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“El desafío vital no es casarte,  sino reconocer la homosexualidad” “El desafío vital no es casarte,  sino reconocer la homosexualidad”
Miquel Gracia (Izq.) y Jorge Hernández, en el último Orgullo en Valencia

“El desafío vital no es casarte, sino reconocer la homosexualidad”

Jorge Hernández y Miquel Gracia llevan seis años casados
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Cruz Aguilar

Jorge Hernández es de Alcorisa. Allí salió parcialmente del armario, pero de manera completa lo hizo en Valencia, donde se fue a estudiar, se casó y ahora está criando a su hija junto a Miquel Gracia. Indica que el “desafío vital” no radica en el matrimonio o la adopción, sino en reconocer la homosexualidad, ahí está el verdadero reto.

La pareja se conoció en 2016, se casó en 2019 y adoptó a su pequeña en 2023, tras ocho años de espera, muchos, pero similares a los de cualquier pareja hetero. Jorge expone que le daba cierto temor iniciar el proceso, por los recelos que esperaba notar en el personal del gobierno, aunque reconoce ahora que eran prejuicios, porque no hubo ninguno: “Son profesionales y técnicos muy cualificados”, añade Miquel. Ambos están ahora a la espera de una segunda adopción para la que, de nuevo, tendrán que esperar algunos años.

Esa facilidad por parte del personal técnico también la obtuvieron entre su círculo mas cercano. Sin embargo, mientras que a las parejas entre un hombre y una mujer la pregunta más común, tras varios años en común, es cuándo llegan los niños, a las formadas por personas del mismo género lo que se les cuestiona es para qué van a tener hijos “con lo bien”que están así”.

Han pasado 20 años de la ley que permitió el matrimonio a las personas del mismo sexo y, derivada de ella, el derecho a la adopción, que también pueden realizar las parejas de hecho. Sin embargo, Jorge lamenta que en los papeles de los centros educativos y guarderías sigue apareciendo la figura del padre y de la madre, “con lo fácil que sería sustituirlo por tutor legal”, dice, para añadir que en la mayoría de los documentos “el modelo homoparental no se contempla”.

Indican que la ley dio mucha visibilidad al colectivo porque, expresa Jorge, muchas parejas se casaron en el momento en el que salió y eso fue un espaldarazo para gays, lesbianas y bisexuales. En este sentido, plantean que se criaron sin referentes puesto que en sus años adolescentes en España apenas había modelos homosexuales en películas o series.

La pareja formada por Miquel y Jorge es “una minoría dentro de la minoría” porque, argumentan, apenas hay matrimonios de hombres que tengan niños, mientras que de mujeres hay muchos más, lo saben bien porque han buscado establecer contacto con otras familias homoparentales. Miquel lo justifica porque de las parejas estables de hombres algunas no se plantean la paternidad.

Precisa que el colectivo LGTBI ha estado muy traumatizado y rechazado por su propio entorno, incluida la familia, desde pequeños, sufriendo continuas bromas que van cargando la mochila que cada uno lleva a su espalda y que provoca un hermetismo derivado de “la necesidad de no sufrir más”. Entre las lesbianas todavía cree que hay más estigmatización, pero “la sororidad ayuda mucho”, asegura.

Libertad para tener hijos

Miquel siempre ha querido tener descendientes y precisamente por eso se alegró mucho cuando se aprobó la ley que permitía a los homosexuales adoptar. “Siempre pensé que no podría tener hijos porque era gay y con la ley vi que podía hacer lo que quisiera en la vida, podría no tenerlos, pero era mi opción”, asegura.

Jorge también se puso contento con la norma aprobada en 2005 porque, expone, para la gente que nació sin el matrimonio igualitario “era algo impensable”, aunque señala que en ese momento no lo vio como algo que pudiera afectarle. Tenía 19 años y estaba en el momento en el que decidió no ocultar su orientación sexual. Añade que “salir del armario es algo continuo, estás siempre saliendo” y decidió que en Valencia no iba a estar más dentro, “bastante lo había estado en Alcorisa”, donde sus amigos sí sabían de su homosexualidad, al igual que algunos familiares.

Su boda en el año 2016 fue íntima por deseo propio y en ella tuvieron un “apoyo familiar manifiesto”, dicen. Se sorprenden de los pocos matrimonios que hay formalizados en la provincia de Teruel entre el colectivo y plantean que el hecho de que un 20% de ellos (10 de 50) se produjeran en el año 2023 se debe al miedo entre las personas LGTBIQ+ que con el auge de la extrema derecha pudieran perder derechos.

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