El comienzo de liga en Tercera dibuja escalones que segmentan ya a los tres turolenses

El grupo aragonés de la Tercera RFEF es, casi desde el comienzo de la reestructuración de las categorías del fútbol español, un ecosistema variopinto, imprevisible y salpicado de peligros, depredadores con ánimo de ser la cima de la pirámide y, sobre todo, especies diseñadas y destinadas a la supervivencia. A lo largo de estos últimos cinco años los equipos turolenses que han participado en esta competición, habitualmente Calamocha y Utrillas, desde el curso pasado también el Andorra, han asumido como propio el ideario de las criaturas más humildes, seguir vivos cueste lo que cueste y sea como sea.

Pero esa misma reconfiguración del fútbol español ha venido aupando a los habituales transatlánticos de la Tercera aragonesa. El Teruel, sin ir más lejos, es equipo actualmente de bronce como el Tarazona. Están en Segunda RFEF nombres como el Ebro, el Barbastro, el Utebo, el Ejea, el Aragón... Hasta hace poco militantes en la cúspide del balompié aragonés. Y ello ha traído consigo este curso una recomposición de lugar; hasta este año la Tercera Federación tenía la costumbre de ser un atasco monumental, un amplio pelotón con una decena de equipos en apenas dos o tres puntos. Las primeras jornadas de este curso dibujan otra tendencia, varios escalones.

Líderes, clase media, clase baja

Por lo que se va viendo en los primeros partidos de esta categoría, se están configurando varios bloques diferentes en función del potencial, las expectativas y el rendimiento de los dieciocho clubes del elenco. A grandes rasgos, se establecen tres subcategorías dentro de la Tercera aragonesa. Arriba, se están destacando ya los primeros candidatos para pelear por el posible ascenso. No sólo es cuestión de puntos, también sensaciones y poderío. Lidera el Binéfar, que suma cuatro victorias consecutivas, y de momento sólo el Calamocha está a tiro de poderle superar, trece puntos, cuatro triunfos en seis jornadas, apenas una derrota.

Junto a ellos dos, un puñado de meritorios que apuntan también a ser clase alta, empezando por el Cuarte, siguiendo por Cariñena, Illueca y Monzón, si bien los del Cinca acumulan dos derrotas en los últimos tres partidos. Todos estos ocupan el primer escalón de esta pirámide, e incluso entre ellos parece que va a haber jerarquías también; en función de quién muerda más andará la lucha por Segunda.

Tras ellos, quizá sí, el primer atasco de la clase media, en dos puntos siete equipos entre los que también hay linajes varios: La Almunia, Huesca B, Épila y el Robres de Lucas Beltrán quieren destacarse, a tiro de play-off, aunque no todos aspiran realmente a ello. Un punto más atrás caminan Andorra, Caspe y Tamarite. Los del Bajo Aragón zaragozano querrán escalar, los oscenses mantenerse, al equipo minero le viene bien seguir estando invicto porque ello implicará que podrá incluso sentarse en la mesa de los poderosos.

Más atrás, un salto acusado, tres puntos de margen, que separan la vida tranquila de los escalones que queman. Aquí aparece el Utrillas, al que le salvan de momento del infierno sus cuatro empates, porque aún no ha podido enganchar un triunfo esta temporada. El Almudévar le acompaña aún fuera del descenso. Por detrás, Casetas, Belchite y Zuera completan la base, las presas de este medio natural inhóspito y altamente competitivo, la Tercera.

La agenda

La séptima jornada de Tercera se disputará casi íntegra este domingo. Mandará al Calamocha al campo del Épila, a partir de las cuatro y media de la tarde. Y verá un doble enfrentamiento en casa para el Utrillas y para el Andorra, tarde dominical de fútbol minero que llevará al Almudévar al Juan Antonio Endeiza a las cinco de la tarde, y al Monzón a La Vega a las cinco y media. Serán tres partidos de máxima exigencia para los turolenses en busca de puntos que les proyecten en la tabla clasificatoria de la competición.