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El presidente de la Confederación del Júcar, Miguel Polo Cebellán, hace unos días junto al río Alfambra, durante una visita realizada a la zona

"Las aguas subterráneas tienen más resilencia y es la opción que queremos explorar para el Alfambra"

El presidente de la CHJ, Miguel Polo, estudia la posible ampliación de la concesión a Sarrión para el regadío de la trufa
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Cruz Aguilar

El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Miguel Polo Cebellán es el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar desde el año 2021, aunque su experiencia en la institución se extiende más allá de esa fecha puesto que hasta ese momento era Comisario de Aguas de la CHJ. En las últimas semanas ha recorrido varios puntos de la provincia de Teruel para conocer sobre el terreno algunos de los proyectos de riego.

-Estamos en un momento donde la sequía se alterna con las fuertes riadas. ¿Exige la situación actual una organización diferente para la CHJ?
-Es verdad que últimamente se habla mucho de los fenómenos meteorológicos extremos, pero vivimos en un país han sido siempre habituales las sequías y las inundaciones. Hace poco di una conferencia sobre los 90 años del Plan Nacional de Obras Hidráulicas, que se redactó en 1933, y es curioso ver cómo en el siglo XIX ya se quejaban continuamente de los problemas que suponen las sequías en este país. Para eso se comenzaron a construir embalses, para poder regular los ríos y controlar el caudal. Las presas nos permiten también retener las avenidas. En España se lleva muchos años trabajando en eso y tenemos mucho hecho.

-Precisamente esa es la demanda de los regantes del Alfambra, la construcción de una presa en Los Alcamines. ¿Cómo está el tema?
-Hoy en día el problema que tiene hacer una presa es, aparte de las cuestiones ambientales, la viabilidad de la construcción, y eso depende del uso que se dé a la infraestructura. Hemos estado recorriendo una parte del río Alfambra para ver el cauce y este río como regulación ya tiene más que suficiente. Vamos a analizar qué podemos hacer para mejorar la garantía del regadío en esta zona.

-¿Y qué alternativas barajan?
-No descarto desde luego el que haya algún tipo de embalse, aunque si soy sincero, hace ya unos cuantos años, por lo menos 15, se hizo un estudio de viabilidad del embalse, a través de una consultora de aquí de Teruel, y el problema que tiene es que el uso que se le puede dar es muy escaso, eso hace muy difícil la rentabilidad de la infraestructura. No es que esté descartando yo nada, para eso nos estamos entrevistando con los regantes, para hablar de cosas, pero hay que tener en cuenta que los mayores embalses que tenemos son los acuíferos. Posiblemente en el Alfambra haya que plantearse que en situaciones normales hay que coger agua del río, como vienen haciendo, pero cuando haya situaciones de sequía igual es mejor hacer uso del embalse natural que existe en la tierra, que son los acuíferos, y tener un  sistema que nos permita extraer el agua con más garantía que la que tienen las aguas superficiales. Eso es lo que vamos a estudiar.

Balsas laterales

-En otras zonas de Teruel se han construido balsas laterales para facilitar el riego. ¿Podría ser una alternativa aquí?
-Desde luego una alternativa a la construcción de presas sería derivar el agua en situación de avenidas hacia balsas fuera del cauce. Hace poco vimos, a través de la prensa, que la Comunidad de Regantes del Alfambra iba a hacer una balsa junto con el Gobierno de Aragón. Todo son alternativas., lo que pasa es que las balsas al final tienen volúmenes relativamente pequeños y para garantizar el regadío en una situación como la que hemos vivido haría falta un embalse de lo que se llama regulación hiperanual. Es decir, almacenar agua de uno o varios años anteriores para usarla, y ese tipo de regulación es muy cara porque necesita grandes volúmenes de embalsado, lo que a su vez supone una gran presa y muchas expropiaciones. Por eso no hay que descartar el irse al embalse natural que es el acuífero. Hace poco. precisamente en una conferencia del jefe del Instituto Geológico Minero de España en la zona de Levante abogaba por eso, porque las aguas superficiales, las de los ríos, son muy vulnerables porque en cuanto viene una época de sequía la merma del caudal es inmediata. En cambio, las aguas subterráneas tienen mucha más resiliencia, mucha más inercia y nosotros queremos explorar es esa vía para el regadío del Alfambra.

-¿Cómo se articularía? ¿Sería a través de pozos para extraer cuando se necesita?
- Para eso hay que hacer en un estudio, ver dónde están los aprovechamientos. Estamos a punto de formalizar un contrato para que una consultora nos haga el estudio y hablar con los usuarios, porque en el Alfambra hay  25 tomas, es decir, 25 comunidades de regantes, por lo que habría que hacer varios sondeos para poder atender a todos, pero eso hay que estudiarlo. Yo tampoco quiero lanzar directamente esa idea porque los agricultores estaban muy por la labor de que volviéramos a retomar el tema de la presa y yo tampoco quiero quitar la ilusión, pero hay que poner los números encima de la mesa para ver qué alternativas hay y cuál puede ser más viable.

