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Juan José Barragán demuestra que el ‘Saturno’ de Goya es en realidad Fernando VII Juan José Barragán demuestra que el ‘Saturno’ de Goya es en realidad Fernando VII

Juan José Barragán demuestra que el ‘Saturno’ de Goya es en realidad Fernando VII

El alcañizano afirma y prueba en un artículo científico lo que hasta ahora eran suposiciones
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Algunos autores ya habían sugerido que la popular pintura de Goya Saturno, también conocida como Saturno devorando a su hijo, podría tener una interpretación política en referencia al rey Fernando VII, a quien Goya detestaba por enemigo del liberalismo y la ilustración. Lo menciona el historiador del arte Miguel Calvo Santos o el catedrático de Historia Juan Antonio Fernández Arévalo, entre otros. Sin embargo nadie se había atrevido a afirmar tajantemente que Goya representa al Borbón maltratando al pueblo en esa terrible pintura, ni a demostrarlo con pruebas. Hasta ahora.

El alcañizano Juan José Barragán, jefe del Departamento de Geografía e Historia, profesor de Historia del Arte del IES Vega del Turia y especialista en análisis de pinturas murales, ha publicado un artículo en el que afirma demostrar que el Saturno de Goya es una crítica a Fernando VII sin lugar a dudas, y aporta como prueba un estudio de las radiografías que existen del cuadro, realizadas por el Museo del Prado, y que demuestran que bajo un repinte posterior el terrorífico personaje protagonista de la pintura luce un descomunal pene, elemento que lo identifica, pues la macrosomía genital que sufría el Borbón está bien acreditada.

Por el momento el informe ha sido aceptado por la biblioteca del Museo del Prado, por lo que si en el plazo de dos años ninguna investigación la desmiente se dará por cierta la tesis y cambiará el análisis de uno de los cuadros más importantes de Goya, uno de los que más frecuentemente aparece en los exámenes de la Evau, sin ir más lejos.

¿Qué hace ahí un perro?

El detalle clave en la investigación de Barragán pasa más bien desapercibido, apenas se menciona en los análisis descriptivos de la obra -que aunque abundan, lo cierto es que suelen repetirse unos a otros- y, bien pensado, no pinta nada en el cuadro. Se trata de la cabeza de perro que se observa sobre la pierna izquierda de Saturno, a la derecha de la pintura.

Esa cabeza de perro no se ve en las fotografías que realizó Jean Laurent Minier en 1874 al Saturno original, cuando todavía no había sido arrancado de la pared de la Quinta donde vivió Goya sus últimos años en España, lo que indica que es un repintado posterior. Lo que se ve en esas fotografías, así como en las radiografías realizadas al cuadro por el Museo del Prado, es que el Saturno original lucía un enorme pene erecto, algo que ya habían advertido otros autores que cita Juan José Barragán en su artículo, como Carlos Foradada o Glendinnig.

El personaje mítico de Saturno -padre de Júpiter, el principal dios del panteón romano-, no se relaciona con una verga de gran tamaño, aunque sí con un personaje cruel capaz de destruir su creación. En opinión de Juan José Barragán, Goya aprovechó esta identificación para representar a su odiado Fernando VII devorando con saña no a su hijo, sino a su hija, que no es otra que la representación de España. “Por estudios anatómicos que se han realizado, hace muchos años que se da por hecho que la pequeña figura que se ve en el cuadro es una niña y no un niño”, apunta Barragán. Una niña, España, a la que le ha sido arrancada la cabeza, en referencia al liberalismo que Fernando VII había descabezado tras su retorno en 1814.

Dos de los elementos iconográficos que destaca Barragán en su investigación; un jirón de carne que se desprende de la niña y la cabeza de perro repintada. El Prado

En cuanto a la identificación de Fernando VII por el tamaño del pene del Saturno que pintó Goya, Barragán lo considera prueba suficiente por la particularidad de ese rasgo del Rey, provocado por una enfermedad que padecía. “Era uno de los defectos físicos de Fernando VII, del que nadie se atrevía a hablar abiertamente pero que era bien conocido incluso a nivel popular”. explica Barragán. “Goya lo pinta y hay que tener en cuenta que lo hace no para exhibirlo, sino en una de las paredes de la Quinta, donde vive sus últimos años antes de marcharse a Francia, cuando ya está cansado y viejo”.

El bajoaragonés menciona entre las principales referencias que identifican al rey felón con la macrosomía genital a Emilio La Parra, “uno de los principales biógrafos de Fernando VII”. El autor describe varios testimonios sobre la dificultad que tenía el monarca para realizar el coito, y las quejas que manifiestan por carta dos de sus cuatro esposas, María Antonia de Nápoles y María Josefa Amalia de Sajonia.

Son además frecuentes los chascarrillos y las referencias a este defecto físico de Fernando VII en la cultural popular. Una de las últimas pudo verse en un capítulo de la serie de TVE El Ministerio del Tiempo, en la que uno de los personajes comenta que el rey debía utilizar un almohadón agujereado para no dañar a su cónyuge durante el coito.

Un pene escondido

El Saturno de Goya fue pintado con la técnica del fresco en una de las paredes de la Quinta, la finca que compró Goya antes de autoexiliarse a Burdeos, entre 1820 y 1824, periodo durante el que vivió allí.

