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Alfambra, orígenes y evolución histórica del poblamiento del fértil valle en torno al 'Río Rojo' Alfambra, orígenes y evolución histórica del poblamiento del fértil valle en torno al 'Río Rojo'
Cerro del castillo de Alfambra

Alfambra, orígenes y evolución histórica del poblamiento del fértil valle en torno al 'Río Rojo'

La presencia humana se remonta a hace unos 300.000 años y había fauna propia de la sabana africana
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Por Javier Ibáñez, Rubén Sáez y José F. Casabona

El importante Patrimonio Arqueológico conservado en el municipio de Alfambra, nos proporciona valiosas claves para comprender la evolución de la ocupación de este fértil valle y de buena parte de la provincia de Teruel.

La presencia humana en el Bajo Alfambra es muy antigua, como lo demuestran los hallazgos efectuados en la Cuesta de la Bajada, muy cerca de la ciudad de Teruel. Éstos se remontan a hace unos 300.000 años, momento en el que el río discurría más de 30 metros por encima de su cauce actual.

Ese emplazamiento era una charca o un remanso de agua, poblado por una fauna que recuerda a la de la sabana africana, y que incluía una variedad extinta de elefante (Elephas Palaeoloxodon antiquus). En ella cazó un grupo de humanos pertenecientes a una especie anterior a los neandertales.

Pero el hallazgo de la Cuesta de la Bajada es excepcional. A pesar de las miles de generaciones de cazadores-recolectores que se sucedieron en el tiempo durante el Paleolítico, los escasos restos materiales que dejaron y las intensas transformaciones operadas en el territorio, determinan que el número de yacimientos conocidos sea muy escaso.

Agricultores itinerantes

Todo cambió durante el Neolítico, momento en el que los grupos humanos que poblaban este territorio se transformaron en agricultores y ganaderos. El volumen de evidencias se incrementó, al mismo ritmo que se multiplicó la transformación humana del medio y la generación de basuras.

Pese a ello, tampoco sabemos mucho de las decenas (tal vez casi un centenar) de generaciones de agricultores itinerantes que transitaron por este territorio y que debían utilizar el fuego para despejar y otorgar más fertilidad a las tierras a cultivar.

Vivirían en frágiles cabañas, ocupadas durante pocos años hasta el agotamiento de dichas tierras, trasladándose después a otro espacio. Su primitiva tecnología agrícola, basada en palos cavadores con los que hacían pequeños huecos en los que depositaban la simiente, sólo les permitía cultivar los suelos más ligeros; no debían trabajar los suelos húmedos y pesados cercanos a los lechos, poblados por un espeso bosque de ribera, con densas raíces. Por lo que sabemos, no parecía existir una especial preocupación por la ubicación de los asentamientos en puntos de fácil defensa.

Los escasos restos que dejaron (sílex y escasos fragmentos de cerámica) aparecen de forma esporádica en distintos puntos del valle; es muy difícil que se conserven muchos más restos de sus precarios asentamientos. Su presencia también se ha detectado en el Cerro del Castillo de Alfambra, con dataciones que los sitúan en el 2530 antes de nuestra Era, ya dentro del Eneolítico.

Asentamientos estables

Durante el Bronce Antiguo se produjo una importante transformación en este territorio, al crearse los primeros asentamientos estables, ocupados durante varias generaciones, en el marco de una profunda transformación económica, social y cultural. La elección de puntos de fácil defensa, reforzados por murallas, demuestra un evidente temor a las agresiones externas.
 

Los Ciegos (1) y el Alto del Sargal (2), visto desde Las Cuevas


Un asentamiento temprano se localizó en la Muela del Sabucar, un cerro testigo alejado de la vega; sus pobladores practicaban una agricultura cerealista de secano, detectándose la presencia de grano, dientes de hoz de sílex y molinos barquiformes; al igual que en la etapa anterior, su tecnología agrícola tampoco era adecuada para cultivar la vega. Este poblado fue longevo, estando ocupado entre el 2459 y el 2100 antes de nuestra Era. Su violenta destrucción (por incendio) coincide con la de otros poblados coetáneos situados en el Sistema Ibérico, lo que podría responder a una crisis más generalizada.

De otros dos yacimientos que parecen ser también del Bronce Antiguo (Cabizgordo y Las Cuevas), contamos con poca información.

La segunda generación de asentamientos estables está representada por la Peña Dorada, defendida por una muralla de 1,50-1,70 m. de espesor en la parte más desprotegida y por una empalizada de troncos de madera en otros puntos. Pese a ello, hacia el 1900 Cal BC desapareció violentamente.

