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Una roja a Nico electrocuta al Teruel Una roja a Nico electrocuta al Teruel
Goyo Medina presiona la salida de un futbolista del Tarazona en el partido de ayer. SD Tarazona

Una roja a Nico electrocuta al Teruel

El Tarazona forzó al límite, a base de juego directo, a la zaga rojilla para remontarle un 0-2

El fútbol es muy dado a la épica, a lo emotivo e irracional, a la furia, el valor, el empuje... El primer impulso a la hora de resumir lo que ocurrió en Tarazona, en el primer derbi aragonés de este curso en Primera Federación, aludirá seguramente a ese intangible sentimental para explicar por qué el Teruel, el equipo más fiable y competitivo de la categoría, se dejó remontar un cero a dos a favor en el campo del equipo que ocupaba la primera posición de descenso a Segunda RFEF. Por fortuna, este deporte es bastante más científico de lo que parece. Enseguida muestra claves más racionales a poco que se busquen con un poco de atención.

Porque el Tarazona lleva ya tres temporadas funcionando con solvencia más que suficiente en el bronce español, y eso es cosa de algo más que de valentía y esfuerzo. Lo necesitó, desde luego, para volcarle el partido al Teruel. Sólo con eso no le hubiera bastado. Y si no se lo creen, pongan su mirada en el futbolista que llevaba el dorsal número diez de los que este sábado vestían de rojo, los del Moncayo. Se llama Cristian Fernández, futbolísticamente Agüero. El entrenador Vicente Parras lo conoce de sobra, lo jugó todo con él durante dos temporadas en Alcoy. Pasó por Ceuta antes de recalar en Tarazona.

El malagueño tiene fútbol más que de sobra para circular en carreteras más anchas, y fue el único del derbi que supo cuándo, dónde y cómo desplegarlo en medio de una fiesta del fútbol aragonés que, sobre todo, fue un festival de frontón con la pelota de lado a lado con mucha furia, mucha velocidad, poca precisión... Hasta que Agüero le daba sentido y sensibilidad. Por sus botas pasaron todos los goles, los tres, que el Tarazona le hizo al Teruel en una tarde de sábado invernal en lo climático, tórrida en una grada poblada casi hasta los topes, con buena presencia de afición mudéjar. Disfrutaron de la primera parte. Sufrieron en la segunda.

Porque además, más allá de la orfebrería del diez turiasonense, en realidad lo que determinó el partido ocurrió en el minuto 72, momento en el que Nico Van Rijn dejó al Teruel con diez en el campo por una entrada imprudente en el centro del campo. Ahí terminó de deshacerse una zaga que sufrió, realmente se vio sometida los noventa minutos. Con Palop en puerta, los Andrés, Manel, Abraham, Relu y el mencionado Nico tuvieron faena que mereció atención casi desde el pitido inicial. Ocurrió que, en ese principio, el Teruel saltó al terreno de juego con sus alertas a pleno rendimiento y funcionales.

Por eso el once de Parras opuso bloque alto, pie duro y disputa ganadora en el primer cuarto de hora del encuentro. Así se posicionó casi de inicio en los territorios del guardameta local, con Sergio mandando un primer aviso de espuela, y Albisua y Blesa ordenando el tráfico con criterio, con orden. Del oriundo de Pitarque fue el primer disparo a puerta, se lo negó un central zaragozano. Quiso defenderse el Tarazona con balón largo buscando el espacio a la espalda de los centrales. En el minuto veinte logró forzar un saque de banda que amenazó con volcar directo al área de Palop. Como respuesta, un solvente cruce de Abraham que además convirtió en una asistencia directa a la carrera de Merencio, que se plantó en solitario en el área del Tarazona para definir con sutileza el cero a uno.

La feliz interpretación de los espacios y los tiempos por parte de los de Vicente Parras había obtenido recompensa temprana, que rápidamente se duplicaría merced a un golpe franco desde el lateral, recién cumplida la media hora. El servicio de Sergio Moreno fue mal despejado por Traore, y el balón suelto en el área pequeña lo empujó Manel Royo para convertir el cero a dos, un escenario que pintaba extraordinario para los intereses de los turolenses, que aspiraban seriamente a convertirse en el primer equipo en conquistar las cumbres del Moncayo. Aún quedaba mucho por escribirse.

