

‘Egoturismo’, autenticidad y el abismo entre ciudad y campo, realidades del turismo agroalimentario
Una jornada en Villarroya de los Pinares analiza los retos a los que se enfrentan estas pequeñas empresasConocer la normativa, definir la oferta y que sea diferente, claves al emprender
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El turismo agroalimentario está basado en la autenticidad y los escasos conocimientos del medio rural por parte de los usuarios del mismo reflejan el gran abismo que hay entre la ciudad y el campo. También los hay que se mueven por egoturismo, o la búsqueda de fotos en cuantos más sitios mejor para colgar en redes y sin apreciar el destino, y, en cualquiera de las propuestas que se ofertan desde las empresas, es necesario obtener la rentabilidad, que no siempre es económica. De todo esto se habló este martes en Villarroya de los Pinares, en la jornada Turismo agroalimentario en acción: innovación y sostenibilidad, organizada por el Centro de Innovación en Bioeconomía Rural (CITAte), sede del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) en Teruel.
Recibir visitantes en las explotaciones agrarias y en las industrias agroalimentarias aporta beneficios económicos que pueden suponer una importante aportación o, en algunos casos, enseñar el proceso de transformación no busca tanto hacer caja como la promoción y humanización del proceso, como apuntó Sara Narro, de Quesos Sierra de Albarracín, que estaba presente en la mesa redonda que se desarrolló durante la jornada.
En este sentido también se pronunció Jordi Solá, que elabora vino natural en Casa Masas, Mirambel, y apuntó que esas catas que organiza le generan muchas ventas de su vino elaborado de forma natural y, además, le permiten conocer al consumidor final. Por contra, para Visi Bonet y Tere Villarroya, de Casa Rural Chulilla, el proyecto Pastor por un día sí tiene un peso económico en su empresa, tanto que les ha permitido incorporar a la plantilla a sus dos hijos. “Una visita son cuatro corderos, porque nosotros lo contamos todo en corderos, y esta actividad ha sido fundamental para poder vivir toda la familia en el pueblo”, detalló Bonet. En su empresa no comercializan productos, pero sí aprovechan las visitas para hacer promoción del Ternasco de Aragón que sus clientes pueden probar y comprar en restaurantes y carnicerías de la zona.

La mesa redonda, que sirvió para concluir la sesión de intervenciones de la mañana y dio paso a una visita al proyecto de Pastor por un día, estuvo moderada por la responsable del proyecto de agroturismo La Ojinegra, Belén Soler, y por la técnico del CITAte Blanca Abril.
Uno de los temas que se abordaron en la sesión, a la que asistieron una veintena de emprendedores del entorno, fue el tipo de público que llega hasta las diferentes propuestas rurales, que es muy variado. Desde la Quesería Sierra de Albarracín Sara Narro diferenció entre los clientes que acuden a comprar queso, “que es un público un poco más selecto, con un nivel de ingresos medio-alto”, frente a los que hacen la visita al obrador, cuyo perfil es más amplio y va desde los escolares y familias a personas interesadas por la fabricación artesanal.
Detalló que en el caso de la fábrica láctea ya se diseñó para albergar visitas y cuenta con salas habilitadas para ello. Los grupos van desde un mínimo de 20 personas, para garantizar la rentabilidad, hasta un máximo de 40, porque más serían demasiados.
El safari rural que ofrecen en el Maestrazgo Visi Bonet y Tere Villarroya es mucho más reducido, con grupos máximos de once personas debido a que se interactúa constantemente con animales y exige mucha atención. Ellas definen la propuesta como “didáctica para todos los públicos pero en pequeños grupos”. Su ganadería es extensiva y para ver a los animales hay que localizarlos, a lo que ayudan los GPS que llevan ovejas, caballos y vacas, a través de las 108 hectáreas de terreno que tiene la finca.
Un huevo de conejo
“Te das cuenta del abismo que hay entre la ciudad y el campo, una distancia que nos está perjudicando y endemoniando a los ganaderos, tienen una visión totalmente errónea”, dijo Bonet, quien apuntó que la visión de sus usuarios cambia totalmente tras el paso por su finca. “Hacemos un bien social, hay gente que cuando llega no sabe ni de dónde sale la leche o te preguntan si el huevo es de un conejo”, añadió su compañera Tere.

En la mesa redonda también estaba Serafina Buj, la impulsora del servicio de inmersión en el patrimonio del Maestrazgo a través de la empresa T-Guío. La emprendedora diferenció entre las “visitas culturales para pequeños grupos de gente interesada en el patrimonio” que a ella le gustaría hacer en los pequeños pueblos del Maestrazgo, y las visitas guiadas que realiza habitualmente para amplios grupos como forma de ganarse la vida: “Por mucho que yo luche con las agencias, es una batalla perdida, no se salen de los lugares clásicos”, lamentó. Entre las problemáticas que destacó esta la falta de tiempo para que esas nutridas excursiones consuman en los pueblos que se visitan o la falta de servicios de restauración en algunas localidades.
Buj planteó que el ecoturismo está evolucionando hacia lo que ella denominó egoturismo, que es el interés por hacerse cuantas más fotos mejor en diferentes sitios para presumir en redes sociales y sin apreciar ni conocer los valores de los lugares que recorren.
En la mesa redonda también surgieron algunas otras problemáticas que afectan a los pequeños emprendedores rurales, como las exigencias burocráticas similares a las de grandes empresas. En este sentido Solá habló de “dictadura de la ciudad”, que es el lugar desde donde se establecen las normas, midiendo con el mismo rasero una bodega que vende millones de botellas a Casa Masas de donde apenas salen unas miles. Jordi Solá lamentó que el desconocimiento de la vida en el campo por parte de las personas que residen en las ciudades es cada vez mayor, algo en lo que también coincidieron buena parte de los asistentes a la jornada.
Otro de los temas que se abordaron es la importancia de la promoción y las responsables de Pastor por un día relataron que para ellas el premio de Mejor Experiencia Turística de Aragón en el año 2022 marcó un punto de inflexión. Hasta ese momento llegaban “personas al azar”, pero la promoción las colocó en el mapa y “ahora el 90% de los usuarios de la casa rural reservan para hacer las actividades ganaderas”, relatan.
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