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May Serrano

Sí, reconozco que me aprovecho que estamos en agosto y todo el mundo estará haciéndose selfies de pies en la playa o nadando en la piscina de su pueblo, quizá con un pelín de resaca por la verbena (ni confirmo ni desmiento que este es mi plan), para hacer esta pregunta que puede resultar algo incómoda de escuchar.

¿Es Teruel la Ciudad del Amor?

Es verdad que tenemos por bandera a nuestros queridos Amantes de Teruel, que murieron de amor, o ¿que murieron porque en esta ciudad, en aquellos tiempos, no pudieron vivir el amor?

Siempre me hago esta pregunta en torno a la figura de los Amantes pero no soy capaz de contestarla.

Como no tengo la respuesta me fijo hoy en los pequeños detalles, que es dónde creo que reside el amor. En las cosas insignificantes que sumadas te hacen sentir respetada, escuchada, viva.

Pongo el foco en cuestionar  si nuestro Teruel de hoy es una ciudad amorosa, que acoge, con lugares donde sentir ese amor que predica en su nombre.

A veces siento un Sí rotundo, como cuando vas a comprar y se te ha olvidado la cartera y la de la tienda te dice: “no te preocupes, ya vendrás mañana”.

O cuando tienes que hacer algún trámite y en 5 minutos estás en el sitio después de un agradable paseo.

Cuando en pleno verano mientras más de media España se asa de calor por la noche nosotras, nos echamos la manta por encima porque refresca.

Siento un gran AMOR al ver un cortador profesional llenando un plato de jamón del bueno y ¡exploto de amor cuando lo pruebo!

En esos momentos el aire me entra hasta el abdomen, de una tirada.

Aunque, si soy completamente sincera, a veces tengo dudas…

Por ejemplo, cuando tengo que esperar más de 20 minutos para que me atiendan en una terraza. La escena seguro que la reconocen, ocupan una mesa de una terraza céntrica, puede que esté llena de turistas o gente de aquí, no discriminan, esperan unos minutos a que la persona que atiende les vea.

Pasa el tiempo y quizá levanten una mano para captar su atención.

Sin éxito, intentan cazar al vuelo la mirada de la camarera que está haciendo un barrido por todo el espacio pero, justo cuando llega a usted, una fuerza poderosa le hace invisible y, por arte de magia, usted desaparece del espectro de ser atendida.

Cosas que pasan.

Me siento muy poco amada cuando salgo de casa un sábado por la mañana y mi calle huele a pis. Vivo en el centro, una calle estrecha, peatonal, escondida, ideal para mear en las noches de farra.

Me cabrea infinito que mis vecinas no piensen en mí cuando están de fiesta y se vuelve mayúsculo cuando el ayuntamiento no tiene en cuenta las calles angostas en la limpieza diaria.

Muero de desamor cuando me cuesta reservar entradas para enseñar la Catedral a mis visitas.

Supongo que, como en todas las relaciones, hay una de cal y otra de arena, pero como nos nombramos Ciudad del Amor entiendo que lo que queremos es trabajar bien esta relación y que todas las habitantes de Teruel podamos sentirnos queridas para que cuando vengan a visitarnos o celebrar amores lo que se encuentren sea eso: AMOR a raudales. En todas sus formas y en todos sus rincones.

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