

Gisela Martín, poeta: “‘Glioblastoma’ habla del cáncer, pero también de amistad, de amor o del mar, que a mí me dan la vida”
La Plataforma de Poetas por Teruel publica el primer poemario de Gisela Martín, que será presentado durante la V Jornada Poética de BurbáguenaLa cara menos conocida de Lorca, Hernández y Machado, en ‘Mis poetas’
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Plataforma de Poetas por Teruel da un nuevo paso y forma sello editorial independiente
Desde que la Plataforma de Poetas por Teruel creó su propio sello editorial independiente, la pasada primavera, ya ha publicado tres títulos. El primero fue Nosotras, una antología poética de trece autoras sobre la violencia machista, al que siguió Entre las horas que pasan del hijarano Víctor Guiu. El tercer libro del sello turolense es Glioblastoma. Poemas de mi enfermedad, escrito por Gisela Martín Nagore.
Es la ópera prima de la autora, filóloga y profesora de Literatura de Educación Secundaria, quien pese a no haber publicado hasta la fecha ha encontrado en la poesía la manera perfecta de expresar la tormenta emocional que supone enfrentarse al glioblastoma, un tumor cerebral contra el que sigue lidiando, que le fue diagnosticado en mayo de 2023. Nunca antes una palabra tan terrible ha encerrado tanta belleza.
Su poesía ha abierto una nueva ventana literaria a la que asomarse en busca de una voz brillante, inspirada e inspiradora. Desde que comenzó a exorcizar sus demonios a través de la escritura, ya no ha dejado de escribir. Glioblastoma no será el último libro que publique Gisela Martín.
La poeta nació en Zaragoza en 1975 aunque mantiene un estrecho contacto con Burbáguena, donde nació su padre Simeón Martín o su tío, Enrique Villagrasa, también poetas, y escenario habitual de sus veranos. Ha presentado y colaborado con las cuatro ediciones de la Jornada Poética que la asociación cultural Burbaca organiza en agosto en esa localidad del Jiloca con el apoyo de la Plataforma de Poetas por Teruel.
Glioblastoma se presentará oficialmente durante la quinta edición de ese festival, que tendrá lugar este viernes, 15 de agosto, entre las 19 y las 22 horas. Begoña Fidalgo conversará con la poeta, en una jornada en la que también se contará con la presencia de Alba Vidal Rodríguez, que presentará su poemario La descendencia de los árboles, de Simeón Martín, Marta Domínguez Alonso, Michel Royo, además de varios autores de la Plataforma de Poetas por Teruel. Como ya casi es preceptivo, la jornada terminará con una sesión de micro abierto para que todo el mundo que lo desea pueda compartir versos, propios o ajenos, con el resto de los asistentes.
-¿Qué historia hay detrás de ‘Glioblastoma. Poemas de mi enfermedad’?
-Yo estudié Filología Hispánica y, salvo algún poema que escribí en la universidad para un novio, nunca había escrito poesía de forma continuada. Todo cambió el 10 de mayo de 2023. Ese día me encontré mal en el IES Avempace de Zaragoza, donde trabajaba como profesora, cai inconsciente y me llevaron en ambulancia al hospital. Me diagnosticaron un cáncer cerebral y sentí qué me rompía. Uno de los poemas del libro se titula así, Me rompí. A raíz de eso, me regalaron varios libros de Albert Espinosa, que tuvo un osteosarcoma, la falta una pierna y escribe relatos cortos sobre su experiencia. Leerle fue lo que me animó a contar lo que yo sentía, pero en mi caso a través de la poesía.
-Pero nunca antes había publicado o escrito de forma regular...
-Publicado nunca. Pero como filóloga siempre he tenido la escritura muy presente, sobre todo con mis clases de Lengua y Literatura en Bachillerato. Lorca es uno de mis poetas favoritos y siempre he intentado inculcar ese amor por la poesía a mis alumnos. Tres de mis alumnas me han escrito y firman como las tres pequeñas lorquianas. Eso para mí es una gran alegría. Pero que nadie piense que escribir poesía es fácil, porque no lo es.
-Tampoco lo es publicarla, y su libro es el tercero del sello de la Plataforma de Poetas por Teruel.
-Y no sabes lo agradecida que les estoy. Por todo lo que están haciendo por la poesía, por su apoyo y por tomar la decisión de publicar mi libro. La labor que desarrollan es importantísima, y ojalá sigan haciéndolo durante muchos años.
-¿Y por qué eligió precisamente la poesía como tu camino expresivo, y no el ensayo, o la novela?
-Porque la poesía es tan subjetiva que te permite expresar mejor que ningún otro género tus sentimientos. En este poemario hablo de mi enfermedad, pero también hablo del mar, porque adoro el mar y necesito verlo todos los años, de la amistad y del amor. Eso también ha sido muy importante para mí porque desde que me diagnosticaron, todo el mundo se volcó conmigo, y me he sentido muy acompañada
-En el libro también aparecen personas a las que no conocía hace poco más de dos años y que hoy en día son imprescindibles para usted...
-Claro. Uno de ellos es mi neurocirujano, David Rivero Celada, que trabaja en el Servet de Zaragoza. Es quien me ha abierto tres veces la cabeza a vida o muerte, y quien me mantiene viva durante las operaciones. Yo hablo bien, camino bien, no tengo ningún rictus en la cara... y eso es gracias a David, que es algo así como mi Dios particular.
