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Miguel Rivera

En los últimos días he leído dos noticias relacionadas con la legendaria distancia que lleva por título esta columna. En la primera, en este mismo Diario, Juan Pablo López, de Cella, contaba que terminó la maratón de Tokio sin haber corrido nunca más de 20 km, y que no sabía cómo iba a responder su cuerpo ante un estímulo tan fuerte y sin haber podido entrenar todo lo que le hubiera gustado.

En la segunda, con mucha más repercusión a nivel nacional, Álex Roca se convirtió en la primera persona en el mundo en completar los 42195 m con un 76% de discapacidad física. El vídeo del momento en el que se derrumba tras cruzar la meta y posteriormente se abraza con su pareja y su equipo es de los más conmovedores que he visto últimamente. Les animo a buscarlo, amigos lectores.

Sin embargo, no pretendo transmitir hoy algo en lo que no creo. O al menos en lo que creo que hay muchos matices. Hay muchas frases y libros de autoayuda, que han proliferado y se han multiplicado desde la llegada de internet y las redes sociales. Y uno de los más clásicos, y a la vez disolventes, es ese que dice que “si quieres, puedes”.

Bajo mi punto de vista y desde mi experiencia, esto no es del todo así y es peligroso transmitirlo como tal, ya que, sin una adecuada reflexión detrás puede llevar a una importante frustración. No puedes conseguir todo lo que te propongas. Habrá objetivos más alcanzables que otros y habrá caminos que te acerquen a ellos y otros que te alejarán. Y hay que entender que el fracaso va intrínseco en el establecimiento de objetivos. No conozco a nadie que haya cumplido todos sus objetivos en la vida. A nadie.

En los ejemplos enunciados anteriormente el fin estaba claro. Cruzar la línea de meta tras haber recorrido la mítica distancia. Con distintas dosis de esfuerzo y dedicación, seguro, ambos protagonistas pusieron las bases para lograr su objetivo.

Y es que al enunciar la frase que hoy nos ocupa hay que hacer un pequeño añadido: “Si quieres (y si sabes cómo y pones los medios necesarios), puedes”. Y esa parte entre paréntesis es determinante. A la hora de superar un reto físico, como son los casos que nos ocupan, el cómo es la planificación y los medios necesarios son el entrenamiento y todo lo que ello conlleva alrededor, que en el caso de Roca es mucho esfuerzo físico, material y mental, indudable y necesariamente. Mi estrategia para afrontar retos físicos de media o larga duración es subdividirlos en objetivos más cortos y alcanzables, de modo que mi cerebro va completando una tarea tras otra: 10 %, 20 %, 25 %... ¡100 %! No sé dónde lo aprendí, pero me ha dado buenos resultados en muchos ámbitos de mi vida, no solo en el deportivo.

Diferente es un reto profesional, por ejemplo. Ahí influyen también factores externos y que no dependen de uno mismo. Hay circunstancias que nos vienen dadas o simplemente una competencia superior que puede dar al traste con nuestros objetivos. Las personas sabias saben reconducir esa situación, valorar si puede haber una segunda oportunidad y, en ese caso, ponerse a la faena para buscarla. Y si no existe, al menos, son capaces de no frustrarse o quitarse valor por no haberlo conseguido. Existe pánico al concepto fracaso, y sin entender que el fracaso forma parte del proceso de aprendizaje y crecimiento es imposible desarrollarse en ningún ámbito de la vida.

Así, y parafraseando a Roca, creo que toda persona que tenga un objetivo, aunque tenga dificultades y miedos, con sacrificio, actitud, trabajo en equipo y medios, puede acercarse a conseguirlo, aunque no necesariamente lo haga. Y entonces, seguro, el camino habrá valido la pena.

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