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Los grandes tigres compitieron en un Teruel casi tropical hace seis millones de años Los grandes tigres compitieron en un Teruel casi tropical hace seis millones de años
El paleontólogo Manuel Salesa este mes en el yacimiento de Las Casiones en Villalba Baja

Los grandes tigres compitieron en un Teruel casi tropical hace seis millones de años

El yacimiento paleontológico de Las Casiones en Villalba Baja constata la importante presencia de dientes de sable
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Hace seis millones de años lo que hoy es la pedanía turolense de Villalba Baja tenía un aspecto muy distinto del actual. Sin ser del todo un paisaje tropical, era una zona boscosa con muchos árboles y arbustos que permitieron una gran diversidad animal con faunas propias del continente africano. Había tigres, elefantes, hipopótamos, jirafas de cuello corto y hienas con los félidos en la cima de la cadena alimentaria, pero no una especie sino varias, y al menos tres de ellos de gran tamaño, los conocidos como dientes de sable por estar dotados de grandes caninos superiores que sobresalían y que eran utilizados para degollar a sus presas con su potente mordida. En las excavaciones paleontológicas llevadas a cabo a principios de este mes en el yacimiento de Las Casiones han vuelto a aparecer fósiles de estos tigres que podían llegar a pesar 300 kilos, lo que convierte este afloramiento en un lugar privilegiado para conocer a estos grandes depredadores del Mioceno.
 

Un dientes de sable de cacería en un mural cerámico de Concud


La aparición de las defensas completas de un mastodonte en este yacimiento de Villalba Baja ha eclipsado el resto de los hallazgos de la campaña de excavación llevada a cabo este año por científicos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis y del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, pero más allá de esos espectaculares fósiles de casi 2 metros de largo han aparecido huesos de una gran diversidad de animales, entre ellos de félidos dientes de sable.

Manuel Salesa, del Museo Nacional de Ciencias Naturales y uno de los paleontólogos de referencia sobre las faunas de este periodo geológico dominado por los mamíferos, conoce bien a los félidos dientes de sable. Se ha enfrentado a muchos de ellos, por fortuna en las excavaciones y en el laboratorio. Lo mismo pasa con Gema Siliceo, investigadora Araid en la Fundación Dinópolis. Ambos publicaron a finales del año pasado, junto con otros autores, un revelador artículo y que tuvo un gran impacto internacional liderado por Mauricio Antón en la revista científica The Anatomical Record sobre cómo era el mecanismo anatómico que permitía a los dientes de sable exhibir sus largos caninos.

Ahora han vuelto a la cuenca de Teruel para seguir excavando en yacimientos del Mioceno bien conocidos y que a la vista de la campaña de este año en Las Casiones no dejan de arrojar sorpresas y, sobre todo, una gran variedad de especies con fósiles especialmente bien conservados.

Grandes félidos

Mientras la atención mediática se centraba en las grandes defensas del mastodonte excavadas, Salesa, de ascendencia turolense, exhibía con orgullo algunos huesos de tigres dientes de sable aparecidos este año. A la vista de un profano pasarían inadvertidos, pero con las explicaciones de este paleontólogo cobran vida y hacen acto de presencia estos grandes félidos.

El fósil que muestra forma parte de los huesos del carpo, de lo que sería la muñeca del animal. Lo pone sobre su muñeca y uno no tarda en hacerse una idea del tamaño que tendría el tigre. De hecho, Salesa lo compara con el actual tigre siberiano, cuyo peso ronda los 200 kilos en el caso de los machos y una longitud de 2 metros.

Dentición y un metápodo de ‘Amphimachairodus’ en el Museo de Dinópolis


 

El propietario de ese carpo recién aparecido en Las Casiones sería algo más grande. El científico estima que tendría un peso entre 290 y 300 kilos. La muñeca de aquel tigre que vivió hace 6,3 millones de años sería el doble de grande de la de un hombre adulto y corpulento. Al tomar esta referencia se agradece que dejasen de existir hace mucho tiempo porque un ser humano tendría poco que hacer si se tuviese que enfrentar cara a cara desarmado.

Han aparecido huesos de otras partes de su anatomía en esta excavación y pertenecen a la especie Amphimachairodus giganteus. Para hacerse una idea de cómo era este animal basta con acercarse al parque del Safari del Turoliense de El Pobo, donde se exhibe una reconstrucción corpórea en vida de este tigre; o al barrio pedáneo turolense de Concud, donde está representado el mismo animal en un mural de cerámica enfrentándose a otro de la misma especie, y en otro de los murales mientras caza a sus presas.

