Celebración del gol de la victoria del Teruel con la afición desplazada a Villarreal
Fiesta entre los 150 hinchas que vieron en directo la última versión mejorada del CD Teruel
Los mejores minutos del equipo con el balón homenajearon el gran ambiente rojillo en las gradas del Mini EstadiParras: “Podíamos haber guardado el uno a uno pero hemos ido a por el partido”
El CD Teruel remonta y vence en Villarreal (1-2) para volver a encauzar su camino en liga
Poco más de cien kilómetros separan la ciudad de Teruel de la Plana de Castellón, viaje cómodo en autovía, tiempo suave para ser diciembre. Así que hubo desplazamiento de aficionados para acompañar al CD Teruel en su partido de este domingo ante el Villarreal B. Un centenar largo, camino de los 150, se asomaron al Mini Estadi para disfrutar del triunfo, sexto ya en las quince jornadas de liga que van, que los de Vicente Parras sumaron ante el filial del submarino amarillo. Así que la fiesta se desató en la esquina en la que se ubicaron los hinchas mudéjares. En realidad, comenzó desde la previa del encuentro, en un escenario además bien amable para disfrutar del fútbol en familia como es Villarreal.
Ambientaron los turolenses, disfrutaron con la remontada del equipo y, sobre todo, convirtieron el postpartido en una fiesta compartida con la plantilla, mano a mano, en comunión. Así estaba el goleador Merencio, exultante. “Llevábamos varios partidos mereciendo la victoria, y hoy hemos visto el trabajo que venimos haciendo refrendado con los tres puntos que es lo más importante”. También en el vestuario rojillo se celebró la victoria como corresponde, como es debido; “el fútbol cada siete días puede cambiar, es una montaña rusa”, en la que el Teruel, por lo demás, acostumbra a llevar el vagón en la medida de lo posible lo más alto que se pueda.
Este domingo, además, en la que fue su última versión mejorada. Hace ya más de mes y medio que a Vicente Parras se le viene oyendo hablar de la evolución. De dar respuesta a la exigencia de la liga a medida que pasan las jornadas. A que los demás crecen, y el Teruel debe hacerlo también. Se percibió en el último tercio del encuentro ganado en el campo del Villarreal B. Hasta la fecha, el equipo siempre ha sido veloz, audaz, práctico y vertiginoso en la búsqueda del espacio abierto. Férreo y adusto, pero no encerrado en el área ni reservón. En las victorias y en las derrotas.
Lo que ocurre es que en la plantilla mudéjar, y Parras lo ve día a día, en el trabajo cotidiano, hay algunos futbolistas que realmente son de nivel superior y de pie bastante más fino de lo que marcan las casas de apuestas. Nunca dejó claro a qué se refería el ilicitano cuando apelaba a la evolución. No eran palabras vacías. En la derrota en casa ante el Torremolinos el primer cuarto de hora de fútbol asomó la pata. El Atlético Madrileño la combatió con destreza. El último tercio del encuentro en el Mini Estadi desató al Teruel más aseado, más ofensivo y más suelto con la pelota de lo que va de curso. Se dieron varias circunstancias para observar esa actualización de software que trae tres puntos a la ciudad de Los Amantes. La primera, un buen escenario para la práctica del fútbol, y un rival que dejó al equipo ir creyendo en sus posibilidades con el cuero cosido a la bota.
La segunda, la irrupción y la convivencia en el terreno de juego de peloteros como Merencio, Teddy, Ayman, Moreno, junto con Blesa y Albisua en el centro del campo. Pero, sobre todo, que la estructura táctica del equipo rojillo, sobre la base de cinco defensas, en realidad fundamenta y motiva la expresión con el esférico de algunos jugadores que, desde su oficio de defensores, guardan precisión y olfato cuando hay que ir hacia adelante. Manel Royo fue un estilete en la banda zurda, en combinación diagonal, en búsqueda del pase corto hacia tres cuartos. Abraham y Joseda tienen buena visión tanto en pase de salida como en avance para dividir líneas. Andrés es un misil por su banda. Y Relu, bueno, es un centrocampista reconvertido a líbero. Todos ellos juntos son capaces de alzar el vuelo para un balompié más elaborado y estético. Y también ganador.
Ambientaron los turolenses, disfrutaron con la remontada del equipo y, sobre todo, convirtieron el postpartido en una fiesta compartida con la plantilla, mano a mano, en comunión. Así estaba el goleador Merencio, exultante. “Llevábamos varios partidos mereciendo la victoria, y hoy hemos visto el trabajo que venimos haciendo refrendado con los tres puntos que es lo más importante”. También en el vestuario rojillo se celebró la victoria como corresponde, como es debido; “el fútbol cada siete días puede cambiar, es una montaña rusa”, en la que el Teruel, por lo demás, acostumbra a llevar el vagón en la medida de lo posible lo más alto que se pueda.
Este domingo, además, en la que fue su última versión mejorada. Hace ya más de mes y medio que a Vicente Parras se le viene oyendo hablar de la evolución. De dar respuesta a la exigencia de la liga a medida que pasan las jornadas. A que los demás crecen, y el Teruel debe hacerlo también. Se percibió en el último tercio del encuentro ganado en el campo del Villarreal B. Hasta la fecha, el equipo siempre ha sido veloz, audaz, práctico y vertiginoso en la búsqueda del espacio abierto. Férreo y adusto, pero no encerrado en el área ni reservón. En las victorias y en las derrotas.
Lo que ocurre es que en la plantilla mudéjar, y Parras lo ve día a día, en el trabajo cotidiano, hay algunos futbolistas que realmente son de nivel superior y de pie bastante más fino de lo que marcan las casas de apuestas. Nunca dejó claro a qué se refería el ilicitano cuando apelaba a la evolución. No eran palabras vacías. En la derrota en casa ante el Torremolinos el primer cuarto de hora de fútbol asomó la pata. El Atlético Madrileño la combatió con destreza. El último tercio del encuentro en el Mini Estadi desató al Teruel más aseado, más ofensivo y más suelto con la pelota de lo que va de curso. Se dieron varias circunstancias para observar esa actualización de software que trae tres puntos a la ciudad de Los Amantes. La primera, un buen escenario para la práctica del fútbol, y un rival que dejó al equipo ir creyendo en sus posibilidades con el cuero cosido a la bota.
La segunda, la irrupción y la convivencia en el terreno de juego de peloteros como Merencio, Teddy, Ayman, Moreno, junto con Blesa y Albisua en el centro del campo. Pero, sobre todo, que la estructura táctica del equipo rojillo, sobre la base de cinco defensas, en realidad fundamenta y motiva la expresión con el esférico de algunos jugadores que, desde su oficio de defensores, guardan precisión y olfato cuando hay que ir hacia adelante. Manel Royo fue un estilete en la banda zurda, en combinación diagonal, en búsqueda del pase corto hacia tres cuartos. Abraham y Joseda tienen buena visión tanto en pase de salida como en avance para dividir líneas. Andrés es un misil por su banda. Y Relu, bueno, es un centrocampista reconvertido a líbero. Todos ellos juntos son capaces de alzar el vuelo para un balompié más elaborado y estético. Y también ganador.
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