata, posiblemente del siglo XVIII y que estaba en muy buen estado, aunque presentaba suciedad debido al paso del tiempo. “La plata se queda negra, hay que limpiarla y renovar el barniz de vez en cuando”, comentó María Méndez.

Además, eliminaron las corrosiones superficiales de la Cruz de Noguera, en plata y esmalte, que fue restaurada en el año 2000 pero ahora, un cuarto de siglo después, requería un mantenimiento.

 

Una de las restauradoras, trabajando en una luna de plata

Estructura

Otros de los objetos que han pasado por quirófano han sido dos candelabros de uso litúrgico realizados en el año 1706 en plata. En este caso, los restauradores han tenido que desmontarla para trabajar las piezas de forma individual puesto que los candelabros eran de plata, pero el soporte interno era un perno de hierro y una base de madera. Además, presentaba daños estructurales y ha habido que enderezar algunas de las piezas para eliminar deformaciones.

En el curso participan diez alumnos procedentes de lugares tan variados como Cataluña, la Comunidad de Madrid, País Vasco, Andalucía o Castilla León. Todos ellos son restauradores titulados que buscan en los cursos prácticos que ofrece la Fundación Santa María en colaboración con el Instituto Aragonés de Empleo (Inaem) la especialización para trabajar sobre determinados materiales.

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