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Amor y resistencia en  la posguerra española Amor y resistencia en  la posguerra española
Portada de la novela escrita por Emilio Bolos

Amor y resistencia en la posguerra española

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Juan Sancho Alcántara nació el año en que prendió la Guerra Civil. Como si el destino hubiese querido marcar su vida desde el primer aliento, vino al mundo en un tiempo en que España se desgarraba entre trincheras, ideologías y odios enquistados. No fue solo una infancia marcada por la pobreza y la falta de oportunidades, sino por el miedo, la incertidumbre y el dolor de una nación que se desangraba.

A las particularidades de la época hubo que sumar la tragedia brutal que enfrentó a familias enteras, dividiendo a padres e hijos, a hermanos que, sin entender muy bien cómo, acababan apuntándose con un fusil desde lados opuestos de la contienda. En los pueblos pequeños, donde todos se conocían, la guerra no era solo una cuestión de frentes y ejércitos, sino de heridas que se abrían en las casas, en las calles, en las mesas donde antes se compartía el pan y el vino.

Así creció Juan, tras una cortina de saco y en silencio; en un país que, incluso cuando cesaron las balas, siguió temblando con las cicatrices del odio y el resentimiento. Los que sobrevivieron a la guerra tuvieron que enfrentarse a otro enemigo silencioso: la reconstrucción, la miseria y la resignación impuesta por los vencedores. Pero su historia no es solo la historia de una España rota, es también la de aquellos que, nacidos en la adversidad, buscaron un camino para salir adelante, sin renunciar a sus raíces, sin olvidar de dónde venían.

Mientras tantos partían en busca de oportunidades, Juan se enfrentó a su propio destino, marcado por la humildad de su origen y las limitaciones de un entorno donde las aspiraciones parecían tener techo. Pero la vida, caprichosa y terca, no siempre sigue un guion predecible. Hay quienes, a pesar de todo, encuentran su manera de desafiar a los hados, de escribir su propia historia, que no es la de un privilegiado ni la de un héroe legendario, es la de un hombre corriente con el problema añadido de una discapacidad, de un silencio ¿físico o mental?, ¿propio o impuesto?, eso el lector deberá decidirlo. No nació en una cuna dorada ni tuvo un rumbo allanado por influencias o fortunas. Su vida trascurría en un pequeño pueblo del interior del país, en un tiempo en el que el campo se vaciaba y las ciudades crecían sin cesar.

Siguiendo su día a día, Emilio Bolós en su novela Naturaleza de Madre (Amazon, 2025) nos retrotrae con su escritura a esa España de posguerra marcada por la tradición (los bailes y juegos populares; los toros en plazas de carros; el ritual del matacerdo, etc.), regida por una sociedad patriarcal, costumbrista, rural y pobre. Un mundo donde los roles estaban definidos sin discusión, donde los hombres llevaban el peso del sustento y las mujeres, el de la casa y los hijos. Un mundo en el que las costumbres eran leyes no escritas, donde el qué dirán tenía más peso que los deseos individuales y donde los caminos parecían trazados de antemano, sin margen para la elección.

La tierra lo era todo. Quien la poseía, tenía un futuro; quien no, debía ganárselo con sudor o, en el mejor de los casos, partir a la ciudad en busca de un destino incierto. La vida transcurría entre el trabajo en el campo, las reuniones en la plaza y las conversaciones en voz baja sobre los que desafiaban las normas establecidas. Porque, en aquella España, romper con lo impuesto no solo era difícil, sino que podía condenar a alguien al aislamiento o a la desaprobación eterna de su comunidad.

Pero Juan no era un hombre que aceptara su destino sin cuestionarlo. Atrapado entre la lealtad a sus raíces y el deseo de algo más, su vida fue una constante lucha entre la tradición y la voluntad de abrirse camino por sí mismo. Aprendió a moverse en un entorno en el que la pobreza no era solo material, sino también de oportunidades, donde los sueños solían quedarse encerrados entre las paredes de casas humildes, de mortecinas luces, sin agua corriente ni alcantarillado y campos agotados por el tiempo.

Este libro es el relato de una vida forjada en la dureza de un ámbito que no siempre daba opciones, pero también es una historia de resistencia, de amor y de determinación. Porque, incluso en los rincones más cerrados y en los tiempos más difíciles, siempre hay quienes se atreven a mirar más allá del horizonte que les han impuesto.

Juan Sancho Alcántara no solo fue un hombre de su tiempo, marcado por la guerra y la lucha por la supervivencia. Fue, ante todo, un hombre que amó. Porque en el amor, en todas sus formas, encontró la verdadera razón para seguir adelante.

El amor de hijo, ese que nace de la ternura y la gratitud, lo sostuvo en su infancia, cuando las carencias materiales y la ausencia del padre se suplían con el calor de una madre.

El amor a la familia, un pilar inquebrantable que le enseñó que el hogar no es solo un techo, sino los lazos que unen a quienes comparten la misma sangre y las mismas cicatrices. Fue ese amor el que lo hizo volver la vista atrás, incluso cuando el futuro parecía llamarlo con insistencia.

El amor primero, dulce e inexperto, con la fuerza de lo nuevo y la fragilidad de lo efímero. Y después, el amor maduro, forjado en la paciencia y la comprensión, en las heridas que el tiempo inflige y en la certeza de que amar no es solo sentir, sino también elegir.

El amor al amigo, ese que se convierte en hermano sin necesidad de lazos de sangre, que se construye en la lealtad y en las risas compartidas, pero también en la mano tendida en los momentos más oscuros.

El amor al rival, que lejos de destruir, impulsa a superarse, a medir la propia fuerza, a encontrar en la competencia no una batalla, sino un desafío que nos hace más grandes.

Y, por supuesto, el amor propio, ese que cuesta tanto conquistar. Porque solo quien aprende a quererse a sí mismo es capaz de sostenerse en pie cuando todo a su alrededor se desmorona.

No existe en el orbe mayor energía que la que proporciona este sentimiento. Sobre él cabalga Juan, con firmeza y valentía. Porque, en última instancia, más allá de la guerra, la pobreza, los sacrificios y los triunfos, lo que define la vida de un hombre es cuánto ha amado y cuánto ha sido capaz de entregarse a los demás.

Emilio Bolós nos presenta en Naturaleza de madre el testimonio de un tiempo y un lugar, de una vida marcada por la época que le tocó vivir, pero sobre todo, es la historia de una persona -que no personaje- que, sin tenerlo todo a favor, decidió no conformarse. Un testimonio de lucha, supervivencia y esperanza. Porque, incluso en los tiempos más oscuros, hay quienes encuentran la forma de seguir adelante. Su vida es reflejo de muchas otras, tal vez incluso de las nuestras o de la de aquellos que alguna vez se vieron atrapados entre la nostalgia de lo que dejaron atrás y la incertidumbre de un futuro incierto. Juan Sancho Alcántara no fue el único que creció en un país donde la pobreza y la tradición marcaban el destino de cada hombre y cada mujer. No fue el único que sintió el peso de los días repetidos, de las exigencias impuestas, de las renuncias que parecían inevitables, de los abusos caciquiles... Bienvenidos a su historia, seguramente en muchos aspectos se sentirán identificados, pasen y lean: disfrútenla o súfranla.

Naturaleza de Madre, de Emilio Bolós, se presentará en Sarrión el jueves, 7 de agosto, a partir de las 18 horas.

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