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El toro de Royuela El toro de Royuela

El toro de Royuela

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Raquel Fuertes

Hace casi treinta años. Da vértigo solo pensarlo. Corría el mes de agosto con sus calores de mediodía, sus frescos de medianoche y sus tormentas de segunda quincena. No había internet. Ni teléfonos móviles ni más red social que salir a la fresca y, créanme, en el Diario de Teruel hacíamos filigranas a diario para poder contar lo que sucedía en la provincia. Tuvimos buenos maestros.

Recibíamos teletipos de EFE con información nacional e internacional, pero el resto, con media provincia de vacaciones y la otra media llena de veraneantes, entre los que me contaba, era información de la provincia.

Cuando se acercaba el fin de semana o la Virgen de Agosto, los carteles de fiestas patronales se traducían en páginas sobre los eventos más esperados por vecinos, veraneantes y pueblos de la contornada. Becarios en ebullición, que suplíamos con ganas la falta de oficio, intentábamos poner un algo de nuestra pluma en desarrollo para no acabar haciendo páginas clónicas entre las fiestas de pueblos de una y otra sierra.

Recuerdo que se escapó un toro en las fiestas de Royuela. Me disculparán que no pueda precisar si fue vaquilla o toro embolado, pero las décadas no pasan en balde por la memoria. Llamar al bar, al ayuntamiento, localizar al alcalde, buscar en la guía telefónica a algún otro vecino que contara lo sucedido… En fin, una noticia de verano que rompía la dinámica de la agenda, lo estivalmente predecible y las serpientes de verano.

Ciertamente hoy produce ternura. Mucha. Aunque es probable que este año se recuperen festejos taurinos, verbenas y cenas de sobaquillo en plazas y polideportivos, será difícil que vuelvan a ser noticia ante la avalancha consecutiva de señales de fin del mundo que vivimos desde hace algo más de dos años. ¿A quién le va a interesar por dónde anda el toro de Royuela si un día de estos igual nos cae un asteroide o un misil desviado del megalómano Putin? ¿Nos volverá a importar que algunos pueblos quintupliquen su población con la llegada del verano o, incluso, que algunos decidan cambiar la ciudad por la vida en el pueblo? Ante tanto momento histórico y tanta catástrofe en cascada solo nos queda la añoranza por lo sencillo, lo que era disruptivo solo lo justo como para convertirse en noticia cuando el mundo giraba sobre su eje. Hastiada de ser testigo de la Historia.

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