-¿Uno de los problemas que tienen las presas es la viabilidad después de su mantenimiento?
-Las presas se hacen para un uso, para unos usuarios, mientras existan esos usuarios es posible mantener la infraestructura porque esos regantes son al final los que hacen frente a los costes de explotación. El problema es cuando se van abandonando cultivos y se reduce el número de usuarios, que los que quedan no pueden hacer frente al coste de las infraestructuras. En Teruel tenemos desgraciadamente el ejemplo de una presa, la de Mora, que después de hecha no se ha puesto en funcionamiento y está ahí esperando a que lleguen los usuarios. Si miramos la historia de la política hidráulica en España desde finales del XIX hasta ahora, veremos que una de las cosas de las que se dieron cuenta al principio de los tiempos es que no bastaba con hacer una presa , sino que a la vez debías hacer la distribución del agua, y eso por ejemplo en Mora de Rubielos no se hizo. Tampoco hay interés en la zona, el problema es ese. En Sarrión sí hay un interés por regar, pero se han buscado la vida y tienen sus sondeos, de hecho el Gobierno de Aragón ha contribuido a la realización de una serie de obras que están acabándose ahora.

Regadíos sociales

-En Mora sí hay un proyecto para un regadío social de unas 140 hectáreas, entre las que una parte son de cultivos de trufa. ¿Estarían dispuestos a retomar ese proyecto?
-Eso es cosa de Agricultura, del Gobierno de Aragón. Creo que el problema que tienen es que posiblemente ese proyecto se hizo pero no ha habido ya un interés social en que eso se ponga en marcha. Para que cualquier administración haga una inversión de este tipo tiene que haber un  respaldo de la gente.

- En Sarrión la colaboración público privada ha sacado adelante un regadío que, además, va a cambiar el panorama del mercado de la trufa. ¿Es un ejemplo a seguir?
-La política hidráulica en España desde principios del siglo XX pretendía que fuera la iniciativa privada la que desarrollara las obras y eso funcionó, por ejemplo, en el ámbito hidroeléctrico, pero no fue posible que la iniciativa privada hiciera presas destinadas a regadío. Entonces se hicieron sucesivas modificaciones legislativas para ir aumentando la subvención que se daba a la empresa privada que hiciera obra hidráulica y, aún así, no hubo forma de que eso cogiera cuerpo. Por eso se hace el Plan de Obras Hidráulicas en el año 1933, pero a mitad del siglo XX se inventa la primera bomba sumergible y eso propicia que, al mismo tiempo que el Estado estaba haciendo una política de Estado en materia de obras hidráulicas, empiece a proliferar la iniciativa privada a base de la construcción de pozos, porque ya existía la tecnología. Hasta entonces las obras eran muy someras, pero a partir de los años 60 y 70 convive la iniciativa privada con la pública en materia de aguas y llegamos en muchas zonas al desastre.

-¿Qué quiere decir?
-Que conduce a la sobreexplotación de los acuíferos, sobre todo porque empiezan a proliferar los pozos privados. El tema de Sarrión lo bueno que tiene es que se ha creado una industria en torno a la trufa, porque no sólo está la producción sino que se hacen productos a partir de ella. Lo bueno es que, como hablamos el otro día con el presidente de la Comunidad de Regantes de Sarrión, Manuel Doñate, en una visita a la zona, es importante que no se nos vaya de las manos y parece que, afortunadamente, no se va a ir. Eso es una zona donde se ha puesto en regadío una serie de cultivos. La trufa tiene la ventaja para la Confederación de que es un cultivo cuya rentabilidad es a medio plazo. El periodo de plantación, hasta que empieza a producir, es muy largo y eso no lo hace un cultivo atractivo para esas empresas que están ahora mismo detrás de la industria agronómica y, en principio, no está previsto hacer más ampliaciones de regadío según nos dijo el presidente.

-La Comunidad de Regantes de Sarrión ha solicitado el incremento del caudal para riego. ¿Se va a conceder?
-Estamos en ello, estamos valorando si es posible hacerlo, porque lo que es importante es que el sistema esté en equilibrio y no se produzca un efecto  perjudicial en el río Mijares. Estamos con el Instituto Geológico minero de España haciendo un estudio con la intención de ampliar esa dotación.

