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El CD Teruel empata en Fuenlabrada y mantiene la salvación a tiro de dos puntos (0-0) El CD Teruel empata en Fuenlabrada y mantiene la salvación a tiro de dos puntos (0-0)
Imagen del partido de este sábado en Fuenlabrada

El CD Teruel empata en Fuenlabrada y mantiene la salvación a tiro de dos puntos (0-0)

El equipo rojillo tuvo ocasiones para llevarse el triunfo, pero no acertó con la meta rival
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Minuto 92. Tres de añadido daba el cántabro Pardeiro a un encuentro físico, no duro pero sí intenso, de trabajo y carreras hacia arriba y hacia abajo, el de la tarde del sábado en Fuenlabrada. Otro enfrentamiento directo, otro duelo de esos de drama y transistor que transmite, de nuevo, la imagen de que el CD Teruel puede estar perfectamente entre la nómina de equipos de la Primera RFEF para la temporada que viene. Y de que, a poco que el acierto hubiera sido un poco mayor, ese “puede estar” se habría convertido hace ya algunas jornadas en un “estará”. 

En efecto, ese minuto 92 lo ejemplifica. Nacho Castillo, buen partido el suyo ayer, dirige una contra turolense hacia el costado debido, el de Alastuey, que era el mejor colocado para dar el último pase. Elige el zurdo zaragozano el segundo palo para teledirigir su asistencia, medida, hacia Borja Martínez. Su remate, de interior, le sale hacia el lado del palo que no sirve, fuera por bien poco. Pitó justo después el trencilla. Y el cero a cero le sirve al Teruel, le mantiene más vivo que nunca en la pelea de la salvación en la fase de la temporada en la que más vivo hay que estar. Pero... ¿Y si?

Dominio alterno al inicio

Hubo varias de ésas a lo largo del partido. No tanto al principio porque el Fuenlabrada, en el estreno en el banquillo de su salvador habitual Alfredo, empezó bajando la pelota al suelo y buscando combinaciones de sus hombres de tres cuartos. No son como los del Dépor, pero en Curras y Cristóbal hay clase suficiente para dominar partidos, y a ello se afanaron los azules para desazón de un Teruel que sufría sobre todo en los costados. Las bajas colocaron en los laterales a Victor y a Julen, en el centro de la zaga a Cabetas y a Arnau, y esta defensa inédita tardó un cuartito de hora en ajustar clavijas y empujar al equipo hacia adelante. 

Las ayudas del centro del campo tranquilizaron a los de atrás, y el paso de los minutos reposó la receta y maceró los ingredientes. El picante de la salsa lo puso Pascual, sorprendente tercer mediocentro del esquema de Jardiel, que no varió su dibujo y a quien los once mudéjares le dieron la razón. En cuanto el gallego comenzó a poner su lateralidad en beneficio de la centralidad, el equipo carburó por esa banda derecha. En el minuto 16 puso su primer centro. En el 29 otra superioridad en esa banda le dio al equipo un córner que Cabetas devolvió al área pequeña, poco faltó para embocar. Y volcó el Teruel el campo hacia la portería madrileña, hasta que llegó el gran susto del día. 

Ataque epiléptico de Camargo

Al poco de acabar la primera parte, el exterior madrileño De Camargo, uno de los mejores de los de azul, puso pie a tierra. “Le pregunté al delantero de ellos, Benito, y me dijo que había pasado todo el día con mareos”. El propio Cabetas estableció el diagnóstico, un ataque epiléptico sufría el jugador fuenlabreño. Hubo que parar el partido. Y en ese momento, que por fortuna quedó en un susto, el crecimiento del Teruel quedó interrumpido de tal manera que se llegó al descanso como se empezó.  

Comenzó pues la segunda parte con las espadas en todo lo alto, un poco de retraso por la atención a De Camargo, y el Fuenlabrada más espabilado, advertido de que el Teruel en efecto tenía la llave para decantar el enfrentamiento hacia su lado. Salieron los rojillos asentados, Cabetas y Gaixas empezaron a ser incluso atrevidos en el corte y la confección. Y fruto de una de éstas que el zaragozano gusta de tejer de atrás adelante, se pergeñó un balón a treinta metros que decidió pegar a puerta. Le salió fuera, y el Fuenlabrada decidió en ese momento que tocaba dar un paso adelante. Volvieron a juntarse Curras y Cristóbal. Arriba, desde la frontal, el primero. Pero avisaban los azules a la espalda de los laterales. 

