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May Serrano

No sé de qué decir hoy porque en realidad lo que me gustaría es estar callada y que nadie me hablara ni tener que hablar con nadie.

Estar en una burbuja donde la temperatura fuera ideal, la luz tenue pero brillante, que no hubiese gravedad para poder flotar sin esfuerzo y mis pensamientos se fueran por una pequeña chimenea...

Quiero una burbuja de tranquilidad, una píldora de relax, un silencio sanador. Que la cabeza se pare, que el cuerpo se estire y que yo pueda tener esa sensación de volar sin esfuerzo alguno.

Lo cierto es que son las 9,28 de la mañana y todavía no he hablado con nadie. A mi alrededor se oyen algunos ruidos típicos del comienzo del día y una tele encendida.

En medio de este casi absoluto silencio encuentro lo que busco: descanso.

¡Qué necesidad tenemos de hablar todo el tiempo! ¿no?

Qué pocas veces encuentras un espacio de NADA.

Cada vez más complicado estar a solas con una misma. (Aunque muchas veces, por muy sola que estés ,tu cabeza no para de charla listas interminables de “Tengo que” o reproches del pasado que empiezan por “Podría haber...” y algunas preocupaciones inventadas para un futuro lejano.)

El móvil en la mano para rellenar los huecos y escapar de los pensamientos. O charlas absurdas para hablar de sinsustancias:

-¿Todo bien?

-Sí, sí todo bien para qué vamos a quejarnos

Y todo para no hacernos cargo del silencio.

Del vacío.

De la nada.

Me dan envidia los abuelos sentados en las plazas de los pueblos con los codos apoyados en las piernas, descansando al sol, sin necesidad de hacer otra cosa.

Como sociedad no valoramos lo no productivo, los espacios libres, los paisajes abiertos, el silencio, el encuentro con una misma, con lo que de verdad está pasando. Estamos acostumbradas a hacer, hacer, hacer, “aprovechar el tiempo” lo llaman...

Lo mismo pasa en nuestra provincia. Toda la extensión de vacio, naturaleza, sin charlas vacias, sin ruidos innecesarios, solo puntos de encuentro con el sol, el frio, la naturaleza...

Vacío.

Nada.

¡Qué descanso!

Una riqueza de la que no todo el mundo dispone. Una burbuja de relax, de encuentro, de realidad.

De silencio.

Horizonte

Sol...

Prácticamente un regalo que nos hayamos quedado fuera de los pelotazos de las megacontrucciones, megafábricas, megatodo ha sido una carambola mágica que nos da ahora el privilegio de disfrutar de lo que no hay.

Y en estas infinitas posiblidades que se abren frente al vacio solo pido que no lo llenemos de trastos, que no dejemos que nos utilicen como se utiliza la habitación de invitadas, que ya amueblarás cuando tengas tiempo y al final siempre será un trastero.

Respirar orgullosas el vacio, el espacio y la libertad de estar en silencio.

Aprovechar la NADA.

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