

‘Estás en mis ojos’, la novela que rescata a la fotoperiodista francesa Hélène Roger-Viollet
Angélica Morales presentará el próximo lunes en Teruel su segundo libro editado con DestinoAngélica Morales y Elena Castillo vuelven a aliarse para dar a luz a ‘Las envidiosas’
Angélica Morales, incluida en la obra ‘1, 2, 3... inspiradoras en acción’
Angélica Morales gana el Premio Santa Isabel de Poesía con su obra ‘Dolor’
Durante 2024 recibió el Premio Búho que otorga la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro y Fundación Ibercaja por su novela La casa de los hilos rotos (Destino), y también fue reconocida con el Premio Santa Isabel de Portugal de poesía, gracias a Dolor. La escritora turolense afincada en Huesca Angélica Morales llega con una nueva historia en femenino bajo el brazo, con la que espera repetir el éxito de ventas y de crítica que ha tenido ese libro. La editorial Destino ha vuelto a apostar por Morales y Estas en mis ojos, otra historia en femenino basada en la arrolladora personalidad de la fotoperiodista Hélène Roger-Viollet. Este jueves la presenta en Zaragoza, y el próximo 30 de junio lo hará en Librería Senda de Teruel.
Morales reconoce que se encuentra en un momento “dulce” de su trayectoria como escritora, y no oculta que su verdadera naturaleza está en la poesía más allá de la narrativa, porque el reconocimiento que más la ha llenado es el Santa Isabel de Portugal de Poesía, que obtuvo gracias a Dolor, un poemario durísimo en el que se desnuda compartiendo alguno de los momentos más difíciles de su infancia y juventud.
“Ese premio me ha hecho mucha ilusión porque cierra una especie de círculo que empezó con Desmemoria, poemario ganador del Miguel Labordeta en 2011”, explica Morales. “Ese fue mi bautismo y este es una especie de...”. Nadie se cree que a una poeta y dramaturga de su talla no le salgan las palabras, pero es que se resiste a usar el término consagración. “No. No me siento consagrada. Como poeta llevo ya cierta trayectoria y premios importantes -a los anteriores habría que añadir el Gabriel Celaya en 2022 con Mi padre cuenta monedas-, pero sigo escribiendo como al principio. Pero quiero creer que cuando alguien me nombra una y otra vez como poeta, algo significara”.
Novelista además de poeta
Sin embargo es como narradora y novelista como ha alcanzado mayor popularidad, al menos para el gran publico. Mujeres rotas se coló entre las diez seleccionadas para el Premio Planeta de 2017 -el que terminó ganando Javier Sierra-, aunque ha sido La casa de los hilos rotos, la historia de la amistad entre la artista Otti Berger y la heredera Mercè Ribò publicada por el potente sello Destino, la que la ha abierto al gran público.
Pese a ello ella asegura sentirse una novata en el ámbito de la novela. “Con las novelas siempre tienes miedo porque una puede tener mucho éxito y la siguiente no funcionar. Así que cada una es una vuelta a empezar”.
Estás en mis ojos aborda la historia de una mujer, quizá no tan desconocida como Otti Bergen, pero igualmente apasionante. Se trata de la francesa Hélène Roger-Viollet (1901-1985), una de las pioneras del fotoperiodismo, feminista incansable y fundadora de la agencia Roger-Viollet, que en la actualidad sigue existiendo y atesora uno de los fondos de fotografía histórica más importantes del mundo.
Roger-Viollet murió asesinada a los 83 años por su marido, el también fotoperiodista Jean-Victor Fischer, probablemente como consecuencia de la envidia y los celos acumulados a lo largo de toda una vida por el éxito profesional y personal de Hélène, considerada la primera fotógrafa en captar imágenes de la Guerra Civil Española, en la Seu de Urgell, y una de las impulsoras durante los años treinta para reclamar el voto femenino en Francia junto a históricas como Louise Weiss.
“La historia de esta gran mujer nos ha llegado no tanto por su mérito profesional sino por su trágico final”, explica Morales. “Su marido y socio la asesinó de forma brutal. La degolló, recibió 25 puñaladas y fue golpeada con una barra de hierro”.
La novela reconstruye ese matrimonio, basado en el desamor, la desconfianza y los celos. Y como no es un ensayo histórico ni biográfico incluye un personaje ficticio: Isabel Santolaria, la detective que se encargó de investigar ese asesinato en 1985 y que, tras retirarse de la policía, escribe las memorias de Hélène. “Es una negra literaria, una escritora en la sombra”. La historia se desarrolla entre París y Hecho, que es donde la autora sitúa el pueblo natal de Isabel, lo cual aprovecha para hablar de los valles altoaragoneses, de su forma de vida o de las golondrinas, la corriente migratoria de mujeres jóvenes y humildes que marchaban andando desde los valles pirenaicos hasta las fábricas del sur de Francia para trabajar de octubre a mayo. “También hay secretos familiares, desamor, algún misterio… La novela tiene que tener los elementos necesarios para interesar al lector”.
Aunque la trama de Estás en mis ojos parte de “ese crimen atroz” que acabó con la vida de la fotoperiodista, Morales recupera su historia para que trascienda más allá de ese luctuoso suceso. “Fue una mujer brillante, pionera, muy feminista y que se movió siempre a contracorriente. Venía de una familia de intelectuales: su padre y su abuelo eran fotógrafos, su tío científico. Pertenecía a la aristocracia intelectual de París y era alguien brillante”.
Optografía
Estás en mis ojos también tiene sombras, y muy sórdidas. Frente a la luminosa Hélène, Jean Fischer, su compañero y asesino, era alemán, lo que generó no pocas tensiones. “Había estado en la Legión Extranjera y el padre de Hélène siempre sostuvo que en sus ojos había algo oscuro”, explica Morales.
