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‘El pastorcico de Peracense’, un homenaje  a los que tuvieron que abandonar su tierra ‘El pastorcico de Peracense’, un homenaje  a los que tuvieron que abandonar su tierra
Imagen del acto público de donación al Ayuntamiento de Peracense del cuadro de Cecilia Raquel Martín, a través de su hija Raquel Esteban

‘El pastorcico de Peracense’, un homenaje a los que tuvieron que abandonar su tierra

Cecilia Raquel Martín donó al Ayuntamiento de Peracense un óleo pintado en 1988
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Cecilia Raquel Martin Blesa donó este jueves al Ayuntamiento de Peracense un óleo pintado en 1988, que representa un homenaje a la familia de Francisco Doñate Doñate (1931-2022), uno de los vecinos de la localidad, y también a todos los turolenses que emigraron fuera de la provincia en busca de un futuro mejor y permitieron el crecimiento de polos de desarrollo por Valencia, Zaragoza o Cataluña.

El acto público de donación tuvo lugar en Peracense, tras la lectura del pregón de fiestas, y contó con la presencia de la hija de la artista, Raquel Esteban Martín, y del alcalde, Manuel Bugeda, quien aseguró que “la recepción del cuadro se produce con mucha satisfacción por nuestra parte”. El óleo de Cecilia Raquel Martín se colgará en la entrada del Ayuntamiento de la localidad, “que es donde mayor visibilidad tendrá para la gente”.

La pintura lleva por título Francisco Doñate, el pastorcico de Peracense, y representa precisamente a Francisco Doñate, cuando ejercía de pastor siendo solo un niño. Está subido a la peña del Tormo, con el castillo de Peracense todavía sin restaurar al fondo y aire aburrido.

La pintora, que no pudo estar en Peracense durante el acto por su avanzada edad -93 años- realmente conoció a Francisco Doñate y su esposa Angelita mucho más tarde que la escena representada en el óleo. Fue en 1987 en el Puerto de Sagunto, donde las dos familias vivían. La de Francisco, el pastor de Peracense, había emigrado cuando él contaba 14 años. “Su familia vendió todas sus pertenencias, aperos, animales, casa y campos para trasladarse al Puerto de Sagunto en 1945, huyendo de la miseria”, según el testimonio de sus dos hijos, Ángel y Francisco Doñate Dolz. “Allí compraron unas parcelas de naranjos al tío Gordón y los arrancaron para cultivar maíz, patatas y alfalfa”.

Según el testimonio de sus hijos, la vida de Francisco en el pueblo había sido como la de tantos otros, pero “impensable” hoy en día. Fue el quinto de nueve hermanos, hijos del Hornero -Francisco Doñate Martínez- y de Gregoria Doñate Domingo, que “dormían al cruzado para que cupieran más muchichos en cada cama”. “Heredaban las sandalias de hermanos mayores a menores, y a través de las tejas se veía la luz del amanecer y se colaba algún copo cuando nevaba”.

 

‘Francisco Doñate, el pastorcico de Peracense’, óleo de 1988 donado por Cecilia Raquel Martín al Ayuntamiento del pueblo


Con 3 años Francisco Doñate empezó a acompañar a sus hermanas al monte y fue “aprendiendo las artes del pastoreo, certero con las pedradas cuando las ovejas se metían en un sembrado prohibido”. Poco después ya empezó a pastorear él solo, y con 7 años lo hacía por las noches, disimulando el miedo que le provocaba andar por el monte a oscuras y con la única compañía de su perro Lucero.

Los dos hijos de Francisco Doñate, a través de un testimonio que ha recogido Raquel Esteban, hija de la pintora y comisaria de la donación, narran que tras el Golpe de Estado de 1936 Peracense quedó en territorio sublevado, y tanto Francisco como sus hermanos tenían que subir todos los días y noches al cerro de San Ginés “por si llegaban los rojos”. “A los críos les contaban que los rojos tenían cola como los animales, así que cuando encontraban algún desconocido lo miraban por detrás para ver si era un rojo”, explican los hijos.

Con la emigración a Puerto de Sagunto la vida de la familia mejoró notoriamente, al precio de tener que abandonar su tierra.

Tres años después de emigrar, cuando contaba 17 de edad, Francisco Doñate entró a trabajar como peón en La Menera, el ferrocarril minero que trasportaba el mineral desde Ojos Negros a la factoría Altos Hornos de Valencia en Puerto de Sagunto. Con el tiempo y mucho esfuerzo el turolense llegó a ser maquinista y conducir las locomotoras hasta el cierra de la empresa.

Según sus hijos, cuando la empresa ya estaba en vías de cerrar y el mantenimiento de las locomotoras era casi inexistente, la rotura de los frenos en el Rugado de un tren lleno de mineral estuvo a punto de acabar con la vida de todos los que viajaban en él. Doñate se mantuvo firme al frente del tren y descarrilaron todos los vagones del convoy, excepto el que iba enganchado a la locomotora, “donde viajaban el maquinista, ayudante, guardafrenero, jefe de convoy... salvando la vida de todos ellos”.

Tras el cierre de AHV, Doñate trabajó en varias empresas hasta su jubilación en 1986, a la edad de 55 años, poco antes de que conociera a Cecilia Raquel Martín, autora del cuadro donado.

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