

Orihuela celebra 25 ediciones de una feria repleta de interacción entre el público y los animales
La muestra apenas ha contado con rumiantes por la enfermedad de la lengua azul, pero el público se ha volcado y participado en todos los actosEl análisis de las garrapatas en los ciervos de Orihuela desvela cinco géneros diferentes
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Orihuela del Tremedal celebra este fin de semana 25 ediciones de una Feria Ganadera y Artesanal que resurgió en el año 1999 -tras varias décadas desaparecida- y que se fijó como objetivo que el público pudiera interactuar con los animales más allá de verlos estabulados. En ella las caballerías recuperan el papel de antaño para el transporte, el arrastre de madera o la monta.
La inauguración de la muestra estuvo seguida de la entrada de los animales al recinto, a pie y guiados por sus propietarios, como se hacía tradicionalmente, cuando particulares y tratantes acudían a las ferias a hacer negocios. También se recreó una venta de una mula en la que vendedor y comprador regatearon el precio hasta acordar el definitivo, que se selló con un apretón de manos, un acto que hace unas décadas valía tanto como una firma ante notario. Esta forma de negociar se ha sustituido actualmente por el click: “Hoy en día muchos de los tratos se hacen ya por internet, ves el animal y, si te gusta, vas al sitio y lo compras”, relataba Roberto Belda, ganadero de equino y responsable de explicar los diferentes oficios durante la mañana del sábado en la Sierra de Albarracín.
El alcalde de Orihuela del Tremedal, Rafael Samper, especificó que este año hay 140 expositores, contando también con los animales, y que esperan recibir en torno a 3.000 personas a lo largo de todo el fin de semana. Detalló que se trata de una muestra “muy familiar”, que tiene el encanto de las de antes, donde los asistentes interactuaban con los animales. Además, destacó el gran número de actividades programadas, todas ellas con caballerías como protagonistas. A los paseos a caballo y en carro se sumó una manada de ocas que se paseó por las diferentes zonas de la feria llamando la atención de los asistentes.
La música tampoco faltó y los dulzaineros de Sigüenza llevaron a cabo diferentes pasacalles por todo el espacio. Por la mañana tuvo lugar una demostración de arrastre de troncos con caballerías y por la tarde fue el turno del herraje de los equinos y de la exhibición de trilla, actividades todas ellas habituales en el Teruel del pasado y que ahora sólo es posible verlas en exhibiciones.
Las setas, que son otro de los atractivos de la Feria de Orihuela, no han salido todavía en los Montes Universales, donde sí está en plena ebullición la berrea de los ciervos, que emiten fuertes sonidos para llamar la atención de la hembra con el objetivo de aparearse.