Falta magistral para el 1-2

Una de las primeras claves que explican la remontada posterior está en lo rápido que el Tarazona acertó a estrechar el marcador. No hubo abandono por parte del Teruel, ni mucho menos. Sí talento, el del mencionado Agüero, que colocó en la escuadra derecha de Palop una falta desde veinticinco metros con la que no cupo más que aplaudir y seguir adelante. Minuto 35; el uno a dos encendió el Municipal, arengó a los futbolistas, pero no sacudió el árbol del Teruel, que se mantuvo erguido y paciente durante el resto de la primera parte. Empezó a achicar balones, pero supo hacerlo con tiento para amenazar al contragolpe. Sobre todo, para no acularse. Entre pelotazos a un lado y al otro llegó el partido al descanso con la ventaja mudéjar.

A la reanudación, sin embargo, el escenario varió por completo. El entrenador local no dudó en retroceder el reloj del fútbol tres o cuatro décadas, trasladarlo a las islas británicas, y colocar dos faros en el borde del área del Teruel para coserlos a pelotazos. Ahí empezó a sufrir la zaga turolense, y a acumular el Tarazona méritos para subir más goles al marcador. Cubillas lo tuvo de cabeza desde la frontal del área chica, remató fuera. Ángel López probó a Palop desde fuera del área, guantes serios del arquero valenciano. Y Carrasco le arrebató a Nico otro cabezazo en punto de penalti, otra vez al exterior de los tres palos mudéjares.

Parras empezó a mover el banquillo. Y tuvo tino el ilicitano. En dos ventanas cercanas, más o menos en la frontera de la hora de partido, acertó a ralentizar el acelerón de los zaragozanos y, de paso, reordenó la medular con Redón y Joseda dando salida desde atrás y Ayman para reforzar el trabajo en punta de Sergio Moreno, de nuevo infatigable y productivo. Le sentaron bien los cambios al once de azul, empezó a estirarse más el equipo y, sobre todo, quiso apagarse el rival. Pero a veces los accidentes ocurren. Tienen que ver con aquello de la potencia y el control. Le tocó a Nico porfiar un balón lejos de su zona, en el centro del campo. Se lo diseñó bien, un autopase derecho a montar contragolpe. Pero el toque se le marchó un metro más adelante de lo debido, y disputó con la plancha por delante al tobillo de un mediocentro colorado. Roja directa.

La colegiada del partido revisó en busca de algún atenuante, pero no lo halló, y con diez a falta de veinte minutos para el final sí que se le abrieron las carnes al conjunto turolense y las autopistas al turiasonense. Que tiró de épica, sí, de músculo y de altura en el área, también... Pero que encontró sobre todo la llave maestra de Cristian Agüero. En el 75 ya había puesto el empate a la cabeza de Armero, que remató al larguero cuando lo fácil era el tanto. El propio Agüero disparó cruzado, otra vez fuera, tras una disputa un tanto blanda de Relu atrás. Y a la tercera, ya camino del minuto ochenta, ya no hubo más piedad, un balón cruzado de lado a lado convirtió el área de Palop en una mesa de billar sobre la que Cubillas mandó la bola al agujero. Dos a dos, diez minutos largos para el final.

Se serenó el Teruel, que se mantuvo erguido, incluso pareció que el Tarazona terminaría conformándose con el empate. Pero la última diablura de Agüero, ya en la prolongación, tuvo forma de taconazo en el área para dejar suelto a Busi quien descerrajó el tanto de la remontada, la quinta derrota del equipo en esta liga, tercera en los últimos cinco partidos. El Teruel se olvidó en la segunda parte de todo lo que hizo bien en la primera. Por eso cayó en el campo de su familiar aragonés, su faro en la humildad de Primera Federación.

Pero el tropiezo, aún así, en casa de un equipo vivo que no ha perdido en su terreno de juego, no desdibuja en absoluto la gran trayectoria del plantel de Parras en esta primera vuelta de competición de regreso al fútbol de bronce. Aún a falta de dos partidos para que concluya la primera parte del campeonato, el Teruel queda con 26 puntos, en puntuación de posiciones de play-off, cómodamente instalado y encaminado hacia su objetivo básico, la permanencia. La liga regresa en dos semanas, a la vuelta de Año Nuevo, el sábado 3 de enero en Pinilla frente al Antequera. 
 

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