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El Utrillas se esfuma tras el descanso y termina arrasado por el vendaval (4-2) El Utrillas se esfuma tras el descanso y termina arrasado por el vendaval (4-2)
El viento le roba el protagonismo al balón y perjudica al Utrillas. Juan Hernández

El Utrillas se esfuma tras el descanso y termina arrasado por el vendaval (4-2)

Los mineros desperdician por dos veces su ventaja y le dan alas al Robres
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El entrenador del Utrillas, Pitu Lerga, avisaba en la previa del encuentro del condicionante que podía suponer el frío en un duelo disputado en césped natural. Lo que no tenía en cuenta el técnico es que el viento también podía jugar en su contra en un campo como el de San Blas. Eso mismo fue lo que sucedió. En la primera parte el Utrillas lo tuvo a favor pero en la segunda en contra, cuestión que los locales supieron aprovechar mejor y también con cierta dosis de suerte como el 4-2, un autogol provocado por el vendaval. El conjunto turolense se esfumó tras el descanso y terminó pagando caro el despiste. El Robres aprovechó el vendaval y se adueñó de tres puntos que hubieran sido diferenciales en caso de subir al casillero utrillense.

Se las prometía felices el Utrillas en el complicado terreno del Robres cuando en el tiempo de descanso ganaba por cero a uno ofreciendo una imagen muy sólida, mediante una diana de Adrián Hernández desde los once metros, pero en el segundo periodo los de Pitu Lerga se vieron barridos del mapa por el filial del Ebro, que superó con facilidad a una defensa minera desconocida para llevarse al final los turolenses cuatro dianas en su zurrón.

Un mal resultado que deja al equipo de las Cuencas Mineras donde estaba en la tabla, con 21 puntos en la tabla pero obligado a no tener más despistes como esa segunda mitad en San Blas, donde la solidez que ha mostrado el Utrillas en muchos encuentros fuera de casa fue sólo un recuerdo lejano.

Y es que el encuentro comenzaba en el feudo monegrino con el frío y el viento como protagonistas. Los de Lerga lo tenían a favor, y no tardaron en aprovecharlo en una salida valiente. Adrián cogía la pelota, entraba en el área amarilla y Carcasona le derribaba con claridad. Penalti que no dudaba en indicar la colegiada del partido, y que el propio Adrián Hernández convertía con calidad.

Al Robres le sentó muy mal ese tanto en contra. Contra el viento, los de Aznar estaban muy incómodos y apenas podían crear juego en el centro del campo. Además, los envíos en largo eran casi cuestión imposible. Por contra, el Utrillas estaba muy firme sobre el campo y creó un par de buenas ocasiones en las botas de Paki y de Casero pero al descanso no se movía el cero a uno.
El descanso dictaba el cambio de campos, y el Robres lo supo aprovechar casi en la primera jugada del segundo acto cuando Raúl Carrasco superaba a Marco Láinez con un perfecto balón. Tocaba remar en unas condiciones muy complicadas, pero los de Pitu Lerga al cuarto de hora consiguieron lo más difícil.

Monti percutía por su banda, metía un gran centro al segundo palo y allí Paki no perdonaba, remate perfecto a las mallas. Uno a dos a media hora para el final y buenas perspectivas para los turolenses. Pero en cuestión de diez minutos, el conjunto oscense volteaba el partido ayudado por un vendaval que obstaculizaba del todo los intentos del equipo blanco para crear juego.
La defensa del Utrillas tampoco anduvo demasiado contundente y eso lo aprovechó el filial del Ebro primero para empatar en las botas del zaguero Carcasona, apenas cinco minutos después del uno a dos. Este gol dio alas al Robres, que asedió la meta de Marco con balones aéreos y también desde la estrategia, como faltas y saques de esquina.

Eloy Lagos ponía el tres a dos en el marcador en pleno agobio oscense, y la desgracia se acabaría de cebar con el Utrillas cuando un intento de despeje de Adán Sebastián, ya a menos de diez minutos para el final de la contienda, cogía una cruel parábola a causa del viento que suponía el 4-2.

Ya no había tiempo para más, el Robres dejó pasar el tiempo con calma y un encuentro que había comenzado muy bien acababa con una contundente derrota.

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