Del talento pionero de Francisco Íñiguez a las posibilidades infinitas de la fotogrametría
Varios expertos debatieron en Teruel sobre la restauración y conservación del patrimonio mudéjarLas torres mudéjares de la Catedral y San Martín se preparan para abrir al público
El Simposio de Mudejarismo constata la buena salud y vigencia de los estudios mudéjares
Los enormes avances que se produjeron en las técnicas de restauración en Aragón durante la II República Española y el futuro inmediato en el que la tecnología se está poniendo al servicio de la conservación del patrimonio monumental, fueron dos de los hilos conductores de la I Jornada sobre Conservación y Restauración de Arte Mudéjar, y que tuvo lugar este viernes en el salón de actos del Edificio de Bellas Artes del campus universitario de Teruel.
La jornada, que pudo seguirse vía streaming a través del canal de Youtube de la Diputación Provincial de Teruel -donde han quedado almacenadas las tres ponencias para su consulta-, contó con la presencia de Carlos Bayod, director de proyectos de la Fundación Factum; Ascensión Hernández, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, y Pedro Luis Hernando, director del Centro de Estudios Mudéjares y del Museo de Arte Sacro de Teruel.
Inmaculada Plaza, directora del Instituto de Estudios Turolenses, fue la encargada de dar la bienvenida a ponentes y asistentes a la jornada junto a Ángel Castro Vázquez, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del campus de Teruel, de la Universidad de Zaragoza. Plaza mencionó la “responsabilidad” y también la “emoción” que deben de sentir los restauradores y los historiadores “cuando tienen entre sus manos objetos que nos hablan de la vida de hace varios siglos”, y reafirmó el compromiso del IET y de la comunidad científica que reúne con la conservación del patrimonio histórico.
Estado en Teruel
Pedro Luis Hernando, director del Centro de Estudios Mudéjares abrió las jornadas haciendo un balance del estado del patrimonio mudéjar en la provincia de Teruel, “cuya problemática es muy parecida al que tiene en el resto de España”, que no es otro que “la despoblación”. Tradicionalmente en muchos pueblos eran los propios vecinos quienes arreglaban las tejados y los pequeños desperfectos de las iglesias, “pero ahora ya no hay nadie que haga ese mantenimiento”. Fruto del abandono, los trabajos que hay que acometer para consolidar las estructuras son cada vez más “caros y complejos”, en una especie de pescadilla que se muerde la cola.
La iglesia de San Miguel de Maluenda o la iglesia y torre de la Virgen de la Huerta de Villanueva de Jalón (Chodes) son dos ejemplos de templo de gran valor en un estado de completa ruina. Estos edificios deberían tener más atención y más fondos que los que se encuentran en núcleos de población importantes, en opinión de Hernando, que tienen muchas más dificultades para financiarse.
También puso ejemplos de localidades pequeñas, como Martín del Río, Camarillas o Lechago, que se han implicado muy activamente para proteger su patrimonio y sus torres y están consiguiendo algunos éxitos.
En la capital turolense la cuestión es bien diferente. “Nosotros tenemos la suerte de tener en Teruel las torres mudéjares declaradas Patrimonio de la Humanidad en un estado excelente”, gracias a “las instituciones públicas que han dedicado fondos a esto, y de contar con un equipo humano que ha trabajado de una forma excepcional desde el punto de vista técnico, sobre todo teniendo en cuenta en qué estado habían quedado tras la guerra”. “Podrían servir como modelo para otras restauraciones de patrimonio mudéjar por toda España”, insistió Hernando.
Agresiones en las fiestas
Otra cosa es si en Teruel se está haciendo lo suficiente por cuidarlo o no. Pedro Luis Hernando llamó la atención sobre las agresiones que los elementos arquitectónicos suelen sufrir en determinadas fechas, como La Vaquilla o las Bodas de Isabel. “En la base de la torre de la Catedral y de San Martín se hacen agujeros y se colocan tacos para sujetar determinados elementos”, recordó Hernando. “Seguro que hay una forma de hacer eso sin agredir al patrimonio”, aseguró. También denunció las jaimas que se colocan en la plaza Francés de Aranda, cuyas hogueras afectan a la catedral. “Las Bodas de Isabel son buenas para Teruel y no tenemos que dejar de celebrarlas tal y como las conocemos”, aclaro, “pero seguro que hay otras maneras de hacer las cosas”. También mencionó la performance que tuvo lugar en 2017 por el 800 aniversario de la Leyenda de los Amantes, en la que dos acróbatas se descolgaron de la Torre de San Martín para hacer un baile inspirado en la historia de Diego e Isabel. “Finalmente no hubo agresiones graves a la torre, pero desde luego no le hizo ningún bien”. Hernando instó a las instituciones a que “piensen un poco más en lo que se hace. Se ha invertido mucho dinero y mucho esfuerzo para que nuestro patrimonio esté en un estado excelente, y lo menos que podemos hacer es respetarlo y conservarlo para los que vengan después”.
Aragón, muy moderno
A continuación intervino Ascensión Hernández, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, que ofreció muchos datos sobre los trabajos que se llevaron a cabo para restaurar la Parroquieta de La Seo en Zaragoza, tanto en su muro exterior, una obra mudéjar única y muy conocida, como el templo anexo. Ese muro ofrecía un estado muy deteriorado en los años 20, con las ventanas originales tapadas y otras abiertas en diferentes momentos históricos. Su restaurador fue Francisco Íñiguez Almech, uno de los grandes expertos del momento, que además aplicó técnicas y tomó decisiones muy avanzadas a su tiempo, que convierten esta restauración “en un excelente proceso, digno de estudio, por su valor técnico y conceptual”.
