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Pinilla ve ganar otra vez al Teruel para asomarse al podio de nuevo Pinilla ve ganar otra vez al Teruel para asomarse al podio de nuevo
Abraham del Moral a punto de cabecear el que sería el tanto que le dio ayer al Teruel su victoria ante el Algeciras. Bykofoto / Antonio García

Pinilla ve ganar otra vez al Teruel para asomarse al podio de nuevo

Ejercicio de efectividad y resistencia de los rojillos ante un Algeciras que tuvo opciones de igualar

“Obeng, cada día te quiero más”. Una de las cosas que tiene la afición del CD Teruel es que es fiel depositaria de su historia reciente. Sabe exactamente quiénes son todos y cada uno de los responsables de que en Pinilla, cada domingo alterno, se vivan desde hace cinco años partidos históricos, de exigencia futbolística cada vez más creciente. Despidió así a uno de sus héroes del curso pasado, el extremo zurdo ghanés que este fin de semana pasó por aquí vestido con la camiseta contraria, la del Algeciras. No olvida la grada. Pero la fiesta... Ésa se la quedan los que visten la rojilla esta temporada.

Y Pinilla festejó de nuevo este domingo con sus futbolistas, los de ahora, los que en verano dijeron sí a defender una incógnita y un subjuntivo que ahora se viste de modo real. A falta todavía de tres jornadas para que concluya la primera vuelta, el Teruel ha conseguido su séptima victoria de la temporada, que ya es una más de las que logró en el anterior periplo por Primera Federación. Lleva ya 26 puntos, que son más de la mitad de lo que dictan los 50 marcados como objetivo por el entrenador Vicente Parras (otro al que canta la afición) para una salvación holgada. Y, de propina, el equipo regresa otra vez, de lleno, a las posiciones de play-off de ascenso. El plantel menos valorado por las casas de apuestas es cuarto en la liga a las puertas de la Navidad.

En la lluviosa sobremesa dominical el equipo de Parras tuvo que solventar “las circunstancias más difíciles” que hasta la fecha se le han presentado en Pinilla. Algunas de ellas tienen que ver con el barrillo y el agua sobre el césped del municipal. La mayor parte, sin embargo, las planteó el Algeciras que, en efecto, no tiene el nombre de los presuntos candidatos al ascenso. No les tiene tanto que envidiar. A Teruel vino cosido a un modelo de juego que es tan estético y coral como expeditivo y moderno. El primer cuarto de hora maniató a los locales a base de bola basculada de lado a lado, a dos toques, en busca de los gambeteos de Obeng, la primera amenaza visitante. Sabido es que en absoluto se asusta el Teruel. Y que tampoco se esconde ya con la pelota.

La salida aseada de Manel en banda izquierda generó un saque de esquina en el minuto 7 que Merencio finalizó en semivolea, fuera, desde la corona del área. Respondió el Algeciras con un tuya-mía de Rastrojo sobre el delantero Manín, que engatilló duro en busca del palo corto de Palop, de nuevo titular. Y de nuevo solvente en la primera intervención importante de la tarde, guante duro abajo para despejar. Todo lo relatado hasta ahora corresponde, por lo demás, a un contexto de máximo respeto mutuo, de adversarios que se trataron con absoluta desconfianza a lo largo de todo el envite. Fue difícil encontrar un momento en el que uno u otro se descosiesen. Se golpearon, sí, pero sin amenaza de derribo inminente. Merencio respondió con una chilena al portero, casi en el minuto veinte, un disparo anterior de Tomás Sánchez detenido por el arquero turolense. Toma y daca, cal y arena...

Y a la media hora calma, los dos púgiles con el guante bien arriba, expectantes uno del otro. En el último tercio del primer acto el Teruel quiso guardar más el esférico, proyectarse a través de Abraham ayudando en salida al siempre clarividente Royo. Lanzó no menos de tres o cuatro centros en esa fase del encuentro en la que, sin embargo, no hubo acierto en el último pase ni en el remate; la mejor, un tiralíneas entre Andrés, Sergio y Blesa que Padilla acabó con un pase de la muerte sin remate. Hasta el descanso, de hecho, las tuvo mejores el Algeciras: una falta lejana de Castro lamió el larguero de Palop. Un contragolpe entre Rastrojo y Tomás colocó el cero a uno en la cabeza de Manín; para fortuna local, el envío se quedó lánguido en las manos del arquero mudéjar. Y la última antes del descanso, otra vez a campo abierto, dejó a Obeng listo para decidir entre un chut y un centro. Se quedó a medias.
 

