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Nacho Escuín, a caballo entre la novela, la epístola y la poesía de Robert Frost Nacho Escuín, a caballo entre la novela, la epístola y la poesía de Robert Frost
El escritor turolense Nacho Escuín firma uno de los ejemplares de última obra

Nacho Escuín, a caballo entre la novela, la epístola y la poesía de Robert Frost

Los Libros del Gato Negro ha editado el último libro del turolense, que funde diferentes géneros
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En Algo parecido a un sueño o a un poema de Robert Frost el escritor turolense Nacho Escuín vuelve a jugar a hibridar géneros en una suerte de novela en la que se engarza el ensayo, la crónica, la narrativa, la prosa poética y el género epistolar. Los Libros del Gato Negro han editado el último lanzamiento de Escuín, donde por debajo de muchos temas transversales anida el de la dualidad del ser humano y el de la reflexión, cada día más imprescindible, acerca de si somos lo que deseamos ser.

En lo formal Algo parecido a un sueño o a un poema de Robert Frost adopta la forma epistolar, una falsa carta, “una especie de Lazarillo de Tormes en la que el vuestra merced -aquel a quien va dirigida- es una mujer que recibe nombre distintos”, explica Escuín, y que es reconocida por quien la escribe como su único amor verdadero.
 

Portada del libro editado por Los Libros del Gato Negro

Como todos los libros, este tiene mucho de confesional y de autobiográfico, pero a través del tamiz de la literatura íntima. El autor admite que “estamos muy acostumbrados a que la gente haga trampas en las autobiografías. Es fácil escribir de ti mismo como el bueno de la película”. En este sentido Escuín articula su novela a través de un personaje que habla todo el tiempo de otro que representa “todos los males de la sociedad”. El resultado es que “la historia refleja en todo momento la dualidad del hombre, el hecho de que todos representamos al mismo tiempo lo mejor y lo peor del hombre”. Escuín parafrasea al propio Roberto Frost cuando dice que pensar lo contrario, que el ser humano no es pura dualidad entre extremos, roza lo absurdo.

La novela aborda “la crisis existencia que nos llega a cualquiera que vamos cumpliendo años”, subraya Nacho Escuín. “Esa que nos hace preguntarnos si somos lo que realmente queríamos ser”. También plantea diferentes críticas a nivel social e incluso político, acerca de contraponer lo que se dice frente a lo que se piensa frente a lo que se hace. Indaga en el concepto de la cultura cuando esta se mimetiza y se confunde con conceptos como mercado o espectáculo, en el sentido de que es más importante lo que más vende, y también se mete en los barros de la política pragmática de donde Escuín se nutre de su experiencia personal. “Constituye una crítica contra la política”, afirma el ex director general de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, “pero no como la defensa del ciudadano con la que se conocía este término en Grecia, sino con la política real actual y sus representantes, la de la política profesional desde dentro”.
 

Escuín, durante la presentación de su última novela en Zaragoza

Junto a ese elemento onírico que tiene que ver con la memoria selectiva y con ese fenómeno de recordar la propia vida como un relato que nos han contado o que hemos contado -o acaso soñado- más que como una crónica de lo que ha realmente ha sucedido, se entronca la poesía de Robert Frost (San Francisco 1874-Boston 1963), y sus reflexiones sobre si el mundo puede sustentarse sobre columnas tan, aparentemente, dispares como la bondad y la maldad, la vida y la muerte o el Fuego y Hielo, título de uno de sus poemas que abre el libro de Nacho Escuín.

Algo parecido a un sueño o a un poema de Robert Frost, que fue presentado en RagTime (Zaragoza) junto a Uxue Arbe y Santiago Vicente Gómez, es el último lanzamiento de Nacho Escuín que lleva un frenético 2025 que apenas ha llegado a su ecuador. A lo largo de este año el turolense ha firmado obras como Crítica ética (PUZ), el libro colectivo Una mirada al horizonte: geografía y paisaje en la poesía hispánica contemporánea (PUZ) y varias antologías poéticas, entre ellas de Gabriel Sopeña (Dame una noche) o Alfredo Saldaña.

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