Tomás González yerra con los aceros una faena de triunfo grande a más de tres mil metros de altitud

Toda una experiencia vivió en Viraco, Perú, Tomás González el pasado jueves 24 de octubre. Compartía la tarde el turolense con el mexicano Cesar Ruiz y el peruano Joaquín Caro, en un festejo que debía arrancar a las nueve y media hora española. En ese momento, solo dos toros había en los corrales de la plaza viraqueña, a más de tres mil metros sobre el nivel del mar. Las reses fueron llegando poco a poco, con el festejo ya comenzado. Abrió plaza el azteca César Ruiz, quien cortó un apéndice al primero (y único) de sus contrincantes. El peruano Joaquín Caro, en segundo lugar, fue silenciado. Y llegó el turno de Tomás González, quien con su primer novillo tuvo una actuación de mucho empaque y calidad. Por momentos, se llegó incluso a pedir el indulto de un novillo que tenía movilidad y calidad, y con el que González demostró el buen momento en el que se encuentra. Sin embargo, pinchó en el primer intento de realizar la suerte suprema, antes de dejar una estocada que no acabaría con su oponente. Hubo de descabellar y, al no acertar a la primera, hizo que el ambiente se enfriase y perdió la opción de un triunfo grande.

La segunda parte del festejo comenzó con la ausencia del animal que César Ruiz debía de lidiar. El novillo no había llegado, y por ello fue que solo actuaría en una ocasión el mexicano. El inca Joaquín Caro no corrió la misma suerte, pudiendo lidiar un segundo animal ante el que, de nuevo, fue silenciado. El cierraplaza, en turno del novillero turolense, fue un animal que imposibilitaba el triunfo. Con síntomas de estar resabiado, el alcorisano no tuvo otra opción que quitárselo de en medio de la manera más torera y práctica que pudo. Recibió palmas de la afición viraqueña el aragonés tras la lidia del complejo animal.