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Cuenta atrás

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Raquel Fuertes

La noche del 22 al 23 de septiembre empieza la cuenta atrás para el verano 2023. Llámenme tremendista y exagerada. Díganme que si no he pasado (y paso) bastante calor como para no estar deseando que llegue el frescor otoñal. Digan lo que quieran. Pero, tal y como pinta la vida en estos tiempos, el único escape (engaño) que nos queda son el verano y las vacaciones.

Y eso que no son las de antes (hasta tres meses me he pasado yo en el pueblo, del mes y medio no bajaba), pero, aun con restricciones laboral-presupuestarias, son la única fantasía de libertad y desconexión que nos podemos permitir en estos tiempos convulsos en los que, como ya dije, parece que nada es igual (solo nos faltaba lo de la reina Isabel: fin de ciclo con regio colofón).

Cuando entremos, de madrugada, a hurtadillas, en el equinoccio otoñal probablemente seguiremos con el calor insoportable (que no todo el calor es aguantable ni para los veranistas), pero también puede que empecemos con gotas frías, alguna helada y, con toda seguridad, días fehacientemente más cortos.

Un panorama bastante desolador si tenemos en cuenta que la coyuntura que sirve de guarnición tampoco pinta nada bien. Lo de la guerra parece que se reorienta a peor (hasta los rusos pronuncian ya la palabra maldita, sin eufemismos), a mis padres (y a los suyos, revísenles sus cuentas y  de paso las propias) les han quitado dinero por ahorrar, los inmuebles pronto empezarán a bajar, pero no los podremos comprar porque subirán las hipotecas y nuestros hijos tendrán medios para independizarse a la edad en la que nuestra generación iba por el tercer hijo o el segundo matrimonio.

El virus sigue ahí, pero totalmente desmotivado por la falta de atención de un público abrumado por la cruel realidad de la cesta de la compra, y ni siquiera el soplo de aire fresco de Alcaraz o los triunfos del baloncesto (y pensar que éramos los bajitos de Europa) nos quitan el velo de pesimismo que invade nuestra rutina.

Así que sí, solo la fantasía del verano nos sirve como psicotrópico de huida de una gris realidad que cada día se nos pega más a la piel y nos es menos ajena. Si no he contado mal, faltan 271 días.

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