Miguel López asegura que “la Vaquilla no es para perderse, sino para encontrarse”

Miguel López Lizama se vistió este sábado la casaca con los escudos de las 21 peñas que le identifica como Vaquillero del Año 2025 por la labor realizada en los 16 años que trabajó como técnico de Fiestas en el Ayuntamiento de Teruel. Aseguró que durante los mismos no hubo ni un sólo día en el que no dedicara un rato a organizar la Vaquilla, de la que dijo que “no es para perderse, sino para encontrarse, para ser felices e intentar que los de nuestro alrededor también lo sean”.

El salón de plenos del Ayuntamiento de Teruel que acogió el nombramiento de Miguel López como Vaquillero del Año se quedó pequeño por el gran número de personas que quisieron acompañarle. La alcaldesa, Emma Buj, y el presidente de Interpeñas, Jesús Muñoz, fueron los encargados de ponerle la gorrinera después de que el prior del capítulo de racioneros, Blas Sanz, dirigiera la Salve al Ángel Custodio, al que pidió protección para que la Vaquilla del mismo nombre trascurra sin incidencias.

Emma Buj agradeció la presencia de todos los miembros de la corporación municipal, así como de otros representantes institucionales, y aseguró que, aunque Interpeñas siempre acierta con el nombramiento del Vaquillero del Año, esta ocasión era “especial” para todos quienes han tenido una responsabilidad en el Ayuntamiento. Y es que Miguel López fue durante 16 años técnico de Fiestas y, como tal, “pieza clave del engranaje” de la Vaquilla. Además, la alcaldesa destacó del mismo “su simpatía y su permanente sonrisa”.

Carácter conciliador

El presidente de Interpeñas, Jesús Muñoz, añadió que ha sido “un personaje en la sombra, que siempre ha trabajado limando asperezas para que nadie tenga ningún problema y todos podamos disfrutar de la fiesta”. “Y es una buena persona además”, concluyó.

Miguel López admitió que la llamada de Muñoz anunciándole su elección supuso “una sorpresa mayúscula”, de la que ha disfrutado “con emoción” desde el primer día con su familia y sus amigos de Teruel, Orihuela del Tremedal y Calamocha. “Cuando me preguntó si quería ser Vaquillero del Año le respondía que por supuesto”, añadió.

En su discurso, recordó que la Vaquilla había condicionado toda su vida, incluso su lugar de nacimiento, dado que su madre prefirió quedarse a dar a luz en Calamocha antes que venir a una clínica en Teruel en plena fiesta de la Vaquilla, un 9 de julio de 1966.

Desde septiembre de 2007, cuando comenzó a trabajar en el departamento de Fiestas, y hasta que hace dos años pasó al de Cultura, ha trabajado todos los días en la organización de la Vaquilla, “que son 4 días que vivimos a tope y que nos dan para hablar todo el resto del año”, comentó.

En su opinión, esta es una fiesta que “iguala” a todas las personas, con independencia de su edad, y “hay una Vaquilla diferente para cada uno pero todas igual de divertidas”. “La Vaquilla no es para perderse, sino para encontrarse”, comentó en relación a esas paradas para hablar con los conocidos, e invitó a turolenses, vaquilleros y peñistas “a compartir su mejor sonrisa”.

Precisó que aceptaba la responsabilidad de ser Vaquillero del Año pero que la compartía con todos sus compañeros del Ayuntamiento de Teruel que hacen posible la fiesta, así como con los miembros de las juntas directivas de las peñas, a los que considera “sus amigos y amigas”. Y tuvo un recuerdo especial para cuatro de ellas: las tres que se crearon durante su labor como técnico y a las que recordó que hubo que buscar ubicación, que fueron Ultramarinos, Encerrona y El Rescate, además de aquella de la que forma parte, El Campanico.

Por último, quiso reproducir las palabras de su amigo Pedrín, quien dice que “la vida del vaquillero es muy dura”, y animó a turolenses y visitantes “a ser felices y a intentar que los de su alrededor también lo sean”.