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Alicia Juárez, integrante de ‘Títeres sin Cabeza’: “El patrimonio cultural efímero, las artes escénicas, también atraen turistas a los pueblos” Alicia Juárez, integrante de ‘Títeres sin Cabeza’: “El patrimonio cultural efímero, las artes escénicas, también atraen turistas a los pueblos”
Alicia Juárez, con una de las medusas de su espectáculo ‘Burbujas’

Alicia Juárez, integrante de ‘Títeres sin Cabeza’: “El patrimonio cultural efímero, las artes escénicas, también atraen turistas a los pueblos”

“El Gaire es una demostración de que nos desplazamos desde muy lejos para disfrutar del propuestas culturales”
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Cruz Aguilar

Alicia Juárez forma parte del grupo zaragozano Títeres sin Cabeza y lleva el arte en la sangre, puesto que es hija de los fundadores de Teatro Arbolé y, como ella misma dice, ha crecido “entre muñecos”. En el Festival Gaire, de Pancrudo, pusieron en escena el espectáculo Burbujas, destinado a primera infancia, un público difícil que, sin embargo, se rindió ante la capacidad de los titiriteros por hacer soñar a mayores y pequeños.

-En Pancrudo pusieron en escena un espectáculo para bebés y niños de hasta cuatro años, ¿es difícil mantener su atención?

-Burbujas es un espectáculo muy dinámico en el sentido de que no buscamos contar un argumento en el que tengan que prestar atención, se trata de canciones y poemas acerca de la maternidad, de esa etapa en la que los adultos entramos de repente en la infancia. Son pequeñas gotas de color sumadas a todas las propuestas artísticas que tenemos ,como son la iluminación, burbujas, luz negra... para que ellos vayan participando con el entorno. Le llamamos un espectáculo de inmersión porque todo el entorno les va a acompañar, no hay un escenario al haya que prestar atención sino que todo el entorno que les rodea les arropa.

-Este tipo de público hasta hace poco no se consideraba público para un espectáculo artístico, ¿esto está cambiando?

-Sí, ya lleva tiempo, unido quizás a la tendencia de que los niños mayores empiezan a alejarse del teatro y, mientras, los más pequeños empiezan a entrar. Po lo que sea los padres tenemos muchas ganas de hacer cosas junto a nuestros hijos, pero luego, de repente, se hacen mayores y son ellos los que deciden. Ese acercamiento de los más pequeños, incluso a veces acompañados por los hermanos mayores, ha hecho abrir este tipo de espectáculos y este tipo de lenguajes, para que sean bienvenidos al teatro.

-Habla de los adolescentes, un público que, en gran medida, se pierde. ¿Se puede hacer algo?

-Sí, eso es un palo en el camino o un puente demasiado estrecho que a veces nos cuesta cruzar, pero hay empresas que se están especializando y hacen muchas propuestas para el público joven con los temas que les interesan, nosotros podemos poner mucho esfuerzo en conocer qué es lo que les interesa para que vengan el teatro, para que  se lleven una buena experiencia y en este sentido el público joven empieza a tener su campo.

-¿Esta falta de interés en los adolescentes es de siempre o es que ahora hemos saturado a nuestros hijos con espectáculos y a esa edad ya están hartos?

-No sé, es una divagación personal, pero creo que es por el tipo de actividades que las familias hacen. Quizá ya los mayores también hemos perdido esa rutina, ese tener el teatro como una actividad usual, una actividad habitual. Entonces claro, si nosotros no tenemos esa necesidad de consumir teatro con ellos, llega un momento que esos jóvenes piensan que tampoco hace falta invertir en esto. Sin embargo, creo que no es una buena táctica, obviamente, porque luego como adulto te encuentras con un montón de propuestas en las artes escénicas que son muy interesantes

-¿Los numerosos festivales que ahora se organizan en pueblos y ciudades son un buen escaparate para daros a conocer a las compañías?

-Claro, es una puerta abierta,  una capacidad de escaparate para que la gente conozca propuestas que, de otra forma, es muy difícil que lleguen a municipios pequeños o con menos instalaciones. Este formato de festival como el Gaire, en Pancrudo, es una muy buena demostración de cómo todos nos podemos adaptar y cómo nos desplazamos desde muy lejos para poder participar en estas actividades. Es crear una experiencia diferente en el medio rural y que supone adaptarnos tanto a artistas como a habitantes e incluso a funcionarios públicos, que piensan ya en este tipo de propuestas que son interesantes para la vida cultural y para la vida en sí del pueblo.

-¿El Gaire es una muestra de que se puede llevar a un espectáculo de primera calidad a pueblos de menos de cien habitantes?

-Es una grandísima oportunidad tanto para ellos como para nosotros, este festival es un producto genial en todos los sentidos.

-¿Cada vez es más habitual actuar en el medio rural?

-Antes era más extraño porque se tendía a apostar por el turismo de Patrimonio físico y ahora se está viendo que el patrimonio cultural efímero como pueden ser las artes escénicas o los conciertos también atraen y acerca más vida a los municipios.

-¿Ha notado un cambio en su público tras la pandemia? ¿Hay más interés por el espectáculo y por estar en contacto con los artistas?

-Pues yo creo que no, esa rutina de la que hablaba antes, de ir a una actividad cultural para participar de vez en cuando se ha perdido, esa dinámica ha desaparecido y se han buscado otras cosas. Afortunadamente hemos podido mantener los teatros abiertos, realizar conciertos con todas las medidas de seguridad, pero entre ese miedo entrar a una actividad un poco más masiva y las restricciones han hecho que nuestro público se vuelva más tímido.

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