

El hipnotismo cubrió el Teatro Marín con el espectáculo mentalista de Jorge Astyaro
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El Congreso Teruel Mágico bajo este domingo el telón con una sesión de hipnosis en vivo a cargo de Jorge Astyaro. El Teatro Marín registró una gran entrada para corroborar la fama de este mentalista e hipnotizador que desarrolló una serie de ejercicios prácticos con el público. Todo el patio de butacas estuvo expectante y con ganas de participar de la magia y de caer en la tentación para ser hipnotizado. Más de 200 personas colaboraron en la tarea, aunque no todos llegaron al punto de éxtasis para alcanzar el estado hipnótico.
El espectáculo comenzó con la visión de lo que es el arte de la mente y con la definición de hipnosis por parte de Jorge Astyaro. Este ingeniero Electrónico abandonó su profesión para dedicarse al mentalismo y recibir la reprimenda paterna por dejar una potencial carrera con futuro por un trabajo incierto y con pocas posibilidades de “ganarte la vida”, en calificativo de su padre, dicho por él mismo.
El auditorio se volcó y estaba predispuesto para lo que, desde la magia, se pudiera llegar a alcanzar y, no en vano, la mayoría de los presentes en la sala asintieron creer en la hipnosis y, una vez que el hipnotizador cuestionó, pidió la respuesta a mano alzada. Que fue contundente y afirmativa. Él ya se había dado cuenta, en su más tierna infancia, que la magia lo atraía y que ya sucedía en “su imaginación”, puntualizó. Sí que reprochó a las Redes Sociales y a los Medios de Comunicación los calificativos despectivos que muchas veces se lanzan sobre la magia, ya que “ven una deformación en la hipnosis”, dijo, pero sí que dejó claro que “la hipnosis es una experiencia maravillosa”. Y prueba de ello es que alrededor de cuarenta personas se quedaron en trance tras la prueba de selección aleatoria que ejecutó con todos los miembros de la sala, al pedir realizar una serie de movimientos.
Para ello, solicitó “seguir fielmente las instrucciones” que iba dictando y “no distraerse, concentrándose y dejándose llevar por la imaginación”, matizó Jorge Astyaro. Este Ejercicio de Sugestión, tuvo un paso previo para demostrar que la concentración es muy importante y que escuchar e interpretar correctamente es parte de la clave para que el resultado sea óptimo. Esa prueba, juntar las manos y responder antes de la señal, es lo que habitualmente sucede, por eso señaló que “tendemos a reaccionar antes que a pensar”. Esta respuesta es una consecuencia de las características que posee el ser humano ya que somos “reactivos e impulsivos”, explicó Astyaro.

Fuerza mental y respiración
Ya metido en el ejercicio principal, argumentó la capacidad que tienen las personas para adaptarse a situaciones y con ello quiso demostrar la fuerza y el poder de la mente. Propuso juntar las manos y extender los dedos índice, describiendo, como “dos imanes que se quieren juntar. Hay una parte de la mente que piensa que son imanes de verdad”, afirmó y animó al público para que se sumaran al intento (paso previo) de llegar al punto álgido y conseguir la hipnotización.
Entonces explicó cómo crear pequeñas creencias y apuntó que “la realidad es una percepción de nuestra mente, es una cuestión de concentración”. Esto le sirvió para que la implicación de la sala fuera mayor y para comenzar a seleccionar a los que sí estaban por la labor y a los que no. “No puedo hipnotizar a alguien que no quiere ser hipnotizado”, detalló el hipnotizador.
El segundo punto importante del ejercicio radicó en la respiración, pues, al cerrar los ojos y no ver, el ritmo respiratorio es fundamental para crear el ambiente propicio para la hipnotización. Pidió activar la imaginación. “párpados cerrados, intentad abrir los ojos”, inquirió. La respiración forma parte del alivio y el alivio es seguridad, indicó.
Los que habían aplicado correctamente la fórmula manifestada por el mentalista ya estaban camino del escenario, con las manos unidas y con “el pegamento hipnótico”, advirtió el mago. Casi 40 personas en el encerado llegados desde su butaca por el efecto adhesivo de sus manos, y que no podían separarlas: manos pegadas, de pie y con pegamento hipnótico. “Lourdes y Blanca (dos de las personas que subieron) no pueden separar las manos”, dijo Astyaro.
El espectáculo avanzaba y se introducía en la parte esencial de la hipnosis. Comenzaba a surtir efecto en la mayoría de los que habían dado el paso de acercarse al escenario junto a Jorge Astyaro, ya que se había producido una “parálisis”. Fue en ese momento cuando ejecutó la prueba del 9 y ver quien estaba realmente llegando al trance: pidió -con la fuerza de su mente- que separan un dedo (que no fue el mismo en todos, pues cada organismo respondió de manera distinta según el grado de ensoñación ya conseguido) y después otros. Es lo que Astyaro llamó de forma instintiva la causa-efecto. Por eso, dijo: “En la hipnosis hay una sugestión de desmayo pero que no es cierto”.
De ahí pasó a una nueva fase para aumentar el grado de hipnotismo. “Estamos cambiando la realidad interna”, sugirió el mentalista. Con sus palabras iba guiando lo que tenían que hacer y, a golpe de chasquido de dedos, los participantes lo ejecutaban sin el menor reparo. Con música del Show de Benny Hill, todos movieron sus manos como un molinillo y cada vez a mayor velocidad, en aquellos ya habían entrado en la fase gruesa del hipnotismo. Fue entonces cuando pidió que los menores de 16 años abandonaran el escenario, a los que también acompañaron otros que no se sentían seguros de seguir.
Es aquí cuando con un chasquido, al contacto individual con cada uno, comenzaron a caer al suelo dormidos e hipnotizados y otros no se podían levantar de la silla, completamente pegados a ella. La ensoñación estaba conseguida e hizo viajar a playas, reirse, darse crema, hacerse selfies con el móvil o bailar, “viajando a través de la imaginación”, concretó Astyaro. Vacaciones con todo pagado.
Media hora de “hipnosis total”, con el color Verde asociado a la risa y el Azul a la relajación e incluso borrando números de la mente. El ejercicio estaba conseguido. Todos Hipnotizados.
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