En la novela también se recrea un fenómeno muy de moda en el siglo XIX que sirve para dar título a la novela. La Optografía era una pseudociencia que aseguraba que en la pupila de los muertos se quedaba grabada la última imagen que vieron, por lo que podía ayudar a identificar al culpable de un homicidio si este había mirado a la cara de su asesino.
“El padre de Hélène leía a Julio Verne, y en su novela Los hermanos Kip se habla de esto”, afirma Angélica Morales. “Ella creció obsesionada con esa idea”.
La novela arranca con la escena del brutal asesinato. Ella muere con los ojos abiertos, él intenta cerrárselos, consciente de lo que eso puede significar, y no puede. Y ahí comienza la historia. “He tratado de comenzar con una metáfora poderosa: Estás en mis ojos. La novela habla de posesión, de desamor, las relaciones tóxicas, del grave error que supone elegir mal la pareja”, subraya la escritora turolense. “Isabel Santolaria también vive una relación tóxica con un compañero de investigación. Ambas mujeres se equivocan de hombres. Es un relato de secretos, desengaños y traumas familiares”.

Novela de ficción
Junto a la vida de Hélène, suficientemente atractiva de por sí, Angélica Morales ficciona su personaje de Isabel con un abandono paterno que esconde cierto secreto, una casona en Hecho donde no todo es lo que parece... Al final es un relato de ficción, y Morales no esconde que se parece mucho más a una novela que a una biografía. Si algo tiene claro una autora que cultiva la poesía, la narrativa, la prosa poética y la dramaturgia, es que cada género tiene una razón de ser y que, si bien la el fin último de la lírica es emocionar, una buena novela tiene ante todo que atrapar a través de una buena historia de la cual en lector necesite conocer el final.
Además la escasa documentación sobre la protagonista le ha dejado bastante campo a la ficción. “Hay miles de fotos de la agencia, pero casi nada escrito sobre la vida privada de Hélène Roger-Viollet, más allá de los titulares que generaron su asesinato”. Morales trata de reconstruirla basándose en dos momentos clave de los que sí hay cierta documentación. El viaje de su marido Jean a Argel, durante su época en la Legión Extranjera -rodeado de lo mejor de cada casa e inmerso en un ambiente de extrema masculinidad, violencia, criminalidad- y otro en Cuba, donde Hélène cubre la revolución de finales de los años 50, acompañando a Raúl Castro.
“A través de la documentación que he investigado descubrí sobre todo que Hélène era extremadamente inteligente, con mucho sentido del humor”, asegura Angélica Morales, que explica el siguiente ejemplo como argumento: “Cuando se exiliaron a Pierrelatte, en la Francia colaboracionista de Vichy, descubrió que la tierra del lecho del río servía para limpiar las manchas y fue capaz de montar una fábrica de quitamanchas. Usó sus conocimientos de química -heredados de la fotografía- y creó un negocio propio donde solo trabajaban mujeres”
Según Morales, Roger-Viollet fue “una visionaria muy carismática, no muy atractiva según los cánones, pero que pese a ello atraía todas las miradas”. Y eso fue su perdición. “Probablemente para un hombre violento como Fischer era inaguantable. Vivir a la sombra de una mujer así no era fácil en aquella época”.
Morales explica que Roger-Viollet cambió su testamento poco antes de morir y lo dejó todo a la ciudad de París. “Fischer supo que no heredaría nada. Pero es que además tardaron muchísimo en casarse, cuando ella pasaba de los sesenta años, y tras hacerlo Hélène nunca adoptó su apellido. Jean Fischer acumuló frustración durante décadas, y la oscuridad de sus ojos que había advertido el padre de Hélène terminó por estallar”.
El publico femenino y joven
La segunda novela que Angélica Morales publica con Destino recrea de nuevo la historia de una gran mujer, no demasiado conocida. Y lo hace sobre todo para que los ecos de Hélène Roger-Viollet resuenen más por su legado artístico y profesional como fotoperiodista, y su trayectoria humana como feminista convencida y pionera, que por el hecho de que fuera brutalmente asesinada por su pareja siendo ya una anciana.
La literatura y la poesía de Angélica Morales ha conectado desde siempre con lo femenino porque desde esa perspectiva levanta su lápiz. “Y no olvidemos además que son las mujeres quienes compran libros y leen novelas, sobre todo mujeres de mediana edad”.
Más allá de una cuestión de género, Angélica Morales se plantea el futuro de la literatura con un sesgo de edad. “¿Qué pasará cuando desaparezca toda esa generación de mujeres lectores, como mi suegra, que tiene más de 90 años y sigue leyendo diariamente?”, se pregunta.
“Los jóvenes no leen igual. Lo hacen de otro modo: textos más breves, otro lenguaje, más visual”, destaca la turolense, que no pierde la perspectiva de que la aceleración de la vida pasará por encima de quien no quiera verla. “No me preocupa, creo que me adaptaré, pero habrá una transformación, tanto en el formato físico como en el lingüístico” asegura. “De hecho ya he empezado esta transición”. A finales de 2024 Morales se alió con la artista turolense Elena Castillo para publicar Las envidiosas (Rasmia), un libro ilustrado “que está funcionando muy bien”. “Ese lenguaje gusta, pero las generaciones más jóvenes tienen un estilo diferente, no solo visual, también gramatical. Utilizan otras palabras, y quizá llegue un día en el que no nos entendamos”, bromea Morales.
Lo raro sería que llegara un día en el que las diferentes generaciones nos entendiéramos. Pero ya sea como hermanos, camaradas, troncos, colegas o bros, las historias son las historias. “Seguimos leyendo a los griegos”.
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