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El vestido verde El vestido verde

El vestido verde

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Raquel Fuertes

El aroma de las melias tardó en aparecer este año. Después, como todas las cosas dulces que se hacen esperar, los días con olor a primavera se esfumaron en un suspiro. Tanto era el anhelo que supieron a muy poco esos días que, finalmente, solo dieron paso a los primeros días de bochorno, prólogo del verano inminente.

Cada día miraba el escaparate al pasar. El vestido verde estaba allí, inmóvil, mientras que el resto iba cambiando. Los carteles de “liquidación por traslado” debían ser invisibles a mi primer nivel de consciencia. Creía que el vestido siempre iba a estar ahí, esperándome.

Definitivamente, me gustaba. Tenía el aspecto de ser pieza única así que imagino que hubieran tenido que venderme ese en concreto y no otro igual. Pero, claro, tendría que haber entrado, preguntado precio y talla y después ver si quedaba justo como yo lo había imaginado.

La astenia primaveral debió influir en mi excesiva procrastinación. Suelo demorar determinadas decisiones, sobre todo cuando creo que son poco trascendentales… o cuando lo son demasiado. Normal asustarse, ¿no?

Aunque en esta no me iba la vida, lo cierto es que el lunes, tras un fin de semana largo dedicado al conocimiento del sol y el mar (o sea: vuelta y vuelta), pasé por el escaparate y no solo había desaparecido el vestido: ya no quedaba nada. En mi breve ausencia la tienda había pasado al estado de desmantelamiento y extinción.

Y, sí, me fastidió. ¿Por qué cuento algo así, en apariencia tan personal como insustancial y justo a las puertas del verano? Quizás por la frustración, quizás por adquirir el compromiso conmigo misma de no volver a hacer lo mismo con algo que me importe o quizás pensando, precisamente, en el verano. De los otros. De los más jóvenes.

De los que van a salir a la calle desbocados tras el largo encierro pandémico y van a descubrir sus particulares vestidos verdes, llamémosles “seres de su interés”, por doquier. Imagino que no se lo pensarán tanto y que al menos mostrarán interés con vistas, quizás, a iniciar algo. Queda inaugurada la temporada de los amores de verano. Y, ¿sabes?, si te gusta, no dejes de probarte el vestido verde. Quizás sea el que estás buscando y lo lleves mucho más que una temporada.

(Clave de lectura: vestido verde=el objeto de tu deseo).

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