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Patricia Crespo, poeta: “Dejarse sorprender por  las cosas inesperadas es  una de las bellezas de la vida” Patricia Crespo, poeta: “Dejarse sorprender por  las cosas inesperadas es  una de las bellezas de la vida”
Patricia Crespo, este verano en Puertomingalvo. Manuel Vázquez

Patricia Crespo, poeta: “Dejarse sorprender por las cosas inesperadas es una de las bellezas de la vida”

La escritora originaria de Puertomingalvo acaba de publicar su cuarto libro, ‘Un solo árbol’ (Milenio)
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Patricia Crespo es una poeta afincada en Valencia y natural de Puertomingalvo, donde organiza el recital poético Villa de las Palabras desde hace siete años. Tras Erosgrafías, Cantos de la desesperanza y Manifiesto de incertidumbre, recientemente ha publicado su cuarto poemario, Un solo árbol (Milenio).

-¿Qué vamos a encontrar en ‘Un solo árbol’?

-El Thimmamma Marramanu, que subtitula el poemario, es un árbol de la India que ha germinado un bosque de 19.000 cuadrados. Y el poemario gira en torno a esa idea de que, siendo personas que habitamos un cuerpo, en realidad dentro tenemos un ecosistema que nos convierte en varias personas diferentes, que transitamos por muchas etapas, muchos momentos distintos, al igual que sucede como si estuviéramos paseando por un bosque, que presenta muchas diferencias a cada paso, pero que a fin de cuentas es un solo ser.

-¿Cómo se estructuran los poemas?

-El libro se organiza en dos partes. La primera forma el cuerpo, la corteza, la parte exterior con la que nos comunicamos y vinculamos al resto. Y la segunda representa el bosque, ese recorrido interno, esa mirada hacia adentro con la que cada uno hace su propio análisis de lo que siente y vive y como lo siente y vive.

-¿Su objetivo era crear un poemario conceptual desde el principio, donde todos los poemas redunden en esa narrativa?

-Sí, y creo haberlo conseguido, creo que es una de las cosas de las que estoy orgullosa en el poemario. A través de todo el libro invito al lector a pasear por ese bosque, que no es más que una gran posibilidad de conocerse, de reconocerse entre los poemas.

-Eso no es fácil de lograr, suele requerir una inmersión profunda y una reflexión sobre los temas que llevan a escribir.

-En la primera parte del poemario tiene cierta fórmula cronológica, pero a partir de ahí el libro se fue y vino. En esos primeros poemas hablo de la muerte simbólica, emocional, que da lugar al renacer. A partir de ahí un poeta murciano, Álvaro Perdigón, me preguntó que qué veo al escribir. Y yo le respondí que árboles. Y seguí viendo árboles mientras escribía, internándome en un territorio que para mí poco a poco se fue pareciendo cada vez más a un bosque. Es un territorio que sientes propio y al mismo tiempo te sorprende con cosas que no esperas: un río, una cascada, un ciervo, un corzo, un jabalí, piedras, campos, antiguos campos de labranza que ahora están abandonados... Muchos de los poemas los escribí en Puertomingalvo y a menudo necesitaba ir a determinados espacios o escenarios del pueblo que siempre me han inspirado.

-¿Plasma algún topónimo en el poemario?

-Sí. Hay muy pocas referencias a la obra creada por el ser humano, pero sí alguna, en concreto a la ermita de Santa Bárbara, y referencias indirectas a la ermita de San Bernabé.

-¿Mantiene el tono de melancolía que tenía su última obra, ‘Manifiesto de incertidumbre’?

-Creo que Un solo árbol es un poemario más dinámico que habla de un renacimiento. Puede haber poemas más nostálgicos o más tristes, pero creo que el tono general es mucho más alegre, de aceptación de la vida y de todo aquello que nos sucede. Pero todo es un juego de contrastes, nadie está permanentemente feliz o permanentemente triste. Creo que el poemario invita a reconocer eso, que tenemos días mejores o peores pero podemos seguir indagando en nosotros mismos, paseando por el bosque que somos en el sentido metafórico y literal, ya que la naturaleza es sanadora.

-¿Le gusta conocer palmo a palmo su propio bosque, su propio yo? ¿O se regocija con las sorpresas que usted misma se depara?

-Dejarse sorprender por lo inesperado es una de las bellezas de la vida, incluso cuando ese paseo tiene lugar a través de tu propio interior. Siguiendo con la metáfora, un bosque nunca es igual al día siguiente: hay una nueva flor, un águila sobrevuela o simplemente miras el mismo paisaje con ojos diferentes.

-¿Qué elementos utilizas en lo formal para hablarle al lector? ¿Cómo es tu poesía?

-Incluso más que el anterior libro son poemas breves, muy pulidos, con adjetivación mínima. Busco la imagen y la fuerza lingüística, a base de un trabajo de experimentación bastante intenso.

-¿Es usted poeta de flash o de esculpir los versos?

-El primer golpe de escritura es siempre un flash, pero luego es necesario mucho trabajo para pulir los versos, los poemas, e incluso el poemario en conjunto. El trabajo de corrección de este libro ha sido grande y muchos poemas se han quedado fuera a última hora.

-¿Prepara nuevos poemarios?

-No soy de publicar mucho y muy rápido, sino que prefiero que los libros reposen y acompañarles en su promoción. Ahora tengo pendiente una presentación en Sevilla. Otra cosa es que para mí es necesario escribir en todo momento, y nunca dejo de hacerlo.

-Pero ya hace cerca de un años que se publicó el libro...

-Pero los poemarios tienen tiempos mucho más lentos para madurar. La novela, por los resortes editoriales, tiene un tiempo más corto de vida. Un lanzamiento muy intenso y potente que enseguida se apaga.

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