Sin embargo, lejos de acobardarse, el Teruel se envalentonó y disfrutó de sus primeros minutos realmente relevantes en la contienda. Si en la primera parte la factoría estaba en la banda derecha, la segunda mitad fue territorio zurdo. Borja Martínez empezó a activarse, Julen se sobrepuso a sus propias limitaciones, y el equipo percutió por allí en un par de buenos avances que no fueron gol de milagro. Lo tuvo Naranjo en el 57, cazando un balón a las puertas del área pequeña; la pegó con la caña y se fue arriba en la primera gran llegada del Teruel en el Fernando Torres. Pero fue a resultar que tres minutos más tarde, otra desde la izquierda le llegó a Naranjo, más hábil en el pase que en el remate. Su servicio al corazón del área colocó a Aparicio en franquía para ajusticiar con su pierna izquierda. También la pegó en semifallo el zurdo zaragozano, y la pelota no agarró portería entre las manos a la cabeza de la expedición rojilla.

La hora de partido alcanzó al equipo mudéjar ya con la convicción de que el partido se podía ganar. Y mantuvo la hormigonera en marcha. Esa misma valentía pudo poner al Fuenlabrada también en el camino de la victoria. Puede decirse con convicción que el Teruel desaprovechó no menos de cuatro o cinco opciones cristalinas de contragolpe por culpa de una mala gestión y elección de los penúltimos pases. Algunas de esas fallas ocasionaron sustos en el otro costado; dispuso el Fuenla de una muy clara, en el minuto 68, tras una pérdida de balón en el centro del campo turolense por otra salida a la contra aturullada. Llegó el balón teñido de azul por banda izquierda, claro, a contrapié del repliegue de la defensa rojilla. La cazó Curras en la corona del área, algo escorado hacia su derecha, y decidió una vaselina cuando pudo haber fusilado por cualquier flanco. Taliby agradeció el gesto. 

Último cuarto de hora agitado

Tardó el entrenador del CD Teruel en mover el banquillo. Cierto es que su remiendo táctico funcionaba con relativa eficacia, y que el desgaste físico se repartió por igual entre ambas escuadras. Y por eso Jardiel decidió mover el equipo con finura de cirujano. Neskes y Alastuey entraron por Aparicio y Sanchis. Devuelto Pascual a su zona natural en banda derecha, el guiso inicial daba paso a un postre que tendría el balón al suelo como protagonista. Tardó un poco en caramelizar, y durante esos cinco munutos de reajuste Curras volvió a tener otra para desempatar, pero mandó nuevamente a las nubes.

A partir de ahí, un final en el que pudo pasar de todo. Primero Jardiel sentó a Naranjo y Romero para dar entrada a Ahn y a Villa. Después una ventaja mal aplicada por el árbitro que no decretó falta a Gaixas; la contra generada colocó al Fuenlabrada al punto del primer gol, con parada final de Taliby con su pie. Y, finalmente, el Teruel disfrutó de las mejores. La primera no fue ni tiro a puerta; Neskes, pie fino al que ha de acompañar algo más de intensidad, se inventó un pase entre líneas que Ahn sólo tenía que prolongar para dejar a Martínez en boca de gol, mano a mano con el portero azul Belman. Se le nubló la vista y marró la oportunidad, ya entrando en la frontera del minuto 90.

Pero la mejor fue la del 92, la que da inicio a esta crónica, la que simboliza con más claridad lo que pudo haber sido la visita del Teruel al complicado campo del Fuenlabrada. Fue la primera contra realmente bien armada por el equipo rojillo. Fue un buen ejercicio de ataque de centro a banda, para concluir con remate en segundo palo. Fue el último susto que se llevó un conjunto madrileño que ayer deshizo su racha de derrotas consecutivas, pero que demostró realmente por qué va a tener que seguir peleando por la permanencia, porque si el Teruel se le lleva los puntos nadie podría decir nada en contra. Pero, por encima de todo, el remate marrado por Borja, el máximo anotador del conjunto turolense, diluye el gran salto que ayer pudo haber dado el equipo en el camino hacia su supervivencia en la categoría. 

Queda el CD Teruel con 36 puntos en la clasificación, conservando la distancia con salvación con los mismos dos puntos a los que se viene acostumbrando en las últimas jornadas. Esa victoria que rozó le podía colocar ya en la planta de la permanencia, cara a cara con el núcleo de ese pelotón de los sufridores; Cornellá y Sestao empataron también a orillas del Llobregat, con lo cual es el cuadro vizcaíno el que, con 38, marca la frontera de la vida. Se agarra a esa vida el conjunto turolense. No cabe duda de que no le pierde la cara a ningún partido, y compite sin dudar contra cualquier equipo, asusta, genera y goza de oportunidades. Pero es lástima que de esa vida, que brota a borbotones a pesar de las ausencias y de las circunstancias que tiene el fútbol, no haya un poco más de acierto que facilite su buen trabajo grupal.

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