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Joan Izquierdo: medicina de proximidad  y personalizada para pueblos del Jiloca Joan Izquierdo: medicina de proximidad  y personalizada para pueblos del Jiloca
Joan Izquierdo atendiendo en el Centro de Salud de Santa Eulalia del Campo

Joan Izquierdo: medicina de proximidad y personalizada para pueblos del Jiloca

El médico valenciano, con raíces en Griegos, recorre el territorio para atender a sus pacientes
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Joan Izquierdo nació en Valencia, pero su vínculo con Teruel viene de familia. Su abuela era de Griegos y, desde niño, viajaba al pueblo para las fiestas y para visitar a sus familiares. Aquellas visitas tempranas le permitieron conocer la vida rural y el valor del trato cercano entre vecinos, experiencias que han marcado su manera de entender la medicina que ahora practica desde el centro de salud de Santa Eulalia atendiendo a pueblos del Jiloca, Comunidad de Teruel y Sierra de Albarracín.

Tras estudiar Medicina en la Universidad de Valencia, Joan decidió especializarse en Medicina de Familia y Comunitaria en Teruel. El interés por la medicina también viene de cuna: sus padres son médicos de familia. Completó la residencia, y posteriormente varios másteres y títulos de experto complementarios que consolidan su formación. Desde entonces, su objetivo ha sido trabajar en un entorno donde la medicina de proximidad tenga protagonismo y la atención a los pacientes sea completa y humana.

Joan decidió orientar su carrera hacia Medicina de Familia y Comunitaria en un lugar como la provincia de Teruel buscando un entorno donde la atención integral del paciente fuera la prioridad. Explica que quería evitar que otras especialidades monopolizaran la práctica médica, de modo que pudiera formarse en todos los aspectos de la atención sanitaria sin depender de residentes de otras ramas. Esta elección refleja su compromiso con un enfoque completo y cercano, en el que el médico pueda conocer al paciente y su contexto de manera profunda.

Del hospital a la atención rural

Tras completar el MIR en Teruel, Joan pasó un año trabajando en Valencia, en el Centro de Salud de Paiporta, pero sentía que su lugar estaba en Teruel. Volver a la provincia significaba trabajar en un entorno que conocía, donde podía combinar su formación con la cercanía que ofrecía la medicina rural. Desde febrero de 2025, su base es el Centro de Salud de Santa Eulalia del Campo, desde donde cubre guardias y supervisa la atención de pacientes en los consultorios de los pueblos cercanos, muchos de ellos en el Jiloca, como Singra o Peracense, así como de comarcas limítrofes como la Comunidad de Teruel o la Sierra de Albarracín.

Cada consultorio funciona como un pequeño centro de salud con servicios básicos, y Joan adapta sus visitas según el calendario de atención de cada población. Aunque no siempre conoce personalmente a todos los pacientes, los habituales forman parte de un círculo que facilita un seguimiento más completo. “Se nota un apoyo social más fuerte. La gente se habla en la sala de espera y eso permite atender a cada persona con más tiempo y profundidad”, explica.

Conocer a los pacientes

El conocimiento del entorno y de las personas permite que la atención médica vaya más allá de los síntomas. Joan comenta que en los pueblos se crean relaciones de confianza que hacen que el paciente se sienta escuchado y cuidado. Incluso hay casos en los que personas acuden solo a saludar, un gesto que refleja la cercanía de la relación médico-comunidad. Esta interacción constante permite comprender el contexto familiar y social de cada paciente, lo que facilita un seguimiento más completo y personalizado.

El trato cercano es uno de los aspectos que más valora de la medicina rural. “Aquí se puede atender a la persona de manera más completa. Conoces su entorno, su familia y, muchas veces, su historia clínica, lo que permite ofrecer un cuidado más humano y profundo”, afirma. Esa conexión, dice, es imposible de replicar en grandes ciudades, donde la atención se mide por tiempos y números de pacientes.

La importancia de la medicina

de proximidad

Joan también resalta que la medicina rural requiere organización y compromiso. Cada población tiene sus horarios de atención, y él planifica sus visitas para asegurar que todos los pacientes reciban la atención necesaria. La cercanía con los vecinos permite identificar con rapidez necesidades de salud, ofrecer consejos y prevenir complicaciones, lo que refuerza la función comunitaria de los centros de salud.

Además, su trabajo fortalece el tejido social de los pueblos del Jiloca. Cada visita a consultorios o cada guardia contribuye a mantener viva la interacción entre vecinos y la confianza en el sistema sanitario local. Para Joan, esto convierte la medicina rural en una herramienta no solo clínica, sino también social: “Se crea complicidad con los pacientes y un seguimiento que en la ciudad sería imposible”.

Compromiso con Teruel

Joan Izquierdo tiene claro que quiere quedarse en Teruel y continuar desarrollando su labor en la comarca. Destaca la diferencia que supone la atención personalizada frente a los ritmos de las grandes ciudades: menos saturación, más tiempo con cada paciente y la posibilidad de conocer su entorno. Su vocación viene de familia y se consolida en la práctica diaria: brindar un servicio cercano, eficiente y adaptado a las necesidades de cada persona.

“Me gusta sentirme parte de la comunidad, conocer a la gente y poder atenderla de manera integral. Eso es la medicina de proximidad”, concluye. Desde el territorio, Joan mantiene viva la tradición de un servicio sanitario que combina profesionalidad con cercanía, mostrando que en Teruel también se puede ofrecer una atención médica completa y humana.

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