Pozos

-¿Están creando muchos problemas los pozos en la Cuenca del Júcar a su paso por la provincia de Teruel?
-No, afortunadamente en Teruel no estamos teniendo ningún problema. En la demarcación hidrográfica del Júcar no hay problemas como los de Doñana o el acuífero de la Mancha occidental. No tenemos pozos ilegales y, si alguien denuncia uno, lo perseguiremos. El problema que tenemos es por sobreexplotación derivada de pozos que en su día se hicieron casi legalmente, pero lo que falta es un control de la administración. Pozos ilegales no hay, pero sí que tenemos en algunos sitios sobreexplotación, aunque no es en el caso de la provincia de Teruel.

-Proyectaron hace unos meses obras para evitar las fugas en la presa de Valbona con una inversión de dos millones de euros. ¿Cómo avanzan esos trabajos?
-Lo que se ha hecho es declarar la obra de emergencia para poder hacerla cuanto antes, los trabajos todavía no han empezado, se iniciarán en 2024. Se está terminando de definir la solución que se va a hacer para arreglar el problema que hay, que no son exactamente filtraciones. La presa tiene ya tiene muchos años y ha habido algún lavado de finos, por eso los taludes de la presa no están en buenas condiciones. Es una presa curiosa, porque parece más una balsa, porque tiene un cuerpo de presa de hormigón, pero luego tiene una serie de diques a modo de balsa que son los que se van a reparar por emergencia.

-El pasado mes de noviembre se registró en el Arquillo el nivel más bajo para ese mes del último lustro porque estaba al 65,6% de la capacidad. Una cifra que, sin embargo, es mucho mejor que la reserva hídrica española, que está al 37,9% de su capacidad, e incluso que la reserva de la cuenca. ¿Son buenas cifras las que se manejan teniendo en cuenta la situación de sequía que atraviesa España?
-Estamos en un periodo de sequía prolongada, pero eso no se traduce en una situación de escasez, precisamente porque tenemos sistemas de regulación, embalses o acuíferos que permiten tener agua de otros de periodos anteriores y eso es lo que importa a efectos de usuarios. Pero la verdad es que ya empieza ser un poco un poco preocupante porque estamos a comienzos de diciembre y en general no ha llovido nada en toda la demarcación hidrográfica de Júcar.

-Los ríos son un espacio cada vez más demandado para estar en contacto con la naturaleza. ¿Qué opinión le merecen las iniciativas para realizar miradores o pasarelas?
-Todos los proyectos que lo que hacen es poner en valor el río nos interesan, porque ayudan a cambiar la sensibilidad con los cauces.

-Hay algunos proyectos para la recuperación de pequeñas centrales hidroeléctricas, como la de Tramacastilla. ¿Cómo se ven estas iniciativas desde la Confederación Hidrográfica del Júcar? ¿Tienen cabida ahora, un momento en el que la generación de energía es tan importante?
-Yo lo que estoy viendo es que Iberdrola está abandonando las centrales hidroeléctricas en las que no hay capacidad para elegir el momento de fabricar la energía, de controlar el precio.  El problema de la hidroeléctrica es que los equipos son carísimos, pero en todo caso nosotros lo que hacemos es tramitar, son ellos los que tienen que analizar la viabilidad del proyecto.

Presa de los Toranes

- La presa de Los Toranes ha abierto un acalorado debate entre los que abogan por su demolición puesto que ya no funciona la central hidroeléctrica que motivó su construcción y los partidarios de mantenerla por las ventajas de riego que tiene, según los regantes, y de cara a usarla de nuevo como central. ¿Cuál es la opción más ventajosa para la cuenca del Júcar?

-La opción que defiende la confederación es eliminar la presa simplemente porque es que no es una presa de regulación, es una presa hidroeléctrica que ya no tiene función hidroeléctrica. Una presa de regulación lo que hace es que cuando llegan periodos de lluvias, intensas o no, almacena el agua y luego tú la sueltas  y se va renovando, vas haciendo un uso de un volumen que si no tuvieras la presa se perdería. Pero la de los Toranes no es de regulación, simplemente han hecho una pared que eleva el nivel del agua y se derive por el canal de derivación de la central hasta llegar al salto para producir la energía. Aquí no almacenamos agua, el agua que hay es la misma que cuando se hizo la presa, no tiene una función de regulación. Nos hubiera gustado que se hubiera buscado una solución para reponer el regadío, que era al final lo que quería la gente en Olba, pero se han enzarzado en mantener la presa. Ese riego no dependía de los Toranes hasta que se destrozó un tramo de la acequia y optaron por captar el agua desde el canal de derivación de la central, llevan años haciendo uso de ese agua a costa de Iberdrola, y ahora es muy difícil que vuelvan a formar comunidad y hacer un aprovechamiento conjuntos. El asunto está ahora mismo en los tribunales, el pleito entre Iberdrola y el Ministerio es quién paga, pero no si se demuele o no, porque nadie pone en duda jurídicamente que hay que demolerla.

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