Síguenos
Si me dejas Si me dejas
Ricardo Rodríguez Pina

Texto de David Esteban Andreu / Fotografía de Ricardo Rodríguez Pina
 

¡Si me dejas me lo pagarás!

¿Pero de qué coño va?

¡Qué oscuro está esto, joder! A ver. Modo linterna. Perfecto.

–¡Si me dejas me lo pagarás!

¿Qué se creía que teníamos? ¿Un contrato de por vida? ¿Y por dónde se sale de este agujero? Ah, es verdad, es por aquí. Hemos cruzado esa verja al llegar.

Mes y medio y ya se cree que vamos a estar juntos hasta que nos muramos de viejos…

Espero que la batería del móvil aguante hasta que encuentre la maldita salida. ¿Por dónde era? Tengo una orientación pésima. Creo que por aquí.

–¡Me lo pagarás!

¡Vete a la mierda! Bastante he aguantado ya. El sexo contigo está bien, eso es cierto, pero no me sale a cuenta aguantar todas tus extravagancias. Que si las quedadas por la noche con tus seis hermanas una vez al mes, que si porqué no me tatúo las runas esas que llevas tú en la espalda, que si la cabra esa que tienes en el pueblo a la que cuidas mejor que a tu abuelo, que si una hoz de plata para coger hierbajos cuando vamos a hacer senderismo. ¡Una hoz! ¡Para ir a hacer los estrechos del Ebrón! ¡Que estás loca y ya está! ¡No hay que darle más vueltas! Así que adiós. Esto se acabó. Bastantes rarezas te he pasado ya, pero esto de hoy es más de lo que estoy dispuesto a pasarte. ¿Qué coño es este sitio? ¿A qué me has traído aquí? ¿Túneles de cuando la guerra civil, dices? ¿Quién en su sano juicio se mete en un lugar así? Y por supuesto en una noche de luna llena, ¡cómo no! ¡Cómo te gusta la luna! Al principio creía que eras una más de esas chicas que vuelcan un romanticismo bobalicón en los típicos clichés de siempre, pero pronto vi que no, que lo tuyo iba más allá, que es una obsesión enfermiza. Todos tus planes importantes tienes que llevarlos a cabo en las noches de luna llena. Lo de hoy no podía ser menos, sea lo que sea lo que quisieras hacer aquí.

¡Joder! ¿Qué ha sido ese ruido? ¿Una risa? Suena como si alguien estuviera riéndose en algún sitio, lejos de aquí pero lo bastante cerca como para que yo pueda oírlo. Seguro que es ella. Me quiere asustar. Y lo malo es que lo está consiguiendo. Te vas a enterar. Ahora mismo llamo a la poli… Vaya… Sin cobertura. Además la bateria. ¡Mierda! Cuatro por ciento. Tengo que salir de aquí cuanto antes, pero no tengo ni idea de por dónde. ¿Hemos pasado por aquí al entrar? No recuerdo estas marcas en la pared. Voy a dar media vuelta y cojo el pasillo que he dejado atrás hace dos minutos.

–¡Si me dejas me lo pagarás!

Pues no pienso pagarte nada. Asúmelo y ya está. Las historias se acaban, las relaciones se secan y mueren, y punto. Eso es todo. A por otro. Yo por mi lado y tú por el tuyo, con tu gato, tu hoz, tus hermanas y tu cabra.

Ese ruido otra vez. ¿De dónde viene? ¿Qué es? Voy a acelerar el paso. Debe estar a punto de amanecer. Estoy seguro de que si paso cerca de la escalera por la que hemos bajado a esta ratonera veré entrar la luz del sol. Con eso podré localizar la salida.

¡No! ¡No, no, no, no,no! ¡Mierda! ¡El móvil! No tenías otro momento peor para apagarte, ¿verdad?

¿Qué hago ahora? No veo nada. Absolutamente nada. ¿Qué hago? ¿Grito pidiendo ayuda? No. No serviría. Seguro que aquí no ha bajado nadie en años. Nadie más aparte de esta loca y de mí, que ya podía habérmelo pensado mejor y no estaría ahora perdido a oscuras en este laberinto. Si me escucha alguien será ella.

