

La iglesia de Alobras recupera su mejor versión con lo recaudado en unas rifas
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La iglesia de San Fabián y San Sebastián, en Alobras, recupera poco a poco su mejor versión gracias a las aportaciones que, en forma de participaciones para rifas, hacen cada año los vecinos. Aunque al frente de esta forma de recolectar donativos para ir realizando pequeñas reparaciones en el templo está uno de los vecinos que viven todo el año en el municipio, Ramón Laguía, él insiste en que el mérito es de todos los vecinos que no dudan en rascarse el bolsillo para realizar su aportación a la conservación del edificio.
El alcalde de Alobras, Luis Carlos Valero, calificó como “interesante” la iniciativa para “proteger el patrimonio del pueblo”. Valero reconoció que desde el consistorio se ha “ayudado en alguna cosita” y ensalzó la colaboración de los vecinos.
La iglesia parroquial de Alobras, perteneciente a la Diócesis de Teruel y Albarracín, es una construcción del siglo XVII. La antigüedad del inmueble está pasando factura al edificio que presenta problemas de humedades y de falta de mantenimiento. En la última intervención que se sufragará con las rifas que se sortearán durante las fiestas de agosto se ha reparado unas humedades procedentes del tejado, se ha pintado parte del interior y se ha restaurado el reloj de sol que ahora vuelve a lucir con la nitidez del primer día en el exterior del templo.
Laguía emprendió su cruzada para preservar la iglesia parroquial en las mejores condiciones hace ahora un lustro, cuando lanzó el primero de los sorteos para reunir fondos con los que instalar un cerramiento que impidiese la entrada de aves al interior del campanario, donde l acumulación de palomino amenazaba con provocar daños en su estructura. “Empezamos porque se nos metían las palomas dentro de la iglesia y junto con el cura decidimos cerrar el campanario”, recordó Laguía. Un año después, y con la misma fórmula de financiación, se pintó la entrada al edificio y se aisló la imagen del santo que preside la puerta con una malla. Los dos años siguientes se mantuvo el sorteo aunque no se realizaron más actuaciones. En su lugar se procuró amontonar todo el capital posible para acometer una intervención que, aunque discreta, resultaba más ambiciosa y eliminar las humedades que amenazaba la techumbre y reparar el daño que el agua había causado en la pintura del interior además de a recuperación del reloj solar que apenas ya se adivinaba en la fachada del templo. Esa obra se ha llevado a cabo este año y, además de haber duplicado el sorteo se ha contado con una aportación del propio Obispado, titular del inmueble.

Cada año se prepara un sorteo de cien números que Laguía ofrece a vecinos y veraneantes. “Compra prácticamente todo el pueblo. Apenas quedan tres o cuatro casas sin comprar”, recordó el voluntario. Cada uno de los 100 boletos se vende por 10 euros y el premio que se entrega suele ser un pernil de jamón y algo de vino que en ocasiones es, además, donado por alguno de los vecinos de Alobras.
“Como estamos un poco endeudados, este año en lugar de hacer un sorteo haremos dos”, explicó Ramón Laguía. Así, además del talonario que se despacha en el propio municipio, el cura dispone de otro para ofrecer a feligreses de otras parroquias y que cuenta con su propio premio en forma de estancia de relax en El Mirador de las Tejadas, uno de los establecimientos turísticos del municipio.
Los números ganadores se conocerán el 15 de agosto, durante las fiestas patronales. “Ese día desgrapamos los lomos (de los talonarios de boletos), los ponemos en una bolsa o en un sombrero y buscamos un niños que meta la mano y saque el número, y ese es el número ganador”, relató Laguía.
Aunque el promotor de estos sorteos para reunir fondos con los que mantener la iglesia parroquial es Ramón Laguía, éste insiste en que el mérito es de todos los vecinos.
Además, Laguía se deshizo en agradecimientos hacia las empresas que han ejecutado los trabajos por su colaboración, muy por encima de las cantidades presupuestadas.
Por su parte, el alcalde de Alobras, Luis Carlos Valero, destacó el “entusiasmo” de Laguía, del que destacó su vínculo con la religión y que “está luchando para que sigamos teniendo cura en el pueblo”.
Bulos e infundios
Además de la eliminación de las humedades de la techumbre del edificio, en esta intervención se ha restaurado el reloj solar que se estaba perdiendo en la fachada del templo. Además de acusar el paso del tiempo, este cronógrafo había sido víctima, además, de bulos e infundios. La tradición oral de Alobras refiere una anécdota sobre el estado del gnomon. Así, desde hace más de medio siglo se contaba que un cura había doblado la varilla del reloj harto de que los agricultores le preguntasen la hora cada vez que pasaban por delante de la iglesia. Sin embargo, después de haber vuelto a pintar las horas, el encargado de la restauración pudo comprobar que la leyenda era falsa, que ese mástil estaba perfectamente dispuesto y que daba la hora solar con precisión.
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