Cuando me diagnosticaron la enfermedad, en 2023, a mi familia le dijeron que tenía una esperanza de vida de un año o año y medio como mucho. Es lo habitual en este tipo de tumor. Yo tendría que haber muerto a lo largo de 2024. Desde que supimos el diagnóstico llevo viva dos años y tres meses. Y lo celebro todos los días.
-¿Y cómo es su calidad de vida? ¿Cómo se encuentra?
-Ahora estoy con un tratamiento por gotero, y esta semana me han puesto el gotero número 29. Me hace daño pero no tanto como podría hacerme. He pasado por tres tratamientos de quimioterapia. El primero era específico para mi tumor cerebral pero no me funcionó. Un segundo tratamiento era directamente dentro del cráneo, pero no llegó a elimitar del todo el tumor. Y el tercero, el que estoy llevando a cabo ahora, es por gotero y no me deja tan arrasada como el primero. Me mantiene bien el hierro, los linfocitos y los neutrófilos, así que lo puedo llevar bien. Desde luego no estoy al 100%, pero lo intento. Yo no podría ir a trabajar a diario porque no todos los días me encuentro bien, pero por ejemplo un compañero de trabajo me pidió que diera una charla sobre el cáncer en el IES Miguel Catalán, lo hice y creo que fue algo muy bonito tanto para mí como para los chavales que vinieron. Me gusta ayudar, me gusta ser positiva en todos los aspectos. Todo el mundo dice que no sé dejar de sonreír, y personalmente creo que eso es muy importante. Claro que tengo mis bajones, y también me hecho mis lloricos, pero trato de estar siempre optimista.
-¿Le gustaría poder seguir ejerciendo como profesora de instituto?
-Mucho, pero entiendo que la enfermedad no me lo permite. Tendría que faltar mucho a mi trabajo, porque hay semanas que tengo analíticas de sangre, visita al oncólogo, quimioterapia... No siempre estoy bien, y ser profesora representa una responsabilidad continuada en el tiempo a la que no puedes faltar.
-¿A quién apelan sus poemas? ¿A quién se dirigen? ¿A la enfermedad? ¿Al lector? ¿A ti misma?
-Hay de todo, pero en la primera parte del poemario, en la mayoría de los primeros poemas, hablo de mí misma, de mi experiencia en primera persona. Y después en los que hablan más específicamente de la enfermedad también están escritos en primera persona. La mayor parte del libro lo está. En la segunda parte del libro hablo de un yo y de un tú, pero ese tú no tiene nombre concreto, no es nadie en particular ni me responde. Y también hablo del mar, porque ya te digo que el mar a mí me da la vida.
-Suele ser un lugar común decir que la literatura es terapéutica para quien la escribe. No sé si en tu caso es más cierto que nunca...
-En mi caso está siendo muy, muy terapéutica y reconfortante. El libro se está vendiendo, Librújula publica una reseña, me llamáis de Diario de Teruel... la gente lo lee, me mira y le cuesta creer que estoy enferma. Sé que lo estoy, pero tiro para adelante. Escribir este libro me ha dado muchas alegrías.
-¿Sigue escribiendo tras ‘Glioblastoma’? ¿Tiene proyectos entre manos?
-Pues sí. Ahora mismo estoy escribiendo una novela junto a otra poeta que se llama Estela Puyuelo, a la que conocí en las jornadas poéticas de Burbáguena. Va a ser una novela epistolar, en la que nos vamos contestando a cartas que nos escribimos y nos contamos cosas. Ya llevamos 200 páginas y me gustaría que viera la luz algún día. También he seguido escribiendo poemas, y además estoy pensando en empezar a escribir relatos cortos con varias historias que me rondan. Por ejemplo quiero hablar de una señora que, cuando entraba en quirófano, antes de que me raparan la zona a operar me hacía trenzas para que no se me enredara el pelo después, cuando estaba convaleciente en la cama. Cuando salí de la primera operación parecía una vikinga. Antes de la segunda operación pregunté quién era esa señora que me hizo las trenzas y le pedí que volviera a hacerlo porque me ayudaba mucho.
-Burbáguena va a celebrar su V Encuentro de Poesía del Jiloca, PPT publica su tercer libro y no deja de organizar recitales mensuales. Como filóloga y como profesora, ¿en qué estado diría que se encuentra la poesía?
-Hay un programa en los institutos de Aragón que se llama Poesía para llevar y que yo he trabajado con mis alumnos. Y les transmite muchas cosas. Leen a Neruda, Cernuda o Hierro y poco a poco chavales de ESO empiezan a cogerle cariño a la poesía. Cada día veía a más que me contaban que habían empezado a escribir, poesía o relatos, y me pedían que les hiciera de crítica literaria.
-¿Y es muy dura?
-Si hablaras con mis alumnos te dirían que para nada. Son encantadores. Cuando enfermé mis alumnos tutelados de 2º de Bachillerato me dijeron algo que me impactó. Me dijeron que todo el mundo podrá conocer a Gisela pero que ojalá todos hubieran podido tener la suerte de tenerme como profe. Eso me hizo llorar porque que le digan eso a una profesora es muy especial. Me siguen escribiendo, me vienen a ver, quedo con ellos... Junto a mis dos hijos el apoyo de todos esos chavales me está sirviendo de gran ayuda.
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