Síguenos
Empezar Empezar
banner click 244 banner 244
Raquel Fuertes

Ya lo he dicho alguna vez. Mi padre siempre dice que los gitanos no quieren comienzos fáciles para sus hijos. La falta de obstáculos y encontrarse con un terreno allanado no suele favorecer la creatividad ni hacer valorar el esfuerzo o la importancia de conseguir las cosas por uno mismo.

Empezamos año (al menos ha sido en sábado, ¿puede salir mal algo que empieza en sábado?) y después del fracaso de todas las expectativas creadas alrededor de 2021 este año nos pilla desfondados de partida. Ni siquiera parece que nos queda el optimismo propio del buenismo a la hora de hacernos ilusiones y soñar con risas en los siguientes doce capítulos.

Y es normal. El gato escaldado del agua fría huye y ahora convivimos con un pico de contagios que no esperábamos a la vez que intentamos recuperar (sí, con mascarilla) el vivir en medio de esta paradoja de normalidades en la que se ha convertido nuestra existencia. Entre el miedo y el desafío hemos encontrado fantasmas que se cernían como lejanas amenazas (nos intentábamos consolar con el “¿qué más nos puede pasar?, es imposible”) y que hoy se concretan en una inflación desatada y unos costes de producción que no veíamos en décadas. Crisis de suministros, energía, materias primas… Todos queremos gastar a la vez, como si de repente nos hubiéramos dado cuenta de que vida solo hay una y que, con o sin virus, hay que vivirla y sacarla adelante.

Por eso, en este empezar nos falta quizás un poco de ingenuidad y nos sobran miedo y resabio. Cito ahora a mi madre que siempre me ha dicho que solo volvería a los 20 “sabiendo lo que sé ahora” (y eso lo dijo a los 40, 50, 60, 70…). Y sí, ahora sabemos algo más de lo que no debemos hacer y algo hemos aprendido. Pero después de tantos chafones, detrás de tanta decepción nos falta un poco de eso que tienes a los 20 años: empuje, ganas y creer que lo sabes todo y que no hay nada que te quede por experimentar cuando en realidad la vida apenas te ha pasado rozando y te queda quizás lo mejor.

No generemos muchas expectativas alrededor de este enero que se presenta con curvas, picos, colapso y desesperación. Pero no olvidemos que esto apenas acaba de empezar. Démosle una oportunidad a 2022. Para la decepción siempre hay tiempo.

El redactor recomienda