En algún momento entre 1874 -cuando Laurent Minier fotografió el fresco en su localización original- y 1881, momento en el cual Salvador Martínez Cubells arrancó la pintura de la pared para fijarla en lienzo, la restauró y la integró a la colección del Museo del Prado, alguien tapó el pene pintando la cabeza de un perro sobre él.

“No hay manera de demostrar quien fue”, explica Juan José Barragán, “porque no hay un acta documental donde se dé cuenta de quién y cuándo pintó la cabeza de perro sobre el falo, pero con toda seguridad fue el propio Cubells quien lo hizo, pues fue él quien la recibió en el Prado”.

El historiador alcañizano Juan José Barragán

De hecho se sabe que Cubells hizo otros repintes sobre el Saturno, como sus ojos, que se destruyeron al ser desprendida la pintura de la pared. En este caso Cubells imitó los ojos del original, en base a las fotografías que se tenían del fresco. Sobre las razones que le impulsaron a pintar una cabeza de perro -y precisamente una cabeza de perro- sobre el pene que identificaba al personaje cruel y desquiciado con Fernando VII, es imposible conocerlas. Quizá le pareciera poco decoroso el enorme miembro viril, o considerase poco prudente colgar en El Prado semejante alegato antiborbónico, hasta entonces inédito, en plena restauración borbónica tras la Primera República Española, con Alfonso XII, nieto de Fernando VII, en el trono.

“En cualquier caso”, advierte Barragán, “hay que tener en cuenta que, aunque ahora nos sorprenda, en esa época los repintes eran habituales. Los restauradores consideraban que se podían mejorar las obras y lo hacían sin ningún problema. Es imposible saber cuántas de las pinturas de El Prado son diferentes a como las hizo su autor, pero seguro que son muchas”.

Buena acogida

El artículo de Juan José Barragán en el que expone su tesis y la demostración propuesta fue publicada en enero de este año en el número 393 de la revista Aragón, Turismo y Patrimonio, bajo el título Nueva interpretación del Saturno de Goya. Al mismo tiempo fue remitido al Museo del Prado, Museo Reina Sofía, Instituto de Patrimonio y Cultura de España y la Fundación Goya en Aragón, además de las Universidades de Zaragoza y Salamanca.

En el artículo se exponen otras novedades con respecto a los estudios sobre esa pintura, como un nuevo elemento iconográfico, un triángulo que representa un jirón de carne desprendido de la niña, o una versión del fresco anterior al Saturno, en la que Goya representó un esqueleto. “El estudio también demuestra que la pintura estaba inacabada, algo que se aprecia sobre todo en las extremidades inferiores de Saturno, que están sin terminar”, sostiene Barragán.

“La acogida ha sido excelente”, explica el turolense. “De momento lo ha admitido la Biblioteca del Museo del Prado, me han felicitado desde las dos universidades y el IPCE, y me han llamado desde varios países para citarlo”.

Ayer mismo Barragán ofreció una charla sobre el tema en el Casino de Teruel, organizada a través del Círculo de Recreo Turolense a petición de un grupo de estudiosos de Goya de Fuendetodos.

Tras la publicación del artículo se abre, según Barragán, un periodo “que suele ser de dos años”, en los que si no se presenta una investigación que logre rebatir convenientemente la tesis, se dará por cierta -al margen de que en el futuro nuevos datos puedan aportar nuevas teorías-.

Así que a medio plazo podría variar sustancialmente el análisis de una de las pinturas más conocidas de Goya. “Llevo quince años dando Historia del Arte en 2º de Bachillerato y es un cuadro muy estudiado, y que suele entrar a menudo en los exámenes de Evau”. Habrá que cambiar pues el discurso, porque, aunque se venía apuntando, ya existen pruebas que relacionan lo que escondía el peculiar perro que se coló en el cuadro 60 años después de ser pintado, y el rey Fernando VII, cuya talla como estadista estaba muy por debajo de las dimensiones de su pene.

El mito del tiempo, un padre severo que sobrevive a todos sus hijos

Más allá de que el mito del dios romano Saturno ha sido relacionado a lo largo de la historia como el de un tirano que destruye algo, la simbología más directa alude al tiempo. Saturno era el dios romano de la agricultura y también el del tiempo -cronológico, no atmosférico-, y el hecho de que devore a sus hijos se interpreta como que todo cuanto existe acaba desapareciendo por acción del paso del tiempo, a pesar de que el propio tiempo, que lo vio nacer, le sobrevive.

De forma muy similar al panteón romano, y de forma simplificada, en la mitología griega Saturno era Cronos, quien tras derrotar a su padre Urano reinaba y se dedicaba a devorar a sus hijos para evitar que se cumpliera la profecía que decía que sería destruido por uno de ellos, como lo había sido Urano. Pero su esposa Rea, con ayuda de su madre Gea, ocultó a su sexto hijo, Zeus. Años más tarde, Zeus envenenó a Cronos y este vomitó a sus hermanos Deméter, Hera, Hades, Hestia y Poseidón, que derrotaron al viejo Cronos y a los Titanes con quienes se había aliado, imponiendo un nuevo orden celestial mitológico.

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