Durante el Bronce Medio el principal asentamiento de este territorio se situó en el Cerro del Castillo de Alfambra, con unas dimensiones superiores a las habituales en este territorio. Aunque se situaba cerca de la vega, persistían las limitaciones que dificultaban su explotación agrícola, ya que, aunque es posible que contasen con primitivos arados, éstos carecerían de reja metálica, por lo que harían poco más que arañar la tierra, resultando poco eficaces en suelos pesados, profundos y llenos de raíces.

El retorno de los poblados

Durante la transición del Bronce Medio al Tardío, hacia el 1500 antes de nuestra Era, se produjo una intensa crisis que supuso un final violento de la mayor parte de los asentamientos de esa etapa estudiados en la provincia.

A partir de ese momento, se inician unos primeros “siglos oscuros” para el poblamiento de Alfambra, que podrían obedecer tanto a una despoblación del territorio, como a problemas en la investigación (no se han detectado los yacimientos), o incluso, a una conjunción de ambos factores (escasa población situada en enclaves poco habituales).

En un momento no precisado del Bronce Final o de la Primera Edad del Hierro, se vuelve a documentar la instalación de nuevos asentamientos. A falta de sondeos arqueológicos, la información es más escasa e imprecisa.

Los nuevos asentamientos se concentran en relieves fácilmente defendibles. Es posible que los dos más antiguos sean Los Ciegos y la Muela Alta, a unos 5 km. de distancia el uno del otro.

De fechas posteriores son Fuente Diezdiegos, abrupto espolón situado al norte de la fuente homónima, en una posición tan fácilmente defendible como difícilmente habitable, situada lejos de la vega. Y Buenvecino, igualmente en un espolón, aunque no tan abrupto y situado al inicio del ensanchamiento del valle del Alfambra.

Ambos enclaves distan más de tres kilómetros. entre sí, estando separados por escarpados barrancos. De más difícil datación resulta el Alto del Sargal, a sólo un kilómetro de Los Ciegos y de Buenvecino.

También se registra ocupación del Hierro I en el Cerro del Castillo. Como sucedió en el Bronce Medio, el emplazamiento allí situado era de una superficie superior al resto, extendiéndose por la ladera occidental hasta llegar casi a la base.

 

Castillo de Troya-Románica (1)

Su primacía jerárquica en el territorio queda también reflejada en la existencia de espacios de este poblado que no se encontraban sometidos a las estrictas condiciones defensivas presentes en los asentamientos más pequeños.

Época Ibérica.

Los profundos cambios sociales, políticos, culturales y económicos asociados al Ibérico Pleno y Tardío, pudieron tener en el valle del Alfambra una especial repercusión, ya que en ese periodo se disponía de herramientas y conocimiento suficiente para la implantación de sistemas irrigados en su fértil vega.

El principal asentamiento de este momento siguió siendo el Cerro del Castillo. Pero en este caso, no se trataría de un centro jerárquico de primer orden, dependiendo, al menos en fechas avanzadas, de una ciudad-estado, posiblemente Damaniu (La Muela de Hinojosa de Jarque), que emitía  incluso su propia moneda.

En el cercano espolón de Buenvecino también se detecta ocupación ibérica. Y a unos 5 km. de distancia del Cerro del Castillo, sobre un espolón, se encuentra el Castillo de Troya-Románica, cuya auténtica entidad desconocemos debido a la intensa ocupación andalusí. A los pies de este enclave, sobre una elevación, se encuentra el asentamiento de La Erihuela, que pudo sustituir a Troya-Románica en un momento avanzado de época ibérica.

Siglos Oscuros

Lo más probable es que el abandono del poblado ibérico del Cerro del Castillo supusiera el traslado a un asentamiento en llano, situado en sus proximidades. Pero este emplazamiento no ha sido localizado, por falta de prospecciones sistemáticas en los lugares más adecuados.

Este vacío de información se prolonga durante la Antigüedad Tardía, periodo de escasa densidad de población en buena parte de la provincia (“Siglos Oscuros”), que precede la gran eclosión andalusí.

La historia de las investigaciones arqueológicas de Alfambra se remonta a la primera década del siglo XX. Juan Cabré, uno de los precursores de la Arqueología en nuestra provincia, identificó varias “cuevas labradas del periodo neolítico”, aunque en realidad eran de época andalusí.

Siete décadas después, las investigaciones de Francisco Burillo, Mateo Gutiérrez y José Luis Peña en el Cerro del Castillo de Alfambra, hicieron de este yacimiento un referente de la geoarqueología española. Durante los años 80 del siglo XX, Monserrat Martínez identificó múltiples yacimientos arqueológicos. Pocos años después, Jesús Picazo amplió la nómina y realizó un detallado estudio de los enclaves de la Edad del Bronce.

En 2007, Javier Ibáñez realizó el primer Catálogo de Bienes Arqueológicos de Alfambra, para el PGOU de este municipio. Y en 2020-22, Javier Ibáñez y Rubén Sáez han efectuado nuevas prospecciones arqueológicas, centradas en la margen derecha del valle.

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