La exposición de cabezas de ganado estuvo marcada por la ausencia de rumiantes debido a la enfermedad de la lengua azul, que dejó solas a las 60 reses del Chantre, dependiente de la Diputación de Teruel.
El diputado delegado de Ferias, Miguel Ángel Navarro, señalo que la institución provincial debe ser ejemplo de animales vacunados y desparasitados y que cumplan con toda la normativa. En Aragón la vacunación contra la lengua azul es voluntaria.
Navarro detalló que a los agricultores y ganaderos les gusta asistir a la muestra de Orihuela porque “es una forma de encontrarse, de intercambiar impresiones sobre la cosecha y ver cómo se prepara el siguiente año”, además detalló que “sirve para llegar a tratos sobre animales, paja o alfalfa”, dijo. “Que una feria vaya bien es síntoma de que el sector tiene ya no progreso, pero al menos sí esperanza”, aseguró.
El diputado en las Cortes de Aragón Alberto Izquierdo, que fue el encargado de inaugurar la muestra, defendió una renta básica agraria que permita mantener las explotaciones “cuando vienen mal dadas” y “hay problemas derivados de la meteorología o el elevado precio del pienso”, comentó a modo de ejemplo. A su juicio, la agricultura y la ganadería son “la base fundamental de la realidad de nuestra provincia”, dijo.
El alcalde de Orihuela hizo un buen balance de la muestra, que ha cumplido 25 ediciones desde su recuperación, ya que aunque se inició en el año 1999, la pandemia provocó su suspensión durante dos años. “Fue una apuesta importante y la recuperamos con amigos y compañeros, pero ahora está muy fuerte y se llenan los restaurantes y todos los aparcamientos”, especificó.
Roberto Belda explicó la importancia de dar a conocer unos antiguos oficios que “la gente de determinada edad no ha visto y es vital que los niños conozcan”. A juicio de Belda, la relevancia de la muestra de Orihuela radica en que “los animales salen del box, no sólo están expuestos, sino que se ven en activo, con las actividades que desarrollaban” y que eran su misión en el pasado y la gente puede interactúa con ellos.
Productos kilómetro cero
Hasta la población de los Montes Universales acuden centenares de personas tanto de la provincia de Teruel como de la Serranía de Cuenca, con la que limita. Se trata de una cita obligada para muchas familias, como la de Sandra y José, que llevan ya varios años desplazándose desde la capital conquense junto a unos amigos a pasar el fin de semana y a llenar su despensa con algunos productos agrarios turolenses, como las patatas, el melocotón de Calanda, la hidromiel o el queso. “Venimos desde hace mucho tiempo y cada año se suman más parejas”, decía Sandra, quien detalló que este año están 16 personas alojadas en la zona.
Entre los vendedores hay algunos de la propia comarca, como Jamones Bronchales, cuyos empleados no daban abasto en algunos momentos tanto con la venta de productos como sirviendo bocadillos, que para muchos de los asistentes se han convertido ya en el almuerzo clásico de la muestra. El comercio de proximidad también estaba presente con El Huerto de Presi y su responsable, Pablo Játiva, indicaba que la gente compra más si hay menos afluencia que en los momentos de mayor masificación, que se limitan a hacer el recorrido siguiendo la marabunta sin apenas pararse en los puestos.
Junto a esos alimentos de kilómetro cero hay otros como los quesos de los Alpes o productos de diversos tipo como bisutería o baterías de cocina. Además, también acuden hasta Orihuela numerosos vendedores de artículos específicos para ganadería, como el guarnicionero Marian, que se desplaza desde Tarragona y vende sobre todo cencerros y collares para ganado, aunque también cascabeles para cetrería, zurrones o estuches para llevar navajas o machetes.
Precisamente en ese puesto estaba probando esquilos Ángel Torralba, ganadero de ovino de Sotos (Cuenca), quien explicó que los utiliza para saber por dónde está el ganado, pero también para que los corderos encuentren a sus madres o para guiar al ganado, colocándoselo a uno de los animales que vaya siempre en cabeza.

“Quitar a ovejas y vacas del monte provoca que después haya incendios”
Vicente Boronad, Parra, conoce los Montes Universales como la palma de su mano fruto de recorrerlos durante décadas junto a sus caballerías para extraer los pinos en un momento en el que la madera era el recurso principal en la Sierra de Albarracín.
El pino albar pesa mucho y tiene la corteza fina, lo que dificulta su manejo en las pendientes y, “si no lo llevas bien, se pasa al mulo” y hay peligro de accidentes. “El rodeno se trabaja mejor, lleva la corteza gorda, se engancha al suelo y lo dominas”, explicaba este sábado mientras sujetaba el ramal de su mula Montaña, a la que no utiliza para trabajar y “no ha ganado ni un solo euro para la casa”, pero la ha criado él y le da grandes satisfacciones, aseguró.
El monte Caimodorro era uno de sus lugares habituales de trabajo puesto que el escarpe y los difíciles accesos requerían el uso de mulos para la extracción de los troncos. Sin embargo, el hombre, ahora de 70 años, ha recorrido también otro pueblos como Guadalaviar, Tramacastilla o Griegos.
Una vez cortado el pino, las mulas lo sacaban hasta el camión o hasta la maquinaria de arrastrar. Un viaje tras otro para llenar todo un camión, algo que un solo mulo podía hacerlo, aunque todo dependía de la distancia de camino que hubiera que recorrer “Nos pagaban por pino o por jornada”, comentó, y él dedicó toda su vida a esa profesión que pagó “la comida y la educación” de sus hijos. Parra llevaba un equipo de cuatro o cinco mulos, con una persona por cada animal, aunque para los troncos más grandes se utilizaban dos.
Le duele el estado en el que están ahora los montes, que poco tienen que ver con los que él atravesaba con sus caballerías y asegura que es un error “quitar a los animales”, no sólo los equinos, sino también a las ovejas, las cabras y las vacas: “El poner tantos impedimentos a la gente del campo es lo que hace los destrozos que hay después, como los incendios”, alertó Vicente Boronad.
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