En el Museo Aragonés de Paleontología que alberga Dinópolis se exhiben también algunos de los fósiles de esta especie encontrados en campañas anteriores en este mismo yacimiento. Se muestra un metápodo y varios dientes de considerable tamaño. Era el rey del Mioceno, pero a pesar de su poderío y de estar en la cima de la cadena alimentaria acabó extinguiéndose.

Hoy se sabe que en su desaparición fueron determinantes los cambios climáticos, puesto que se trataba de cazadores muy especializados. Ellos, conocidos también como macairodontinos, acabaron por extinguirse, mientras que los felinos sobrevivieron y llegaron a nuestros días.

Lo llamativo de Las Casiones es que han aparecido fósiles también de otros félidos, algunos de ellos igualmente de gran tamaño. Salesa explica que hay identificados por ahora en este yacimiento cinco tipos de félidos diferentes.

Reconstrucción corpórea del dientes de sable ‘Amphimachairodus’ en El Pobo


 

Junto a Amphimachairodus se han encontrado otros dos grandes félidos dientes de sable, Paramachaerodus orientalis y Metailurus major. En uno de los murales del Turoliense de Concud está representado un ejemplar de Paramachaerodus sobre una rama, porque su anatomía sugiere que era un buen trepador y se subía a los árboles. Sería parecido a los leopardos actuales aunque con dientes de sable.

Metailurus major se parecería también a un leopardo y por sus extremidades se ha determinado que tendría una gran capacidad para saltar. En el Museo de Dinópolis se exhiben en la vitrina del Turoliense varios dientes hallados en el yacimiento de Las Casiones.

Las otras dos especies encontradas en este yacimiento en las distintas campañas de excavación realizadas corresponden a félidos más pequeños, equiparables en tamaño con los linces actuales y los gatos monteses.

Representación de ‘Paramachaerodus’ subido a un árbol en Concud


 

Por un lado están identificados restos de Pristifelis attica. En el Museo de Dinópolis pueden verse fragmentos de mandíbulas y dientes de este felino.

Los restos del otro felino encontrado en Las Casiones no se han asociado de momento con ninguna especie, aunque se corresponden también con un felino pequeño del tamaño de un gato. Salesa explica que hay poco material y el mismo es insuficiente para determinar su género y especie.

Este último hallazgo se dio a conocer hace poco más de una década cuando se celebró en Teruel el X Congreso de la Asociación Europea de Paleontólogos de Vertebrados. El hallazgo lo presentaron precisamente Manuel Salesa y Gema Siliceo junto a Mauricio Antón. Los científicos estiman que tendría unas habilidades corredoras y sería básicamente terrestre.

Con cinco especies diferentes de félidos, Las Casiones es una joya para el estudio de estos depredadores, entre otras cosas por su diversidad, al coexistir unos muy grandes junto con otros más pequeños. Esa propia coexistencia ya es una señal de los ambientes en los que se movieron, con una vegetación que permitía que cada uno de estos carnívoras ocupase un nicho diferente. En ese momento del Turoliense el paisaje poco tenía que ver con las sabanas, sino más bien con los bosques tropicales, más frondosos y que permitirían esconderse a los depredadores para acechar y cazar a sus presas.

Cobertura vegetal

El tipo de herbívoros que aparecen se corresponde con animales que no pastaban, sino que comían hojas de árboles y arbustos, “con lo cual tenía una cobertura vegetal desarrollada”, afirma Salesa.

El paleontólogo añade que “el hecho de que tengamos cinco especies de félidos nos indica que hay una cobertura vegetal suficiente como para que las especies más pequeñas puedan esconderse de las más grandes”.

La diversidad de los félidos y el tipo de animales herbívoros encontrados dibuja un paisaje con abundante vegetación. “En este momento temporal, en Las Casiones no está desarrollada una sabana, sino que hay una masa de agua, un lago o algo así, y ligado a eso hay un bosque alrededor de galería con zonas que tienen mucha vegetación”, cuenta el paleontólogo, para precisar que “a lo mejor, alejado de eso, hay una sabana, tal vez a 40 o 10 kilómetros de aquí”.

Mientras Salesa reconstruye el paisaje a partir de lo que le dicen los fósiles, alrededor de Las Casiones empieza a crecer la vegetación y a aparecer charcas de agua donde beben los herbívoros mientras que desde las ramas de los árboles y entre la vegetación a nivel de suelo más espesa, otros tigres y felinos pequeños se esconden al acecho de sus presas. Es inevitable imaginárselo al escuchar las explicaciones del científico mientras el pasado aflora para cobrar vida gracias a la paleontología y contarnos cómo fueron esos tiempos ancestrales en los que los dientes de sable caminaban a sus anchas por lo que hoy es Teruel.