

Marina Vilas gana en Albarracín la Beca FujiFilm en el 24º Seminario de Fotografía y Periodismo
Mónica Torres y Silvia Omedes cerraron el ciclo de ponencias que ha reunido en la localidad a algunos de los mejores profesionales del sectorLa dana a través del objetivo de Óscar Corral, en el Seminario de Fotografía de Albarracín
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La gallega afincada en Madrid Marina Vilas Pensado fue la fotógrafa agraciada con la Beca FujiFilm 2025, la más prestigiosa de las que se otorgan en el Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín, tras la última jornada de la edición número 24 de una cita que dirigen desde sus inicios Gervasio Sánchez y Sandra Balcells. Vilas, ingeniera de telecomunicaciones de profesión aunque fotógrafa y pintora de vocación, se mostró “sorprendida” y “agradecida” con la beca en el segundo año que acudía al Seminario, primero en el que presentaba su portfolio a concurso. La autora presentó su proyecto Equilibrio inestable, que define como “un grito a favor del derecho de las personas a rompernos y no cumplir siempre con las expectativas que los demás depositan sobre nosotros”. Vilas percibirá un premio de 4.000 euros más IVA para producir una exposición que podrá verse en la 25ª edición del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín, que tendrá lugar del 17 al 20 de octubre de 2026. Pero incluso más que el dinero o la exposición, Marina Vilas valoró por encima de todo “la oportunidad que supone asistir a las ponencias del seminario, los visionados o los talleres. Regresas a tu casa con las pilas cargadas y deseando coger la cámara para disparar”.
Por su parte Jorge Pérez Higuera (Guadalajara) fue el ganador de la Beca Internacional de la Escuela Beca Center of Visual Storytelling (Bulgaria), que tiene una dotación de 6.000 euros y se concede en Albarracín por segundo año consecutivo.
Además el trabajo de Baltasar López García (Alicante) fue seleccionado por Jesús Micó como ganador de la Beca de La Kursala de la Universidad de Cádiz, gracias a la cual publicará el próximo año un libro con su trabajo fotográfico; y Paula Andreu Nadal (Barcelona) se hizo con la Beca la Mirilla para periodistas interesados en dar el salto a los medios de comunicación, valorada en 1.500 euros y que constituye una de las novedades de esta edición del seminario.
Por último, los cuatro premiados con la Beca Albarracín otorgada por la Fundación Santa María que les permitirá acudir gratuitamente al seminario del próximo año son los búlgaros Nikola Saev, Valentina Vladimirova y Teodor Kolev, y la zaragozana Claudia Otal Acero.
Entre los trabajos presentados por los asistentes al seminario este año ha predominado una visión “más personal” de la fotografía, aunque de nuevo “la gran variedad y heterogeneidad de los portfolios, pero sobre todo su calidad, ha sido la nota dominante”, explicaba este martes Gervasio Sánchez, histórico fotoperiodista cordobés y fundador del seminario. “Los miembros del jurado hemos vuelto a tener muchas dificultades para seleccionar a los becados”, afirmó a modo de balance. “Hicimos una primera preselección de 43 trabajos, 26 de mujeres y 17 de hombres, cualquiera de los cuales podría haber sido el ganador. Tras dos horas y media valorando logramos reducir la cifra a 18, pero al final solo hay ocho becas. La calidad es excelente y cada año mejor”, afirmó Sánchez.
Sandra Balcells, fotoperiodista catalana y coorganizadora de la cita, aseguró que gracias a un programa de ponencias de gran calidad, donde se dan cita algunos de los mejores especialistas de España -la pionera Divina Campo, a sus 94 años, u Óscar Corral, premio Ortega y Gasset por sus fotografías de la Dana, han sido este año dos de los más imponentes- se ha logrado convertir el Seminario de Albarracín en una referencia nacional, “y los fotógrafos que venían como alumnos hace diez o quince años ahora están ganando Premios Nacionales y vienen como ponentes”.
Fotografía de raza
Además de hacer públicos los ganadores de las becas del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín 2025, la última jornada fue protagonizada por Mónica Torres y Silvia Omedes.
El testimonio de Mónica Torres era uno de los más esperados porque la fotógrafa de Picanya, con casi treinta años de experiencia en medios como Diario 16 o El País, perdió prácticamente todo su archivo fotográfico durante las riadas de la Dana, que afectaron de lleno a su casa. “Mi garaje estuvo veinte días inundado y perdí todo mi archivo desde 1992, incluidas fotos personales”. Milagrosamente su marido y los bomberos lograron recuperar una serie de imágenes personales impresas en papel baritado en B/N, “que fue lo único que se salvó precisamente por estar impreso en ese tipo de papel”.
Más allá de esa experiencia dolorosa, de la que todavía no se ha recuperado ni económica ni mentalmente, Torres habló de su experiencia como fotoperiodista de calle en la Comunidad de Valencia, donde “a la precariedad propia de la profesión y las dificultades de los cambios sociales y tecnológicos” en su caso se unión “la de ser mujer y madre”. En sus inicios la fotografía de prensa era un mundo copado por hombres y “con 55 años todavía tengo que poner de vez en cuando a alguien en su sitio cuando sigue llamándome la xiqueta”.
Recordó lo que suponía trabajar con un carrete químico de 36 fotografías y sentir el aliento de los jefes en la nuca en la sala de revelado, “hasta que la imagen aparecía como por arte de magia y te decía si tenías foto de portada enfocada o no”, o de jornadas interminables y mal consideradas laboralmente. “Llevo 27 años trabajando como fotoperiodista y solo desde hace tres he conseguido integrarme como contratada en una redacción”, en su caso en la de El País. Y aunque no es su caso, aseguró que muchos colegas fotógrafos en Valencia que han perdido sus equipos o sus coches tras las riadas de la dana ni siquiera han recibido una llamada de ánimo por parte de los medios de comunicación para los que trabajan.
Sin embargo Mónica Torres explicó este martes que añora algunos de los elementos que caracterizaban el periodismo y la sociedad anterior a las redes sociales. “Antes la gente quería hablar y contar sus historias, todo estaba abierto, podías subir al camión de los bomberos o de la policía para acudir a donde estaba la noticia. Ahora todo se cierra y todo se oculta, nadie quiere ser transparente”. También explicó que durante la edad dorada del periodismo “no existía esa figura del jefe de prensa, que es lo peor que hay. Es gente joven del periodismo a quienes alguien les ha dicho que tienen derecho a decidir lo que tú puedes o quieres contar. Normalmente son bastante ineptos, y yo, que soy perra vieja, me los salto porque si no te fastidian cualquier buena foto o información”.
La última de las ponencias corrió a cargo de Silvia Omedes, directora de la Fundación Photographic Social Vision, que se dedica a asesorar en la gestión de los archivos fotográficos de los herederos de los autores. La fundación comenzó a trabajar en 2012 y desde entonces está colaborando con herederos de fotógrafos como Oriol Maspons, Leopoldo Pomés, Eugeni Forcanó, Jacques Leonard o Joana Biarnés, cuyo archivo fue recientemente objeto de una exposición en el Museo Provincial de Teruel. “Ser hijo de un fotógrafo en ocasiones supone una losa y una responsabilidad que no todo el mundo está capacitado para gestionar”, explicó Omedes. “Sin embargo con la dedicación adecuada estamos demostrando que estos archivos pueden autofinanciarse, difundirse, protegerse e incluso releerse y reinterpretarse a la luz de otros críticos diferentes al autor”.
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