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Tronchón estrena el primer museo  de España que muestra un completo ajuar de un hospital de beneficencia Tronchón estrena el primer museo  de España que muestra un completo ajuar de un hospital de beneficencia
Varias personas observan algunos de los objetos que se exhiben en el museo inaugurado en Tronchón y dedicado al hospital de pobres. Cristina Mallén

Tronchón estrena el primer museo de España que muestra un completo ajuar de un hospital de beneficencia

Funcionó desde el siglo XVIII hasta principios del XX para ayudar a los pobres
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Cruz Aguilar

En prácticamente todos los pueblos existe una calle del Hospital y se llama así precisamente porque en ella hubo en siglos pasados un hospital. En él no había especialistas médicos, pero sí toda las medidas higiénicas y las atenciones que la época permitía. Para conocer esos espacios de beneficencia, fundamentales para atender a enfermos, pobres, huérfanos y ancianos sin familia en épocas pretéritas, el viernes por la tarde se inauguró en Tronchón un espacio expositivo con muchos de los objetos que hubo en el hospital de pobres que funcionó en los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX. Se trata del único espacio expositivo de España que cuenta con todo un ajuar del hospital, compuesto por vajillas, camisones, ropa de cama y elementos muebles, como camillas o una silla de barbero.

En este sentido, la técnica de Patrimonio de la Comarca del Maestrazgo, Sonia Sánchez, explica que sí hay inventarios por escrito de muchos de los hospitales que había diseminados por el territorio nacional, pero no ha localizado ningún lugar en el que se conserve un ajuar completo como ocurre en Tronchón. El hospital se cerró en la década de 1920 y en ese momento toda la ropa de cama se guardó, limpia y perfectamente plegada, en dos grandes arcones. Cuando se realizaron obras en el edificio del Hospitalico, que es como se conoce al inmueble en la localidad, se trasladaron al Ayuntamiento y allí permanecieron hasta que en el año 2008 la Asociación Cultural de Tronchón organizó un acto público para quitarles los candados y descubrir el contenido. “Lo curioso es que nadie los abrió en todo un siglo y eso que hubo momentos como la posguerra donde el tejido era escaso”, comenta el alcalde de la localidad, Roberto Rabaza.

El estado de conservación de todas esas piezas textiles era excepcional y para su musealización solo ha sido necesario lavarlas y plancharlas de nuevo.

Presentación del museo del antiguo hospital de pobres de Tronchón, con Roberto Rabaza en el centro. Cristina Mallén

El alcalde manifiesta que a esos dos grandes arcones llenos de ropajes y pequeños elementos como orinales o jofainas se han ido sumando otros que pertenecieron al hospital, porque así figura en el inventario, aunque se encontraban en lugares diversos. Entre ellos destaca una antigua bañera de metal o una camilla de hierro que se utilizó durante mucho tiempo para recoger personas que se accidentaban o morían en el campo. “En el Ayuntamiento había una silla de barbero que también está en el inventario y que ahora hemos expuesto”, dice.

La exposición está compuesta por tres maniquíes que llevan algunas de las ropas halladas en los baúles, dos catres vestidos con las sábanas y colchas antiguas y los diferentes elementos de mobiliario encontrados, entre los que están la camilla y la silla y también varios armarios.

Los propios arcones que desde la década de los años 20 del siglo pasado y hasta los primeros años de este siglo XXI guardaron los materiales del hospital se han utilizado ahora para su musealización y en ellos se han colocado algunos de los elementos tal y como aparecieron en el momento de la apertura.

A todo ello se suma la vajilla de cerámica decorada en blanco y con motivos azules que lleva las siglas de San Nicolás, nombre que tenían numerosos hospitales de la época porque, como explica Sánchez, es el protector de los niños y precisamente atender a huérfanos y desamparados era uno de los más importantes cometidos de estas instituciones.

El presupuesto para musealizar el contenido se ha elevado a 3.000 euros ya que el edificio fue reformado en 2006 para albergar un centro de interpretación con otra temática. Todo ese contenido, centrado en los quesos y los sombreros, se ha trasladado para destinar todo el espacio al antiguo hospital de pobres. En ese momento se invirtieron 61.000 euros y durante años estuvo allí ubicada la oficina de turismo del municipio. El consistorio ha impulsado la puesta en marcha del espacio expositivo, que ha contado con el asesoramiento técnico y la colaboración de la Comarca del Maestrazgo.

