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“García Abril es el compositor español más relevante del siglo XX y principios del XXI” “García Abril es el compositor español más relevante del siglo XX y principios del XXI”
Fernando Cabañas regresará a Teruel mañana, para presentar su último libro

“García Abril es el compositor español más relevante del siglo XX y principios del XXI”

El musicólogo Fernando J. Cabañas presentará su última obra sobre el maestro turolense mañana en la capital turolense
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Fernando J. Cabañas Alamán (Cuenca, 1962) es profesor en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad) de Madrid, pianista, musicólogo, pedagogo, gestor cultural. Forma parte de la junta directiva de la Sociedad Internacional para la Enseñanza de Música en España y se le considera uno de los mayores expertos sobre el turolense Antón García Abril, entre otros compositores. A este respecto acaba de publicar El aroma del silencio. Antón García Abril, un ambicioso estudio biográfico y musical fundamental para apreciar el alcance del compositor en la música de la transición del siglo XX al XXI.

Cabañas presentó este libro en el Conservatorio Profesional de Teruel el pasado 8 de marzo, durante la Semana de la Música. El conquense regresa a Teruel, esta vez a la Escuela de Música Antón García Abril, donde impartirá una charla mañana miércoles a las 19 horas.

-¿Qué pretende ser la obra ‘El aroma del silencio. Antón García Abril’?

-Podría contestar que es mi particular homenaje al que bien puede ser considerado como el compositor español más relevante de la segunda mitad del siglo XX y de las dos primeras décadas del XXI. Hace 30 años salió a la luz mi primer libro sobre él -Antón García Abril. Sonidos en libertad-, editado por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), en el que realizaba una primera aproximación a su vida y obra. En 2001, una segunda edición de aquella primera publicación vio la luz mostrando una revisión actualizada que daba fiel reflejo de lo que la genialidad garciabriliana podía ofrecer en tan solo ocho años de diferencia. La muerte del maestro, acaecida en 2021, me animó a compartir, con el potencial lector interesado en profundizar en las vivencias y creaciones del compositor, todo lo que mi prolongada tarea de búsqueda, documentación e investigación había producido durante seis largos lustros.

-¿Por qué El aroma del silencio? ¿No es paradójico ahondar en la obra de un músico a partir de un concepto como el del silencio?

-Durante muchísimos años tuve el honor de mantener no pocas conversaciones con nuestro llorado Antón. Así, fueron infinitas las sentencias, reflexiones… genialidades, en suma, que le oí decir y que compartió conmigo. De hecho, muchas de ellas las transcribo literalmente encabezando cada capítulo o apartado de este libro. De ellas, hubo varias, relativas al silencio, que en muchas ocasiones repetía y que desde la primera vez que se las oí me impactaron. Una era: “Es preferible que aquel que no tiene nada interesante que decir permanezca en silencio”. Pero otra, con el mismo leitmotiv, era su honesta confesión relativa a que era cuando se sumía en el más profundo silencio cuando en su mente y en su entorno brotaban las más personales sensaciones de todo tipo que le llevaban a crear desde lo más íntimo, desde la más profunda sinceridad.

El silencio precede siempre al sonido de calidad y posiblemente este título, de clara raíz sinestésica, refleja a mi modo de ver esa fusión de emociones que rodeaban al maestro cuando de crear, pero también vivir, se trataba.

-Se ha definido a García Abril como un ‘defensor de la melodía’ y, de hecho, dedicó a esa defensa su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pero ¿qué significa exactamente eso? ¿Acaso hay músicos o estilos musicales 'enemigos' de la melodía o que prescindan de ella? ¿En qué sentido lo son?

-El pueblo ha cantado, canta y cantará siempre… y todo canto, entendiendo de manera muy abierta este concepto, se sustenta necesariamente en la melodía. Lógicamente, las melodías, como la propia humanidad, evolucionan, avanzan… al tiempo que siguen siendo reflejo del sentimiento más personal.

A partir de mediados del siglo XX, diversas corrientes compositivas por entonces emergentes apostaron, en buena medida, más que por la evolución de las estructuras musicales (como había ocurrido hasta ese momento), por la ruptura. Entre ellas se encontraba de forma fundamental la melodía. García Abril, lejos de subirse a la moda imperante en aquel momento, optó por seguir un camino propio decidiendo investigar en torno a lo que podían dar de sí o evolucionar referentes musicales fundamentales como la melodía o la armonía, no por ello perdiendo como referencia las inquietudes, anhelos o estéticas característicos de aquel momento de la historia de la música. Aquella postura, libre y alejada de las corrientes dominantes en aquel momento, le trajo no pocas incomprensiones y disputas.