Voy a seguir. Probaré suerte. Tanteando la pared. Por aquí mismo.

–¡Si me dejas me lo pagarás!

¿Por qué sigue esa frase resonando en mi cabeza una y otra vez? Es como si se hubiera colado en mi cerebro y no pudiera sacarla de ahí. Como cuando se te clava una canción y no dejas de repetirla continuamente.

El tacto no me dice nada. Todas las paredes son iguales. ¿Cómo puedo saber dónde mierdas estoy? ¿Me doy la vuelta? ¿Sigo recto? ¿Quién me mandaría dejarme arrastrar hasta aquí? Ahora me pregunto cómo pude estar tan ciego. ¿Cómo no vi antes lo chalada que estabas? Al mes de conocernos me contaste lo de tu madre. Que murió hace años pero que se te aparece en sueños y te da consejos sobre cómo conducir tu vida. Y lo de las voces… ¡Para cagarse! Que a veces te habla. Que escuchas su voz en momentos aleatorios, que te dice qué decisiones tomar, que te ayuda en esos momentos en los que tienes que hacer un movimiento importante en tu día a día. Claro que sí, cariño. ¿Algo más? ¿También te dice a qué números de la primitiva debes jugar o a quién apostar en las carreras de caballos?

¿Cuánto habrá de mentira en todas esas milongas que me contaste? Y lo malo es que me cuadra que para ti sea todo real, que te tragues esos cuentos, que creas que, de verdad, tu madre te habla en sueños. Estoy seguro de que tú estás convencida.

Esa misma noche tenía que haberme marchado con cualquier excusa y haber bloqueado tu número en mi móvil. Si lo hubiera hecho ahora no estaría aquí.

–¡Si me dejas me lo pagarás! ¡Si me dejas me lo pagarás!

Espera. Espera. ¡Allí! ¡Sí! ¡Luz, por fin! La salida. Corre, corre. ¡Sí! Es la escalera de entrada. Vale. Ya la he encontrado. Para arriba. ¿Si me dejas, me lo pagarás? Pues que te den, tarada. Ya estoy fuera. No voy a volver a verte nunca. No tengo que pagarte nada de nada. Esto se acabó.

–¡Si me dejas me lo pagarás! ¡Si me dejas me lo pagarás!

Espera. Espera. ¡Allí! ¡Sí! ¡Luz, por fin! La salida. Corre, corre. ¡Sí! Es la escalera de entrada. Vale. Ya la he encontrado. Para arriba. ¿Si me dejas, me lo pagarás? Pues que te den, tarada. Ya estoy fuera. No voy a volver a verte nunca. No tengo que pagarte nada de nada. Esto se acabó.

–¡Si me dejas me lo pagarás! ¡Si me dejas me lo pagarás!

Espera. Espera. ¡Allí! ¡Sí! ¡Luz, por fin! La salida. Corre, corre. ¡Sí! Es la escalera de entrada. Vale. Ya la he encontrado. Para arriba. ¿Si me dejas, me lo pagarás? Pues que te den, tarada. Ya estoy fuera. No voy a volver a verte nunca. No tengo que pagarte nada de nada. Esto se acabó.


* David Esteban Andreu (Teruel, 1978). Maestro de inglés y licenciado en Humanidades, vuelca parte de su tiempo libre en su pasión por las letras, como lector y también como escritor. Ha publicado un poemario (49 charcos de tinta) y una trilogia de novelas fantásticas (Palabras bajo el cielo de Dugalia). En 2020 publicó El oasis. Reflexiones vaquilleras, una aproximación a la manera en la que la fiesta grande es afrontada en Teruel. En la actualidad prepara su última novela, El palacio de los siglos olvidados.

* Ricardo Rodríguez Pina. Aficionado a las artes en general y a la fotografía en particular. Premios fotográficos en 2020: primer premio en "Enséñanos tu pueblo" y "Miradas al Bajo Aragón"; segundo premio en "Comarca del Maestrazgo".

El redactor recomienda