La inauguración tuvo lugar el viernes por la tarde y a la misma acudieron numerosos vecinos para ver cómo había quedado el edificio conocido como Hospitalico. Después todos los asistentes disfrutaron de un picoteo en el bar.

Tres vecinos observan algunos utensilios antiguos que exhibe el museo. C. M.

Instituciones de beneficencia de gran utilidad en siglos pasados

En el Maestrazgo había hospitales en todos los municipios, como apunta la técnica de Patrimonio y Cultura del Maestrazgo, Sonia Sánchez eran como el horno, el molino o la herrería, servicios necesarios para la población. La experta detalla que en sus inicios eran promovidos por nobles y clérigos, pero desde que en el siglo XVI toman fuerza los concejos son ellos los que los impulsan como instituciones de beneficencia muy necesarias para atender a pobres y ancianos y niños sin familiares que pudieran hacerse cargo de ellos.

Están documentados los de Molinos, Castellote, Mirambel, Santolea, Cuevas de Cañart, Bordón y Luco de Bordón, Pitarque, Villarluengo, Tronchón, Cañada de Benatanduz, Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Fortanete, Villarroya de los Pinares y Miravete de la Sierra.

La referencia más antigua a un hospital es en La Iglesuela del Cid, cuyo hospital fue fundado en 1352 por María Menso y Domingo Calatayud. Legaron una casa y un huerto y fundaron una capellanía para enfermos y transeúntes. De este hospital hay más referencias ya que en 1601 estaba reparado y arropado y en 1771 mantiene tres camas con aseo y limpieza y los enfermos son asistidos por un hospitalero.

La vajilla con las siglas de San Nicolás se realizó en los hornos de Tronchón

El de Cantavieja por su parte se fundó en 1437 por el presbítero Sancho Miguel. Esto en funcionamiento durante cuatro siglos y medio y en 1893 el edificio se convierte en Convento de las Anas, monjas que seguirán prestando atenciones hospitalarias. En la localidad existió la Fundación Santo Hospital hasta los años sesenta que se ocupó de la gestión administrativa del mismo. También muy antiguo era el de Cuevas de Cañart, donde en 1451 había un hospitalero llamado Pedro Sánchez.

En estos lugares cuidaban físicamente de la persona, según especifica Sonia Sánchez, porque le daban de comer, cobijo y también ropas si era necesario. Pero también atendían los aspectos espirituales porque se trataba de personas “excluidas de la sociedad, era una forma de integrarlos de nuevo”, matiza.

Horarios para visitarlo

El Ayuntamiento tiene previsto ampliar los periodos de apertura de la Oficina de Turismo y que esté operativa durante todos los fines de semana desde Semana Santa al puente de Todos Los Santos. Actualmente solo abre durante el periodo estival y los puentes.

Roberto Rabaza indica que Tronchón tiene elementos diferenciadores que pueden ser un atractivo importante para los restas: “A este pueblo tienes que venir aposta, pues que merezca la pena”, plantea, para enumerar los diferentes espacios que quieren incluir en una visita guiada, en la que estará el Museo del Antiguo Hospital de Pobres; el cementerio, donde se ha recuperado la sala de autopsias; los lavaderos, que hay tres, uno de ellos dedicado a lavar la ropa en época de epidemias y los pilones en los que se ajusticiaba en el pasado a los delincuentes. “Conservamos muchos elementos del pasado que pueden resultar muy curiosos para la gente”, precisa el alcalde.

Vendas, sábanas, una planta y un orinal, algunos de los elementos del ajuar

Sonia Sánchez argumenta que el nombre del hospital variaba de unos lugares a otros. Mientras que en Tronchón hay una placa en la fachada donde pone Hospital de Pobres, en Cantavieja se denomina Santo Hospital y en la Cañada de Benatanduz Casa de Pobres. “Diferentes denominaciones pero el objetivo era el mismo, evitar que la gente pidiera limosna y que los enfermos pudieran contagiar, había que recogerlos en algún sitio”. Los residentes eran atendidos por el médico y el cirujano del pueblo, a quienes se les pagaba con las limosnas de la gente.

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