-¿Dónde cree que reside el mayor mérito de Antón García Abril? ¿Qué le hace, en mayor medida, ser considerado uno de los grandes compositores españoles del siglo XX?

-¡Son tantas las referencias posibles! Sin lugar a dudas, juega un papel vital su amplísimo catálogo de obras, o el hecho de haber compuesto prácticamente para todas las plantillas musicales existentes, o su magistral conocimiento de la voz, o el acercamiento que realiza a lo más granado de la literatura en lengua castellana y de todos los tiempos dando lugar a una incomparable producción vocal.... Podría seguir enumerando méritos y hacerlo durante un buen rato. Pero a mi juicio, dos son las más plausibles cualidades del maestro, esas que a mi juicio harán que dentro de 50, 100 o 200 años, como ocurre con los más grandes compositores de siglos pasados, su música siga sonando y haga disfrutar al público en general.

Por una parte está la valentía demostrada al haber conseguido hacerse con un estilo compositivo propio, único… que sin duda se desarrolla a lo largo de sus más de siete décadas de producción musical pero que a su vez da muestras individuales y singulares en cada obra compuesta.

Portada del estudio biográfico y musical sobre Antón García Abril

Por otra, es destacable el hecho de que buscase emocionar al oyente con aquello que a él mismo le emocionaba; que atrajese a las salas de conciertos al público; que los intérpretes, con los que tuvo una relación envidiable, deseasen interpretar sus obras pues con ellas eran capaces de conectar con lo más granado de la sensibilidad creadora contemporánea trasladando sus propias versiones al público. ¿Qué futuro puede esperar a aquel creador que, sin renunciar a sus principios estéticos y creativos, no llega a conectar con el destinatario de su esfuerzo y talento, esto es, con el público?

-La obra de Antón García Abril es extensísima y sin embargo sigue siendo popularmente conocido por la banda sonora de ‘El hombre y la Tierra’, ‘Anillos de Oro’ o ‘Fortunata y Jacinta’… ¿La popularidad del medio televisivo eclipsó su talento como compositor?

-Al contrario. El medio televisivo fue un simpar recurso que permitió que el público menos especializado, aquel que por razones sociales, geográficas o culturales no podía asistir regularmente a una sala de conciertos, pudiera, con regularidad semanal, escuchar magistrales piezas compositivas desde el sillón de su casa, desde la mesa camilla de su salón o tirado en el suelo al tiempo que veía la televisión.

Cuando yo hablo a mis alumnos de la Resad de García Abril y lo asocian, al margen de con otras composiciones, con esas sintonías televisivas, lo que se pone de manifiesto es que son verdaderas piezas de concierto que 30 o 40 años después de haber sido compuestas siguen vigentes, llegando al público ávido de sensaciones audiovisuales a través de plataformas, recursos tecnológicos… Siguen vivas, no siendo producto efímero ni exclusivo de un momento concreto de la televisión.

Si algo especialmente habría que agradecer a García Abril desde los colectivos musicales sería el hecho de haber sido capaz de hacer llegar al público, reiteradamente, creaciones musicales de calidad que posteriormente han sido interpretadas en vivo, en numerosas ocasiones, y que además han ayudado a educar musicalmente a la sociedad, al pueblo.

-Hasta donde sé, en su libro no se refiere, o no lo hace en profundidad, a la obra que García Abril escribió para el cine, a alguna producción, todo hay que decirlo, de escasa calidad cinematográfica. ¿Considera esa obra una parte menor del autor? ¿Cree que él la consideraba así?

-Como en toda producción, sea sinfónica, pianística o vocal, de todo suele haber. Depende siempre de las circunstancias que se hayan dado cita para que el producto final sea de un interés u otro. Por otra parte, el catálogo garciabriliano es tan rico, variado y amplio que era imposible, en un libro y aunque cuente, como es el caso, con casi 500 páginas, abordar todos los géneros con detalle. En la música que aplicada al mundo cinematográfico compuso García Abril hay bandas sonoras literalmente magistrales. Aludir a las BSO de Los santos inocentes (1984), Monsignor Quixote (1985) o Romanza final (Gayarre) (1986) son palabras mayores.

