Análisis de la gestión de los purines cuando hay siete cerdos por habitante

La charla titulada El reto de la gestión de los purines: ganadería y contaminación a examen, impartida por Herminia Bueno Cavanillas, del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, abordó el pasado viernes en el Casino de Teruel la profunda transformación del sector ganadero en España en los últimos cincuenta años un tema de gran interés en la provincia de Teruel.

La especialista detalló que se ha pasado de un modelo extensivo y tradicional, basado en el aprovechamiento de pastos naturales y sostenible en lo ambiental, económico y social, a un sistema intensivo, caracterizado por explotaciones cerradas, mecanizadas y con una alta densidad animal.

“El auge de la ganadería intensiva ha traído consigo importantes beneficios. Se trata de un sistema altamente eficiente y productivo, que permite obtener más carne en menos tiempo y espacio, reduciendo significativamente los costes de producción”, recordó Bueno. Este modelo ha convertido a España en el primer productor de porcino de Europa y el tercero a nivel mundial, solo por detrás de China y EE.UU. “Actualmente, en nuestro país se engordan más de 30 millones de cerdos en unas 90.000 explotaciones porcinas”, detalló.

La intensificación también ha mejorado el control sanitario gracias a estrictos protocolos de bioseguridad, vacunaciones, aislamiento y prevención de enfermedades. A ello se suma un control exhaustivo del ciclo productivo, que garantiza trazabilidad y seguridad alimentaria.

Sin embargo, en la conferencia se puso el foco también en los problemas asociados a esta actividad. “El sector se enfrenta a un gran desafío medioambiental: la gestión de los purines —los residuos generados por los animales— y su eliminación mediante su aplicación en suelos agrícolas como fertilizante, aprovechando su riqueza en materia orgánica y nutrientes”, explicó la investigadora que añadió que este sistema, lejos de ser un ejemplo de economía circular, se topa con una dura realidad: no hay suficiente superficie agrícola para absorber tal cantidad de purines.

Herminia Bueno indicó que las explotaciones porcinas intensivas tienden a concentrarse en zonas estratégicas por razones económicas y logísticas. Aragón es el territorio con mayor censo de ganado porcino del país, donde se contabilizan hasta siete cerdos por cada habitante.

Los impactos ambientales del vertido de purines son múltiples y afectan a todos los compartimentos del medio. En los suelos, provoca desequilibrios de nutrientes, acidificación, acumulación de metales pesados como el zinc y el cobre, compactación y pérdida de fertilidad. En la atmósfera, emiten gases de efecto invernadero —como metano y óxidos de nitrógeno— y amoniaco, que deterioran la calidad del aire. Y en el medio hídrico, los purines contaminan tanto aguas superficiales (eutrofización por exceso de nutrientes) como subterráneas, por filtración de nitratos que no son absorbidos por las plantas, elevando su concentración hasta niveles incompatibles con el consumo humano sin tratamientos costosos.

“Estos efectos, aunque en ocasiones invisibles a corto plazo, representan una amenaza creciente. Las aguas subterráneas —poco visibles pero esenciales para el abastecimiento humano y clave frente al cambio climático— están siendo contaminadas silenciosamente”, alertó la ponente que incidió en que cuando se detecta el problema, en muchos casos “ya es tarde”. Además, su recuperación es extremadamente lenta: pueden ser necesarias varias décadas para restaurar su calidad.

Bueno argumentó que frente a esta situación, es necesario abrir un debate público que contemple cuestiones clave que ella misma dejó sobre la mesa: “¿Estamos asumiendo los costes reales del crecimiento del sector porcino intensivo? ¿Debería recaer el coste de la gestión sostenible sobre el productor o, como ocurre a menudo, terminar repercutiendo en el conjunto de la ciudadanía mediante impactos ambientales?”. “¿Queremos ser la granja de Europa a cualquier precio? ¿Tiene sentido seguir promoviendo este modelo de desarrollo rural sin considerar nuevas alternativas que garanticen la protección de los recursos naturales?”, planteó.