Paradójicamente para aquellos que identifican el modelo republicano español con la quema de las iglesias y la destrucción del patrimonio, no fue hasta la llegada de la II República cuando la mayor parte de esos bienes culturales dejaron de correr un serio peligro de desaparecer. La II República incluyó la Parroquieta de La Seo entre los 731 Monumentos Nacionales que se declararon de una sola tacada en 1931, para que el Estado tuviera una herramienta eficaz para financiar y encargar las restauraciones que evitaran que estos edificios históricos, muchos de ellos propiedad de la Iglesia, acabaran derrumbándose.
En ese sentido, Hernández mencionó que a la luz actualidad algunas actuaciones de Íñiguez y de otros restauradores de la primera mitad de siglo XX serían hoy controvertidas, “porque existían sensibilidades completamente diferentes”, y en muchos casos se tomaba como referencia la época medieval, y no las anteriores, o se eliminaban decoraciones barrocas -o neoclásicas- que se consideraban poco más que una aberración para devolver a los templos a su estado original. Hoy en día el restaurador respeta todos los momentos constructivos de cada monumento -incluso todos los momentos restauradores, cuando son significativos y compatibles con lo primero-, y se afana para que los elementos restaurados se distingan claramente de los originales, cuando existen, y de que cualquier intervención pueda ser restituida en el futuro. “Pero no podemos criticar o enjuiciar las restauraciones que se hicieron en el pasado, en un contexto, con unos medios y unas sensibilidades muy diferentes a las actuales”, afirmó Hernández.
Al contrario de lo que había ocurrido antes -y siguió ocurriendo en otros lugares-, en La Parroquieta de La Seo se realizó un trabajo excepcionalmente pionero. “De ahí radica la importancia de esta restauración”, dijo Hernández. “Íñiguez recuperó el dibujo pero no el color, cosió las heridas pero no quiso imitar el aspecto del muro original”. “Eso nos puede gustar o no, pero es una respuesta absolutamente moderna, a la altura de los mejores restauradores del mundo, y que responde al debate que existía en los año 30 en todo el mundo en ese sentido.
Pero si Íñiguez se negó a “imitar” el aspecto original a través de materiales modernos en el exterior de La Parroquieta, “en el interior del templo tomó la decisión contraria, y recuperó el original”. “Esto no es una falta de coherencia”, afirmó Hernández. “Simplemente es una señal de que el trabajo del restaurador es extraordinariamente complejo”.
Tecnología de vanguardia
Si Ascensión Hernández habló del pasado, Carlos Bayod, el último ponente, habló sobre el futuro. El arquitecto es director de Proyectos de la Fundación Factum, dedicada a la preservación del patrimonio a través de la tecnología digital. Bayod habló sobre el archivo documental digitalizado que está realizando la Fundación Factum gracias a técnicas 3D, que hace pocas décadas eran impensables.
Bayod puso varios ejemplos de los trabajos que ha realizado Factum, que digitaliza obras de arte a una gran resolución a través de fotogrametría, entre otras técnicas sin contacto –y por tanto con ningún tipo de agresión a la original-, para diferentes usos relacionados con la restauración, la investigación, la educación o la divulgación cultural.
En 2009 Factum actuó en la cámara funeraria de la tumba de Tutankamón, escaneando el color de las pinturas y “la textura capturada de forma tridimensional”. Esos datos protegen las obras en el sentido de que quedan perfectamente documentadas, y además “permiten construir un facsímil de cara a tener un turismo sostenible y respetuoso con los monumentos originales, que en muchos casos sufren daños cuando son muy visitados”.
Factum también a documentado relieves de la Sinagoga del Tránsito y la Casa de Mesa de Toledo, entre otros monumentos mudéjares. Bayod explicó que el reto no solo consiste en el trabajo de escaneado de pinturas, relieves o yeserías mudéjares, como las estudiadas en Toledo, sino también en la reproducción del bien documentado en tres dimensiones. Aunque el proceso comienza con fresas mecánicas, “después requiere siempre un proceso manual para afinar los acabados”.
En la Iglesia de San Juan de Ruesta (Huesca) la Fundación Factum ha puesto en práctica otra de las aplicación de estos modelos de obtención de información digital: la posibilidad de rellenar huecos y construir facsímiles idénticos al original, mostrar frescos como relieves sin pintar o resituar pinturas que se conservan fuera del lugar donde fueron pintadas gracias a la realidad aumentada. “Desde luego esto no tiene como objetivo sustituir a la obra original, sino extender y expandir la experiencia de exposición y difusión al público”, aseguró Bayod.
Factum también ha utilizado esa información en diferentes proyectos para diseñar planes pormenorizados de restauración de monumentos o piezas en el laboratorio, actuando primero sobre las copias para diseñar el mejor plan posible de intervención sobre el original.
Las Jornadas sobre Conservación y Restauración de Arte Mudéjar, que tendrán continuidad a lo largo del tiempo, se cerraron con un coloquio en el que participaron los asistentes, los ponentes y Jorge Jiménez, subdirector del Centro de Estudios Mudéjares sobre la historia y la vanguardia del quehacer de los restauradores y conservadores.
La organización corrió a cargo del Centro de Estudios Mudéjares, adscrito al Instituto de Estudios Turolenses que pertenece a la Diputación Provincial de Teruel, con la colaboración de la FCSH del Campus de Teruel, el departamento de Historia de la Universidad de Zaragoza y el Instituto de Patrimonio y Humanidades.
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