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Pedro Pérez Boned, periodista: Pedro Pérez Boned, periodista:
Pedro Pérez Boned, junto a uno de los chopos en Cuevas de Almudén.MA

Pedro Pérez Boned, periodista: "La cultura que hay detrás de la escamonda estaba casi extinguida hace 20 años"

El reportero fue nombrado Amigo del Chopo Cabecero por su contribución a difundirlo desde DIARIO DE TERUEL
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Como periodista de DIARIO DE TERUEL hasta su reciente jubilación, Pedro Pérez Boned ha seguido desde el principio todo el proceso de recuperación del chopo trasmocho iniciado desde el Centro de Estudios del Jiloca y que culminó en la declaración del Parque Cultural del Alto Alfambra. El pasado fin de semana fue galardonado en Cuevas de Almudén como Amigo del Chopo Cabecero 2022.

-¿Cómo le ha caído el premio?
-Me ha abrumado un poco, porque para mí es muy emocionante. Estoy muy agradecido por un premio que no creo que merezca, porque lo único que hacemos los periodistas es contar lo que ocurre.

-Pero las cosas que ocurren en los pueblos pequeños de Teruel, o las cuenta un medio de comunicación de Teruel, o no las cuenta nadie...
-Eso está claro. Y está mal que yo lo diga, pero DIARIO DE TERUEL siempre ha respaldado y apoyado todas las iniciativas que ha hecho el Parque Cultural del Chopo Cabecero o el Centro de Estudios del Jiloca que fue quien empezó con la recuperación del chopo. Y entonces estaba abandonado completamente porque ya no se usaban vigas de madera. Pero eso lo cambió el Centro de Estudios del Jiloca, y en concreto Chabier de Jaime, que ha puesto todo su empeño en ello. Después se sumaron las asociaciones culturales, como la de Aguilar del Alfambra que es un buen ejemplo, los ayuntamientos y el Gobierno de Aragón, que tomó la acertada decisión de crear el parque cultural del Alto Alfambra, que en realidad abarca muchísimos más pueblos, porque todas las parameras turolenses tienen chopos cabeceros.

-De hecho Cuevas de Almudén no pertenece al Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra.
-Así es, pero este pueblo, como otros muchos, tiene mucha riqueza en chopos cabeceros. Por eso mismo el parque cultural debería abarcar prácticamente media provincia.

-Sin ese trabajo de más de una década que culminó en 2018 con la declaración del parque cultural... ¿se habría perdido la escamonda?
-Sí. En los primeros años 2000 esta actividad estaba ya muy perdida. No se hacía la escamonda, no se cogía leña de los chopos... los árboles estaban poco menos que abandonados. Y fue a raíz de esta nueva cultura paisajista, conservacionista y educativa que se ha recuperado la actividad.

Anacronía

-¿Cree que es importante que se siga realizando y conociendo una práctica que dejó de ser rentable hace mucho tiempo, y que en cierto sentido es anacrónica?
-Sin duda. Es muy importante, y ahora que la sensibilidad ante el medioambiente está en boga, se justifica todavía más. Esto es un patrimonio que tiene mucho que ver con la biología y la botánica, pero también es cultural. Hay toda una cultura de los pueblos detrás del chopo cabecero, que afortunadamente se va a seguir conociendo y transmitiendo a los más jóvenes.

-Llama mucho la atención que chopo (álamo negro, o 'populus nigra') hay por toda Europa, y árboles trasmochos de otras especies hay por toda Europa. Pero chopos trasmochos solamente hay prácticamente por las vegas de Teruel.
-También se da en algunas zonas de Castilla, por Soria, pero puede decirse que es algo propio de Teruel, único. Supongo que ese endemismo se debe a las características de las parameras en Teruel, con tanto territorio pelado, sin arbolado y con tan pocos recursos. Eso hizo que la gente se espabilara a la hora de aprovechar lo poco de lo que podían echar mano, y se creara esta cultura de aprender a que de cada árbol salieran cinco.

-Ha informado durante muchos años sobre las iniciativas para recuperar el chopo cabecero... ¿Cómo entró en contacto con ellas?
-A través de Chabier de Jaime, que hace ya muchos años empezó a hacer estudios y experiencias con alumnos, como profesor de instituto, en torno al chopo cabecero. Recuerdo que le hice un reportaje sobre esos proyectos y desde entonces fueron tomando cuerpo, y a través del Centro de Estudios del Jiloca se fueron desarrollando y ampliando. Tiene el mérito de que esta iniciativa, a diferencia de muchas que han ido surgiendo en el mundo rural, no ha acabado muriendo sino que salió adelante. A veces no me explico cómo lo ha hecho, pero afortunadamente sigue viva.

-Sin embargo no son tantas las personas que se dedican a la escamonda, como el caso de Herminio Santafé, que realizó una exhibición en Cuevas. Y ellos son imprescindibles para mantener este patrimonio.
-Surgieron varias empresas de escamonderos jóvenes pero acabaron dejándolo, porque terminaba por no ser rentable. Desde luego Herminio es un referente.

-¿La escamonda es muy específica sobre otro tipo de podas?
-Sí, pero sobre todo es muy peligrosa. Tienes que subir a una serie de metros de altura, con una motosierra que pesará 7 o 8 kilos, cortar ramas de gran diámetro sin que te reboten o te golpeen. No es fácil atacar esas ramas para que caigan donde tienen que caer. Por muchos arneses y medidas de seguridad que utilicen, no deja de ser una actividad peligrosa.

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