Antón se sentía muy orgulloso de esta etapa de su vida creativa, por la que dicho sea de paso fue reconocido y premiado en numerosas ocasiones incluso en la recta final de su vida, ya que fue una verdadera escuela formativa en su vida de creador. Componer tomando como referencia a un tiempo imágenes, sentimientos ajenos (del realizador o director) o sensaciones de futuros telespectadores era una responsabilidad que además debía asumir en plazos breves… no con la tranquilidad o el tiempo que suelen acompañar habitualmente a una creación cuya única servidumbre reside en el propio compositor.

-¿Qué obras o piezas considera indispensables, por su mérito compositivo, dentro de todo lo que escribió Antón García Abril?

-Le diré aquellas que, lejos de las más habitualmente nombradas —¡y si lo son, por algo será!— y que incluirían —¿por qué no decirlo?— piezas de música aplicada al cine o la televisión, otras que me empujan una y otra vez a escucharlas en un viejo disco de vinilo o en un CD.

Disfruto escuchando las genuinas Canciones y danzas para Dulcinea; las cuatro piececillas que integran su Homenaje a Sor me parecen un ejercicio magistral de cohabitación de estilos, plantillas o estéticas; Cantos de pleamar me trasladan a evocadores descripciones estéticas de singular belleza… Pero, sin lugar a dudas, es el Concierto mudéjar para guitarra y orquesta, y más concretamente su segundo tiempo, la obra que hace ya muchos años consiguió que, al margen de convertirme en un estudioso de su obra, fuese un amante de su música. Esa partitura supone para mí la máxima expresión de lo que la sensibilidad musical puede poner de manifiesto a partir de sencillos elementos técnicos y estéticos.

-Usted es pedagogo y profesor de música, entre otras cosas… ¿Hasta qué punto considera cierto que, transversalmente, el aprendizaje de la música ayuda al niño o al joven en su desarrollo en otras facetas de su vida? ¿En qué facetas?

-El ser humano convive, desde el principio de los tiempos, con el arte de la música, bien sea a través del ritmo, de la melodía en forma de canto,… La música es capaz de activar determinadas conexiones neurológicas que de otra manera no se darían, al menos en la medida deseable. El ser humano, desde siempre y por instinto, ha reflejado sus alegrías o pesares, sus anhelos o desesperanzas, a través de la música. Hablar de música es hacerlo, a un tiempo, de ciencia, de estructuras, de sentimientos, de un sistema comunicativo universal. Si el ser humano desde siempre ha tenido en su vida música, y no por obligación legal ni de otro tipo, sino por instinto… ¡por algo será!

-¿Se presta suficiente atención a la música en la educación obligatoria?

-No, obviamente no. Decir lo contrario no sería cierto, aunque tampoco inteligente ni políticamente correcto. Pero le diré más. Cada vez estoy más convencido de que deberían ser las artes escénicas en general las que desde los primeros momentos de la formación del ser humano sirviesen para articular la adquisición de conocimientos, vivencias y proyectos vitales.

Si la música es relevante en nuestras vidas, solamente los que estamos en contacto permanente y directo con la fusión de esta con el teatro o la danza, sabemos de la inigualable experiencia que supone para el niño o el joven poderse expresar, en un escenario o en un foso, con un lenguaje que le permite viajar a otras realidades, hacerse transmisor de sensibilidades ajenas o soñar en clave artística. La vida, sin música y sin artes escénicas, se vive mucho peor.

-Si no me equivoco, García Abril también escribió un buen número de estudios para el aprendizaje de piano ¿Siguen siendo válidos hoy en día con las nuevas exigencias educativas? ¿Han perdido vigencia?

-Hace unos días, al término de una conferencia que yo dictaba en un conservatorio, una madre y un niño se acercaron a mí y me dijeron que el pequeño regularmente interpretaba piezas de Cuadernos de Adriana, lo que me hizo confirmar, una vez más, la vigencia de las creaciones que con fines didácticos compuso García Abril.

Hay que tener en cuenta que él jamás compuso piezas con el fin de que fuesen utilizadas como métodos de estudio, sino como verdaderas piezas de concierto que fuesen interpretadas por los más pequeños en las llamadas audiciones de aula o en sus primeros conciertos. Y es ahí donde reside su éxito, precisamente en el hecho de que, como ocurren con las obras sencillas que compusieron Mozart, Bartok o Bach, siguen interpretándose por los que un día él vino en llamar, por ejemplo y al hablar de los niños estudiantes de piano, dueños de “manos pequeñas pero corazón grande”.

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