Sergio Moreno disputa un esférico elevado en el partido. Bykofoto / Antonio García

Pleno acierto a la reanudación

Y perdonarle al Teruel es sinónimo de abonar una cuenta muy costosa, como los equipos grandes, como las plantillas que tienen el viento a favor. Los turolenses encontraron la vía de la victoria en un primer cuarto de hora de la segunda parte en el que se acertó lo suficiente, que volvió a ser lo máximo. En los partidos anteriores el equipo había salido tras el descanso algo dormido, y se lo hacían pagar. Esta vez lo hizo al revés. Coincidió además con los mejores minutos de Blesa sobre el césped; el compañero de Haritz en la medular movió con criterio el ataque de su equipo. Y puso un balón certero a Merencio para que su remate rozase el primero, despejado a córner.

A la salida de la pelota parada, triple disparo desde la frontal, Merencio, el propio Blesa, y Andrés para probar los guantes del portero. Quiso responder el Algeciras a la contra, en un robo en el medio campo que los andaluces finalizaron con un disparo lejano, malicioso, en busca de un bote de barro en el área pequeña que despistara a Palop. No hubo error. Sí el primer cambio, Ayman por Padilla. Y en el siguiente arreón local, del despeje de un saque de esquina brotó otra sociedad entre Merencio y Sergio Moreno. El navarro se sacó de la chistera un envío preciso, tenso, que quiso peinar Nico pero que tocó un defensor rival para habilitar la posición de Abraham del Moral. El zaguero zurdo corta, despeja, juega y, además, marcó el uno a cero que finalmente dejaría los puntos aquí.

“No hay mucho que decirles realmente. El nivel de conciencia que tiene este grupo es digno de admirar”. No se cansa de valorar Vicente Parras el crecimiento endógeno, autónomo, de la plantilla que maneja. Hablan entre ellos, se corrigen, se posicionan. Se cubren y se ayudan. Se arengan. Y en la media hora de partido restante a partir del gol de Abraham resistieron y se atrincheraron como pocas veces se ha visto esta temporada. Fue mérito del Algeciras, en realidad, que buscó el empate con denuedo, sin desmayo, apoyado en su plan de partido inicial, balón de banda a banda a dos toques para obligar al Teruel a levantar su muralla delante de Palop.

Quiso resistirse el cuadro rojillo al sufrimiento. Entraron Teddy y Redón para tratar de ordenar desde el balón rápido al contragolpe, Goyo y Joseda para poner pulmones en las bandas. Pero al toque de corneta de Paris Adot, veterano lateral con minutos de sobra en el fútbol profesional, el Algeciras cercó el marco turolense bajo la lluvia y el barro de Pinilla. De nuevo inconmensurable, la línea de cinco en zaga se repartió uno por uno los despejes de todos los centros que los gaditanos trataron de encajonar. El Algeciras supo trabajar bien la segunda jugada, dio sensación de merecer el empate porque no dejó al Teruel prácticamente salir en el cuarto de hora final del encuentro.

En uno de esos rechaces que los locales no pudieron controlar, el balón le quedó muerto en el punto de penalti, expedito, al delantero Juanma, ingresado al terreno de juego un cuarto de hora antes. Buscó el palo izquierdo de Palop. Lo encontró, lo lamió por fuera, se le fue ahí el empate al once algecireño. Aún tuvo otra clara ya en el añadido, una falta desde el borde del área que despejó de nuevo la defensa sin que Palop tuviera siquiera que intervenir. Así que el Teruel acertó, resistió y finalmente venció de nuevo, por séptima vez esta temporada, ante un más que digno Algeciras que, en efecto, merece el papel de referente liguero que Vicente Parras le asignó en la previa. Segundo triunfo seguido del equipo, que se consolida en la parte alta de la clasificación, y que acudirá a Tarazona a afrontar el derbi aragonés con pleno derecho de seguir luchando por lo más alto.
 

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